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El poeta Antonio Jiménez Millán, ante una imagen de José Moreno Villa
Antonio Jiménez Millán recorrre las principales 'ciudades' de su poesía

Antonio Jiménez Millán recorrre las principales 'ciudades' de su poesía

El autor granadino acaba de publicar en la editorial Renacimiento una antología parcial en la que reúne lo mejor de 35 años de poesía

Pablo Rodríguez

Lunes, 30 de enero 2017, 16:43

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Las ciudades de Jiménez Millán no son acumulaciones de edificios. Sus urbes suenan con la fuerza de la música escuchada, toman forma de letra leída y tienen vida porque se alimentan de la memoria. No es una sorpresa esta arquitectura urbana de la experiencia, pues el propio autor lo lleva anunciando en versos y entrevistas desde que arrancara su trayectoria poética una de las más sólidas del panorama, por cierto allá por los 70.

Millán, otro de esos grandes granadinos que viven a la orilla de la Costa del Sol, regresa a sus ciudades en una antología que acaba de editar Renacimiento. Es un libro que vuelve la vista a 35 años de viaje, un trayecto fascinante pero incompleto que deja fuera del recorrido algunos de los poemarios de juventud que sí revisitó en La mirada fiel (1975-1985) a comienzos de siglo.

Prologado por Luis García Montero, que aporta algunas de las claves más interesantes de la poesía del granadino, Ciudades se inicia con paradas en los poemarios de los 80, trabajos como Restos de niebla y Ventanas sobre el bosque en los que se percibe su fascinación por lo urbano, una poética construida a partir de una experiencia poliédrica que se alimenta tanto de lo vivido en solitario como en comunidad.

CIUDADES (1980-2015)

  • Autor Antonio Jiménez Millán.

  • Editorial Renacimiento.

  • Páginas 216 páginas.

  • Sevilla, 2016. Precio 11,30 euros

Es esta poesía de Jiménez Millán un retrato también de sus pasiones, que deja entrever la huella de autores como García Lorca, Alberti o Zambrano con los que comparte, por igual, esperanza por la transformación de la sociedad y el hastío ante los fracasos continuos de un país que acostumbra a castigar a sus héroes (lo canta en Faro de Trafalgar).

El rock urbano de Jiménez Millán da un paso más allá a comienzos de los 90 con una serie de poemas nacidos de su vinculación con el arte. Hay referencias a las sombras nocturnas que alimenta Hopper, la nostalgia desgarrada que encuentra en Munch y la visión de un mundo en descomposición, en plena crisis, que contempla en la obra de Juan Vida, pintor amigo al que dedica un desalentador Fábrica abandonada que revela «un hálito de ruina sobre objetos cercanos / y emblemas que desaparecen».

El nuevo siglo acentúa en Jiménez Millán la vindicación de la memoria como materia poética y deja a las claras su vinculación a los escritores de la infancia. Hay así complejos diálogos con figuras familiares el padre en aquel Dominio de la herrumbre, la madre en un Desde una biblioteca antigua que es de lo mejor de su poesía, clandestinos encuentros con autores como Bonald, Margarit o Pavese y reencuentros con las ciudades que habitó y sigue visitando: las del amor en Riada «Así termina a veces el amor. / Una corriente turbia lleva fotos antiguas, / muñecas sin vestido, / muebles desvencijados», la de la conciencia social en Furtivos «Si consiguen llegar a las playas desiertas/ serán supervivientes de otros oscuro engaño».

Ciudades es en definitiva un genial corolario de encuentros, una provincia compuesta por las urbes de un Millán que se construye desde la luz y la sombra, la esperanza y la desazón, la infancia y su devenir, siempre desde la memoria.

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