Edición

Borrar
María Isabel Cabrera, en la biblioteca de su casa familiar.
«Es inaudito que se regatee a la hora de comprar libros»

«Es inaudito que se regatee a la hora de comprar libros»

María Isabel Cabrera, directora de la Editorial Universidad de Granada y profesora, ha aprendido a gestionar tan rápido como aprendió a leer, y sigue ensanchando su bagaje con autores de diversa procedencia

JOSÉ ANTONIO MUÑOZ

Domingo, 24 de julio 2016, 00:15

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Jamás pensó esta jienense de Bailén que acabaría siendo la editora más importante, cualitativa y cuantitativamente, de Granada. Y quizá porque nunca lo pensó, porque esta responsabilidad le llegó como un regalo inesperado, es por lo que está disfrutando tanto con el encargo. Por eso, y porque es una amante de los libros casi desde la cuna, claro.

La biblioteca de Maribel, como la llaman quienes la conocen bien, es la de una casa familiar. No es campanuda, ni tiene ediciones prínceps en pergamino. Pero tampoco es de las que acumulan polvo. Por varias de las estancias de la casa se derrama una biblioteca viva, de uso cotidiano, con unos volúmenes que ella misma, su marido -también profesor- y sus hijos, revisitan con frecuencia.

No solo es Maribel una amante de las letras. Lo es también de la esencia del libro, en sus múltiples manifestaciones, no siendo la menos importante de ellas la de la ilustración. Como buena profesora de Historia del Arte, siempre ha creído en el poder evocador de las imágenes pictóricas y fotográficas, y en su condición de vehículos explicativos de la palabras escritas con ubicación inmediata a las mismas.

Se aficionó a la literatura a través de los cuentos ilustrados de portada troquelada: Pulgarcito, Cenicienta... Aquellos ejemplares que editores como Toray o Edigraf hicieron famosos, y que no hace mucho, nos recuerda, reeditó el Círculo de Lectores, al que está suscrita. Cuentos que luego, antes de mandarlos a la cama, leía a sus hijos como un ritual primero breve, que luego fue alargándose con el paso del tiempo. Se hizo realidad así el adagio tantas veces repetido: a veces lo difícil es leer el primer libro; una vez leído, pocos son quienes dejan de sucumbir a su encanto. La directora de la Editorial Universidad de Granada está muy orgullosa de que sus hijos hayan capitulado ante este hechizo que para los lectores tiene la letra impresa.

Hablábamos antes de su pasión por las ilustraciones. Amén de los primorosos dibujos de Ferrándiz y otros autores que iluminaban aquellos cuentos troquelados, nos muestra un bello ejemplar de los relatos de Beatrix Potter, con el conejo Perico como protagonista. En este momento, entra uno de sus hijos y sonríe al ver el volumen, identificando al protagonista. Ese niño que escuchaba con embeleso las historias de su madre hoy estudia Telecomunicaciones, pero no ha dejado de ser niño, lo cual es fantástico. «Mi hija también escribe algo... Tiene por ahí una cosa escondida, creo...», cuenta, enigmática. Confiesa que, de no haber sido profesora, le habría gustado ser ilustradora de cuentos, y talento no le falta, a tenor de algunos dibujos realizados con sencillos lápices de colores que se reparten por la casa. Quién sabe...

De joven comenzó a intercambiar cómic con su primo, y no era extraño encontrarla leyendo tebeos para 'chicos' como Jabato. Fue, además, lectora habitual de las hazañas de una pareja de despistados agentes de la TIA, o de dos galos en una aldea. Mirando atrás, hay que agradecer los avances que nos han llevado a suprimir las barreras de género.

Las aventuras de Verne, Walter Scott, Mark Twain, 'Los cinco' de Enid Blyton o Alejandro Dumas, el costumbrismo de Dickens o las historias rosa de Sissí llenaron las lecturas de su juventud. Clásicos de Austral y Aguilar fueron introduciéndola en las lecturas 'adultas'. Eran libros de alta calidad y un precio más que razonable.

Ahondando en su actual faceta de editora y colocándose también en la de profesora, Maribel afirma que «con los precios que hoy tienen los libros impresos, me parece inaudito que algunos alumnos de mis clases regateen a la hora de comprar volúmenes que a lo mejor valen ocho o diez euros, lo que tres cervezas o dos copas». «En mi casa no se regateaba con eso», recuerda, «y ahora estamos editando mejor que nunca, también en los clásicos; hay sellos como Cátedra o Castalia que están realizando una labor meritoria». Convenimos en que el IVA para productos como los libros debería ser cero, y aparejar una bajada de precios que dejara sin sentido la piratería, que también está castigando, y no poco, al sector editorial.

Otra de sus aficiones han sido los libros de animales. «Encontrabas auténticas maravillas, no tanto por la calidad de las fotos, sino por la de los dibujos. Algunos de los volúmenes que releí o revisé tantas veces han acabado desencuadernados por el uso de varias generaciones», afirma.

De este a oeste

Maribel ha recorrido, literariamente, el continente europeo, a través de novelas curiosamente protagonizadas por mujeres. Desde la 'Anna Karenina' de Tolstoi hasta la 'Madame Bovary' de Flaubert, pasando por las heroínas de Emily Bronte o Jane Austen. Sus libros más valiosos son de arte, ediciones de Taschen o catálogos emblemáticos. No es una cazadora de rarezas, y como buena madre, ha ido conformando su biblioteca literaria pensando en sus hijos, a los que ha ido introduciendo en la lectura de los clásicos, a ejemplo e su padre. «Él tenía siempre 'El Quijote' a mano, esperando un momento propicio para que pudiéramos leerlo. Eso he hecho yo con mis hijos: ir mostrándoselos conforme su madurez lectora avanzaba», comenta.

Echa de menos haber leído más teatro, aunque en su día repasó algunas de las grandes obras del Siglo de Oro, como 'Don Gil de las calzas verdes'. Quizá este hueco sea ahora común, ya que se identifica el arte escénico como arte en movimiento, sin ofrecer el correcto lugar a la letra escrita que sustenta sus representaciones.

En términos poéticos, también ha sido una lectora de anchas miras geográficas, con Lord Byron, Baudelaire y Oscar Wilde -de quien le apasionó esa prosa tan poética que desprende 'El retrato de Dorian Gray', releída con frecuencia-. De entre los poetas en lengua castellana, recuerda lecturas de Neruda, Lorca, y los poetas del 27. Ha sido lectora de formarse, de informarse y de divertirse. Ahora en verano, lo normal es encontrarla en su terraza -fantástica, con vistas al parque- con un libro entre las manos, quizá tan aparentemente intrascendente como esas novelas de detectives pergeñadas por Conan Doyle, Georges Simenon o Agatha Christie, que devoró y sigue disfrutando.

Aunque el tiempo apremia, trata de leer todo lo que puede de lo que la Universidad edita. Por cierto que hay datos incuestionables, y es que en la última Feria del Libro de Madrid, varios de los volúmenes editados por la UGR se colaron entre los 'best sellers' universitarios. También es reseñable el hecho de que las ediciones se agotan en bastantes títulos. Maribel aprende rápido a gestionar, como en su día aprendió rápido a leer. Es esa curiosidad innata la que espolea su afán de crecimiento personal y científico, y la que, sin duda, le seguirá dando alegrías.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios