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La Oficina Tipográfica de la Diputación, en la Feria del Libro.
Una Feria que 'impresiona'

Una Feria que 'impresiona'

La Oficina Tipográfica de la Diputación muestra a los visitantes cómo funcionaban las antiguas imprentas y su importante papel en el desarrollo industrial y tecnológico

Inés Gallastegui

Domingo, 26 de abril 2015, 01:10

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Uno de los stands más concurridos de la Feria del Libro ha sido estos días la Oficina Tipográfica de la Diputación. Lo original de este puesto es que en él hay letras, muchas letras, pero no libros. La oficina la atienden dos funcionarios de la institución provincial que, además, son apasionados de la imprenta y grandes conocedores de su funcionamiento. Un homenaje a Gutenberg, en la era post-Gutenberg.

El puesto ha sido visitado por dos grupos de escolares diarios, llegados de todos los puntos de la provincia. Para la inmensa mayoría de los chavales, conceptos como tipo móvil, prensa, linotipia o rotativa son completamente nuevos. «Hasta los años setenta la imprenta tipográfica era un elemento habitual de nuestras vidas, pero con las impresiones digitales y los ordenadores desaparecieron», explica Francisco Martínez Vela, que muestra su saber enciclopédico sobre este tema. En la Oficina Tipográfica hay una representación de máquinas de impresión tipográfica manual, utillaje y herramientas. Por ejemplo, las cajas de tipos de plomo con las diferentes letras y símbolos que, uno a uno, permiten componer palabras, líneas y páginas completas.

Este año la caseta está dedicada a los periódicos y exhibe, por ejemplo, un cartón de estereotipia del IDEAL del año 1978 o la primera edición de este diario, en 1932. «Los periódicos tuvieron una importancia fundamental en el desarrollo tecnológico de los talleres de imprenta -explica Martínez Vela-. La rotativa y la linotipia fueron inventos provocados por los periódicos que, a la larga, favorecieron a las imprentas tipográficas y a sus trabajadores».

La lentitud del amanuense

El impresor viaja aún más atrás en el tiempo para explicar el invento de la imprenta a los visitantes. Para ello, les enseña un manuscrito y una copia de una página de la Biblia de Gutenberg, publicada en 1454, con 1282 páginas de pergamino o de papel. «A primera vista son muy parecidos -resalta-. Pero un amanuense podía tardar un año en copiar un ejemplar de la Biblia, mientras que con la primera imprenta se hicieron 180 en tres años». Un negocio aparentemente redondo que, sin embargo, llevó a la ruina a su inventor, que acabó sus días en la miseria por culpa del inversor que le había prestado el dinero.

Sin embargo, la genialidad de Gutenberg hizo que la máquina que había inventado perdurase durante siglos: «Desde 1454 hasta 1800 apenas hay cambios en la imprenta, solo pequeñas mejoras en las máquinas y el utillaje. Las prensas de madera se siguieron construyendo hasta que, con la revolución industrial, empezaron a construirse de metal, lo que permitía imprimir una superficie más grande y, por tanto, más páginas de libros o periódicos. Si con una máquina de mano se podían hacer 200 o 300 ejemplares a la hora, con las primeras rotativas se podían alcanzar los 4.000 ejemplares a la hora y hoy en día se pueden hacer más de 100.000». Historia, negro sobre blanco.

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