Edición

Borrar
Inauguración de una exposición dedicada a Matilde Ras en presencia de Silvia Ras
Elena Fortún y Matilde Ras, fantasmas rescatados

Elena Fortún y Matilde Ras, fantasmas rescatados

Pioneras en el feminismo y unidas por una relación íntima, ‘El camino es nuestro’ recupera lo mejor de sus olvidadas obras

Miguel Lorenci

Sábado, 31 de enero 2015, 07:20

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Pioneras en la lucha por los derechos de la mujer y la modernidad, autoras originales y constantes, Elena Fortún y Matilde Ras fueron más que íntimas amigas en lo personal y lo intelectual. Unieron sus destinos emocional literario y fueron pareja en el infortunio y el olvido. La fundación Banco Santander rescata del ostracismo la obra de dos «fantasmas de la modernidad». En un volumen de su colección Obra Fundamental repasa lo mejor de los escritos de Elena Fortún -creadora de Celia, celebérrimo personaje infantil nacido en 1928 y con serie de televisión en la Transición- y Matilde Ras, poliédrica escritora a quien el éxito dio esquinazo y que acabaría dedicando su energía y talento a la grafología, disciplina en la que fue toda una autoridad.

El camino es nuestro es el primer título de la colección con dos protagonistas. Se optó por esta fórmula dual dada la proximidad intelectual y emocional de ambas autoras, humanistas comprometidas con la mujer y con su tiempo. Una osadía que pagarían con el exilio y la exclusión tras la incivil guerra española y luego con un olvido mucho más cruel con Ras que con Fortún.

Integradas en la primera generación de feministas hispanas, a caballo entre la pujante modernidad de la vanguardia y el peso de la tradición, como escritoras y periodistas fueron la avanzadilla del feminismo y la denuncia de las injusticias. «Son los grandes fantasmas de la modernidad española», apunta Nuria Capdevila-Argüelles, catedrática en Exeter. Para esta estudiosa de la secreta obra de Matilde Ras, «la sociología de nuestro siglo XX y la historia de la literatura no estarán completas hasta que incorporemos un saber profundo sobre nuestras modernas». Una postura de regeneración como la de Fortún «que abarcaba lo femenino y el papel de la mujer en la sociedad como eje de su visión de la modernidad» según María Jesús Fraga, escritora, investigadora y especialista en Fortún.

Capdevila y Fraga son las responsables del rescate editorial de esta olvidada pareja. Su interesante antología incluye y textos y cartas inéditas de su extensa e intensa correspondencia amorosa además de artículos, ensayos, diarios o cuentos. Recrea además las biografías de ambas escritoras y ofrece las claves de su relación, «un amor correspondido, pero no vivido plenamente, no exento de sombras, excepcional y profundo», según Capdevila. «No sabemos qué grado de intimidad tenían, pero sí que se amaban, y que Elena Fortún confiesa el placer que le producía ver dormir a su amiga», añade.

Mucho más que amigas, Ras y Fortún, se admiraron mutuamente desde los tiempos Círculo Sáfico creado en Madrid por Victorina Durán antes de la guerra y que glosó Rosa Chacel. Coetáneas de luchadoras como María de Maeztu, Clara Campoamor o Maruja Mallo, su relación de idas y venidas se forjó en las colaboraciones que ambas mantenía en Blanco y Negro y ABC en los años veinte.

Elena Fortún, seudónimo de Encarnación Aragoneses (Madrid, 1886-1952) fue un católica nada dogmática. Casada con el militar republicano Eugenio de Gorbea, el suicidio de su marido en Argentina y la muerte de su hijo supondría una catarsis emocional. Conoció el éxito como narradora infantil gracias al personaje de Celia y su hermano Cuchifritín, serie de ocho títulos que abrió en 1928. Alternó las aventuras es esta cría con temas espirituales, sociales y comprometidos. Una postura osada para su tiempo que desde el pacifismo y la defensa de la educación más libre la enfrentó con la intelligentsia oficial. Regresó de su exilio argentino gravemente enferma y retomó su relación con Ras. Se carteó también con Carmen Lafoet, Esther Tusquets o Carmen Conde.

Matilde Ras (Tarragona, 1881-1969), se empeñó en triunfar como narradora, pero acabó siendo una autoridad mundial en el campo de la grafología. Polígrafa, traductora de Verlaine y Rimbaud, especialista en el Quijote, el éxito de sus pioneros estudios grafológicos -el libro incluye los que dedicó a Azorín y Menéndez Pidal- fue precursor de unos tratados que aún tienen vigencia. Unos manuales que han oscurecido sus novelas, ensayos, piezas teatrales guiones y artículos de prensa. Exiliada en Portugal tras la guerra, a pesar de éxitos en la narración juvenil como Charito y sus hermanas esta humanista de cultura cosmopolita jamás alcanzó la notoriedad de Elena Fortún. No se casó ni tuvo hijos. Murió en el olvido y su obra, en la que destacan unos diarios parcialmente inéditos y sus raros Cuentos de la Guerra de 1915, es hoy prácticamente inencontrable.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios