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Miguel Delibes.
Delibes y Sobejano, un canto a la amistad en 200 cartas

Delibes y Sobejano, un canto a la amistad en 200 cartas

Se publican por primera vez las misivas que el escritor y el crítico y catedrático cruzaron a lo largo de medio siglo

Miguel Lorenci

Sábado, 20 de diciembre 2014, 07:50

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«Querido Gonzalo: No me gusta lo que me cuentas pero vives. Yo voy perdiendo cabeza y lo que conlleva. No me quejo. Queda poco tiempo pero lo aprovecho para abrazarte». Es la última, lacónica y emotiva carta que Miguel Delibes escribe en enero de 2009, poco antes de su muerte, a su también enfermo amigo, el crítico Gonzalo Sobejano. Ambos cruzaron misivas durante medio siglo. Unas cartas inéditas hasta ahora que son «la crónica de una gran amistad» según Amparo Medina-Bocos, especialista en Delibes, recopiladora y editora de las cartas que publican la fundación Miguel Delibes y la Universidad de Valladolid. Se presentaron en el Instituto Cervantes de Nueva York hace unos meses y este miércoles en la Biblioteca Nacional.

La escritura era para Miguel Delibes (1920-2010) «una necesidad biológica y espiritual» y las cartas una manera natural de comunicarse. Con su letra menuda y apretada -«tan bonita como complicadita, pero no endiablada» dice Medina-Bocos- el gran escritor vallisoletano se sentía más cómodo «escribiendo, leyendo y enviado cartas que hablando». Poco amigo de viajes, entrevistas y actos públicos, fue muy fiel a la comunicación epistolar, en especial con amigos tan próximos como Gonzalo Sobejano Esteve (Murcia, 1928) poeta, crítico literario y profesor de literatura española.

Delibes y Sobejano se conocieron en 1960 en Alemania. Desde entonces y hasta 2009 mantuvieron una intensa relación epistolar resumida en los casi dos centenares de misivas localizados que evidencian «cómo crece la relación de amistad» entre el novelista y el crítico.«No son todas las cartas que cruzaron; son las halladas después de rebuscar en muchos archivos» dice la editora de los 188 manuscritos que reúne "Miguel Delibes, Gonzalo Sobejano: correspondencia, 1960-2009".

El epistolario da prueba de la profunda amistad que ambos alimentaron y disfrutaron. «Revela como nace y se consolida esa amistad, y como las cartas evolucionan de lo profesional a lo personal, que acaba imponiéndose». «Al principio hablan de libros, conferencias, viajes y proyectos, pero luego abordan asuntos muy personales». «Tanto que, básicamente, esta correspondencia es la crónica y el canto de una amistad entre dos personas excepcionales, que se respetan y admiran y que hablan de lo divino y sobre todo de lo humano» dice Medina-Bocos.

Sobejano se refiere al escritor como un «provinciano universal» mientras que Delibes le agradece con largueza una amistad y unos juicios que aprecia muy profundamente. «Uno envejece y piensa ¿qué es lo que vale la pena? Y una de las pocas -contadas- cosas que valen la pena es la amistad» escribe Delibes en 1964.

Comentan tanto el proceso creativo como sus quehaceres cotidianos. Son «dos caballeros a la antigua usanza», según Elisa Delibes de Castro, hija del narrador, «que comparten sentimientos y vivencias íntimas, se muestran un cariño y admiración mutua» en unas cartas que recorren sus vidas mediante experiencias y pensamientos compartidos.

Intimidad emocional

La mayor intimidad emocional aflora cuando ambos afrontan la muerte de sus esposas. «La pérdida les une mucho» apunta la editora. «Llevo una vida pasiva y a base de estabilizantes. Quiero decir de química de las boticas que te hacen ver menos negro lo que es decididamente es negro» escribe Delibes a Sobejano en 1974, mucho antes de conjurar sus fantasmas en "Señora de rojo sobre fondo gris", donde aborda la muerte de su esposa Ángeles «una idea parasitara -y amarga- que no me deja concentrarme en nada». Tres lustros después es Delibes quien anima a su amigo que ha perdido a su esposa Helga: «no te pienses. Procuar no compadecerte y vivir hacia fuera» le aconseja.

Vemos como esa confianza íntima hace que las cartas de Delibes sean cada vez más cortas y más intensas, en especial cuando es consciente de su final. «Muy querido Gonzalo: Me encantó tu presencia en el Congreso y el corto rato que pude charlar contigo. Esto lo doy por liquidado. He vivido mi vida y ya está. Recuerdo a tanta gente que me espera que este mundo me parece vacío. Vacío y hosco, no me gusta. Que 2008 te sea favorable y los que vengan detrás. Te abraza tu viejísimo amigo Miguel Delibes» escribe el 31 de diciembre de 2007

«Mi admirado y querido Miguel: Somos huérfanos -me dijiste-; pero somos hermanos -te dije. Y tú lo sabías. Era tu fe única, y lo es para mí, gracias a todo lo que has escrito. Te abraza. Gonzalo» reza la última carta de un Sobejano que fue un pionero en la divulgación de la obra del autor de "Cinco horas con Mario" o "Los santos inocentes" tanto en Alemania como en Estados Unidos, donde el catedrático ha ejercido la docencia.

No hay desencuentros pero sí algún desacuerdo. Delibes estima que «es con los buenos sentimientos con los que se hace mala literatura» mientras que Sobejano sostiene que los malas sentimientos solo producen mala literatura y «le pone ejemplos de obras inspiradas por la justicia, como Dante, y en la humildad, como Kafka» aclara la editora.

«Sobejano cree que las novelas de Delibes son magnificas y Delibes le dice que se siente muy comprendido como crítico y como persona» señala Medina-Bocos sobre los estrictamente literario. La comunicación es tan fluida que Delibes la envía escritos y recibe la críticas de Sobejano. «Hay en las cartas observaciones sobre "La mortaja" o "Cinco horas con Mario" y páginas notables sobre "Parábola del náufrago", "Las noticias de nuestros antepasados", "Cartas de amor de un sexagenario" o "El hereje"» explica la experta.

«Es mucho más emotivo que el epistolario de Delibes con su editor Josep Vergés, con quien cruza cartas completamente profesionales y plagadas de referencias monetarias, ventas y liquidaciones». Las escribe un Delibes que está empezando, que acaba de ganar el Nadal con "La sombra del ciprés es alargada", que «necesita dinero para sacar adelante a sus siete hijos y que está muy preocupado por lo material». Un Delibes que no puede ni soñar con reconocimientos como su ingreso en la RAE en 1975 y premios como Príncipe de Asturias (1982), el Nacional de Literatura (1991), el Cervantes (1993) y el Nacional de Narrativa (1999).

«Han sido días muy cansados y he quedado un poco harto (los premios deben ser para los jóvenes). Con todo creo que ésta es una manera de cerrar una carrera de escritor más digna que el silencio repentino» escribe Delibes a Sobejano tras ganar el Cervantes.

Profesor en París, Heidelberg, Maguncia, Colonia, y en varias universidades de Estados Unidos, done sigue radicado, un problema de salud impedirá a Sobejano estar en la presentación del libro. Tendrá lugar este miércoles en la Biblioteca Nacional. Un acto en el que intervendrán el nuevo director de la Real Academia Española, Darío Villanueva; José Ramón González, secretario de la Cátedra Miguel Delibes de la Universidad de Valladolid y el Graduate Center de la City University of New York; Elisa Delibes de Castro, presidenta de la Fundación Miguel Delibes; y Amparo Medina-Bocos, editora de la obra.

Con introducción de Nora Glickman, en las 264 páginas del libro se reproducen mucho de los manuscritos, postales y telegramas intercambiados por el escritor y el crítico y algunas fotos de sus contados y breves encuentros a lo largo de medio siglo.

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