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Imagen de la representación del lago de los Cisnes anoche en el Generalife.
El lago de los Cisnes cierra la sección clásica del Festival

El lago de los Cisnes cierra la sección clásica del Festival

Interesante actuación del Ballet del Teatro Nacional de Praga en los Jardines del Generalife

JOSÉ ANTONIO LACÁRCEL

Viernes, 8 de julio 2016, 02:49

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La parte clásica del Festival en esta su sesenta y cinco edición ha llegado a su fin. Este año, en esta edición, las grandes orquestas y diversas compañías de danza han tenido un notable protagonismo, lo que ha contribuido a que el Festival haya alcanzado unas buenas cotas, en algunos casos excepcionales como cuando tuvimos ocasión de escuchar a la London Symphony Orchestra, bajo la dirección de un espléndido Sir Simon Sattle. Casi todo el mundo coincide en afirmar que fue el Concierto -con mayúsculas- del Festival, sin desdeñar otras actuaciones muy interesantes y meritorias. Pero, deben perdonarme, ahora tenemos que centrarnos en el espectáculo que anoche, en los Jardines del Generalife nos ofreció el Ballet del Teatro Nacional de Praga que puso en escena El Lago de los Cisnes, de Chaikovski, con coreografía de Pavel Dumbala y Hana Vlacïlova, a partir de las tradicionales de Marius Petgipa y Lev Ivanov.

Se pone así punto y final a las actuaciones de danza que, como escribía más arriba, han sido bastante interesantes. Desde la Compañía Nacional de Danza, que estuvo especialmente inspirada, a los siempre legendarios bailarines del Teatro de Bolshoi de Moscú. Aunque bien es verdad que estas actuaciones eran en realidad galas de ópera, sin que pudiéramos presenciar un ballet completo como ocurrió anoche, con uno de los títulos más importantes, de auténtico culto, en la historia de la danza, como es El lago de los Cisnes. Junto con Copelia, de Delibes, Giselle de Adams, y Cascanueces, también de Chaikovski, constituyen lo más granado del llamado ballet blanco, títulos que el público no se cansa de ver y que demanda continuamente.

El lago de los cisnes, tiene una música brillantísima, muy hermosa y que llega con gran facilidad al público. La riqueza melódica de Chaikovski, siempre presente en sus obras, alcanza en ésta un protagonismo muy importante. A ello hay que añadir que la coreografía original de Petipa, actualizada en esta ocasión, es irreprochable y contribuye a que una representación del Lago sea uno de los hitos triunfales con los que cuenta el Festival. Por supuesto que siempre supone una garantía de éxito el que se anuncie este brillante ballet que tiene partes líricas, muy emotivas, todas las relacionadas con el cisne blanco, partes brillantes y llenas de colorido, como pueden ser la danza española, la danza napolitana, la danza rusa, la húngara y la polaca. O las bonitas escenas de conjunto en el primer acto de la obra.

Se han hecho tantas versiones y muchas de ellas tan afortunadas que siempre se recibe esta obra con cierta expectación, no con recelo, pero sí queriendo constatar que se encuentra la compañía de danza correspondiente en el camino adecuado. El Ballet del Teatro Nacional de Praga es un ballett interesante, digno, en algunos momentos brillantes, sin llegar a la excepcionalidad que muy difícilmente se consigue y menos aún en obras tan conocidas y que han sido protagonizadas por los más grandes mitos de la danza. Los checos ofrecieron una versión limpia, muy elegante, muy sobria en algunos momentos pero siempre con una calidad y un saber estar muy dignos de tenerse en cuenta.

Para el que esto firma quizá el momento más brillante estuvo en el acto tercero, con esa interesante sucesión de danzas que dotaron de especial brillantez la representación. Y con el paso a dos del cisne negro donde más brilló Giovanni Rotolo, que encarnaba al príncipe Sigfrido y que, salvo en esta ocasión que ha estado muy brillante, tuvo una actuación en general muy sobria. Miho Ogimoto fue una deliciosa Odette y Odile, en esa doble vertiente de cisne blanco y cisne negro y destacó muchísimo por su gran brillantez en toda su actuación el bailarín Veaceslav Burlac en el convincente papel de Bufón. El cuerpo de baile, muy disciplinado y elegante. En definitiva, una interesante versión que pone punto final a lo clásico en esta edición del Festival.

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