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Tres jóvenes bailan en el Festival de Música y Danza.
Flamenco y poesía en el Festival de Música y Danza

Flamenco y poesía en el Festival de Música y Danza

El certamen granadino ha sido testigo de los encuentros entre las mejores voces del Flamenco y las letras más arraigadas de la Poesía

JORGE F. BUSTOS

Miércoles, 29 de junio 2016, 02:20

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Grosso modo la canción es poesía y, si planteamos el silogismo, el flamenco también lo es. Tradicionalmente las cuartetas o quintillas de origen popular han alimentado los cantes. Antonio Machado y Álvarez llamaba 'gran poeta anónimo', en el prólogo a su libro recopilatorio 'Cantes flamencos y cantares' (1887), a todos esos autores que, sin firma ni reconocimiento, dejan sus versos para el pueblo, quizá pensando que lo mejor que le puede pasar a un poema es que deje de pertenecerle. Demófilo habla en ese mismo prólogo de que el grueso de coplas populares no bajaría del orden de cien mil canciones; y que «la mejor poesía es la que dice más en menos palabras».

En los 80 del siglo XIX, el padre de los Machado compiló miríadas de letras en algunos cancioneros. Labor que ya emprendiera anteriormente, reconociendo la voz popular, Don Preciso, Gustavo Adolfo Bécquer, León Felipe, Fernán Caballero o Rodríguez Marín. García Lorca, como sabemos, Antonio Machado o Menéndez Pidal, por su parte, continuaron la tradición de elaborar cancioneros. En la actualidad se puede hablar fácilmente de 200.000 letras vivas en el flamenco y de otras tantas olvidadas, si no más.

Según Rodríguez Marín, las características de la copla son la espontaneidad, la claridad y la sobriedad. Asegura con razón que «la poesía del pueblo no tiene ripios»; y se remonta a algunos autores clásicos, como Ruiz Aguilera, Salvador Rueda, Manuel del Palacio, Quevedo o Lope de Vega, de los que han trascendido sus letras hasta el anonimato popular, como ahora se puede exclamar «juventud, divino tesoro» sin adivinar que es un verso de Rubén Darío. Así hay letras 'popularizadas', que pertenecen a poemas de escritores reconocidos. Letras 'cultas', de Federico García Lorca, Manuel y Antonio Machado, Rafael Alberti, Ángel Ganivet o Juan de Loxa, que han ido engrosando este acervo popular.

Es un viaje de ida al flamenco, de la poesía para ser cantada, donde se barrunta el sentimiento jondo de los poetas. Pero también es un viaje de vuelta. El flamenco se asoma al quehacer de los versificadores. El cantaor se espeja en las composiciones de nuestros vates, para enriquecer sus decires, creando lo que se ha llamado oficiosamente 'flamenco culto'.

Por ende, también podemos hablar de 'cantaores cultos'. En este último medio siglo, podemos reconocer a Enrique Morente, José Menese, Mairena, Manuel Gerena, Calixto Sánchez, Alfredo Arrebola o Diego Clavel. Pero también a Lole y Manuel, Juan Peña 'el Lebrijano', Mayte Martín, Estrella Morente o Juan Pinilla, que, a lo largo de su obra o en momentos puntuales, se han acercado a los grandes nombres de la lírica castellana. (También se han acercado a los narradores, como Juan Peña 'el Lebrijano' a Gabriel García Márquez, Esperanza Fernández a José Saramago o Morente y actualmente Sergio Gómez 'el Colorao' a Miguel de Cervantes.).

En los 70, el flamenco se trocó en canción protesta y entró en las Universidades paralelo a como ya lo hacía la canción de autor de Paco Ibáñez, Labordeta o Serrat. La llegada de Enrique Morente sirvió para dar un nuevo impulso, quizás definitivo, a la aceptación del flamenco por parte de los universitarios, y de los intelectuales en general. Morente de esta manera se convirtió en el máximo impulsor del acercamiento entre el flamenco y la poesía española. Miguel Hernández y García Lorca fueron los primeros poetas que llegaron a las manos del cantaor y lo abocaron sin condiciones a su compromiso poético y social.

De ellos pasó a los Machado, a San Juan de la Cruz, al rey de Sevilla, Almutamid, a Fray Luis de León, a Lope de Vega o a Juan del Encina. Más tarde pasaría a Pedro Garfias, Nicolás Guillén, Rafael Alberti, José Bergamín, León Felipe, José Hierro o María Zambrano. Todo un recorrido por la poesía hispana que salpica sus discos y sus recitales. No se concibe a Morente sin su extensión poética. No se puede hablar de poesía flamenca sin mencionar al 'Ronco del Albaicín'. Enrique era músico sobre todas las cosas, capaz de cantar cualquier texto. Él mismo reconoce: «Al principio creía que hacían falta versos de tantas sílabas, luego ya daba igual. Mientras sean buenos, todos valen. Yo mismo he escrito algunas letras, pero siempre he tenido más facilidad para crear música, y hay tanta poesía, y tan buena, que es mucho más fácil cogerla y ya está».

El Festival de Música y Danza

En 1966, las sesiones del Festival de Música y Danza se realizaban en el Paseo de los tristes. En el recital de ese año, además de los granadinos Manuel Ávila y 'Cobitos', participó José Menese. Presumiblemente, con cinco discos en su haber, ya cantara los poemas comprometidos que proponía su letrista Paco Moreno Galván.

En el cincuentenario del Concurso de Cante Jondo de 1922, se celebra en el Generalife un certamen que remeda este primer evento, coincidiendo con el XXI Festival. Se alza con el laurel Calixto Sánchez, que comienza su carrera exclusiva como cantaor, mirando de frente a los poetas, hasta que en 2001 graba 'Retrato flamenco' dedicado íntegro a Machado.

A partir de 1974, la aparición, junto a los mencionados, de Enrique Morente, con su carga lírica incorporada, era un continuo. En los años 80 y 90 continúan los mismos adalides de la poesía, incorporando algún nombre en temas puntuales. Pero, es a partir del nuevo milenio cuando entra en juego la sensibilidad de Mayte Martín; las colaboraciones de Marina Heredia; el testigo de Estrella Morente; la contundencia de Poveda y Arcángel, poniéndole voz a los 'Sonetos del amor oscuro' que orquestó Mauricio Sotelo en 2005; el carisma de Carmen Linares cantando a Juan Ramón, Lorca, Alberti, Miguel Hernández, Valente y Ortiz Nuevo en el Palacio de Carlos V, en 2012; o el eco de Esperanza Fernández acercándose a Saramago en 2014 en los Aljibes.

El baile y el montaje escénico también tienen mucho qué decir en el mundo del flamenco y de la poesía. En 2007, la Compañía de Antonio Gades representa en los Jardines del Generalife una 'Carmen' muy lírica, con textos, por ejemplo de Federico; en 2009, en el mismo escenario, una nutrida pléyade de bailaores, encabezada por Belén Maya, le rinden justo 'Homenaje a Mario Maya', remedando alguna de sus piezas basadas en poemas de Lorca o de Juan de Loxa; o en 2012, la Compañía de María Pagés, en el Generalife, llevan a escena 'Utopía', con textos de Baudelaire, Benedetti, Neruda o Machado.

Pero es en el FEX de 2011 ('Al compás de la poesía') y 2012 ('Musicatura') donde la poesía y el flamenco se funden a propósito. Organizado por la Asociación del Diente de Oro, cerca de una veintena de poetas compusieron textos para ser interpretados en clave flamenca. Cante, baile y recitado. La Placeta de las Ninfas, el Corral del Carbón, el Parque García Lorca o el Palacio de Quinta Alegre fueron testigos de tal iniciativa.

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