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El público granadino llenó anoche el Teatro del Generalife para disfrutar de los movimientos del Ballet del Teatro Bolshoi.
Diaghilev regresa al Generalife

Diaghilev regresa al Generalife

El Ballet del Teatro Bolshoi de Moscú homenajeó al gigante de la danza con un programa que dejó grandes instantes que pasarán a la historia del Festival

JOSÉ ANTONIO LACÁRCEL

Domingo, 26 de junio 2016, 02:06

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La sombra de Diaghilev pareció flotar sobre los jardines del Generalife en la noche calurosísima de junio en que se rendía un homenaje en recuerdo a su presencia, con los Ballets Rusos, en tierras granadinas, cuando Falla, cuando Lorca, cuando Landowska, cuando Granada era como un gigantesco cenáculo de arte y de cultura, una pujante ciudad que en medio del silencio elevaba la voz del arte, la voz de la música, de la danza, del teatro, de la poesía.

Granada, que fue sueño casi inalcanzable para los románticos, vivió una edad de oro cultural que difícilmente podrá igualarse. Anoche la ciudad volvió a revivir aquellos acontecimientos en una noche que supo a homenaje. Y precisamente con bailarines rusos que evolucionaron sobre el escenario del Teatro del Generalife. Y no cualquier compañía rusa sino los componentes del Teatro Bolshoi de Moscú, uno de los dos emporios, de los dos grandes centros capaces de mantener siempre viva la leyenda, basada en la más exacta realidad, de los grandes bailarines rusos.

Fue con ellos como Diaghilev volvió a pasearse por los escenarios de Granada. Su recuerdo, lo que supuso, lo que significó para la música española la presencia del bailarín y coreógrafo ruso, se recuperó ayer. También esa fotografía que es en sí toda una declaración de principios, en el Patio de los Leones, con atuendos orientales basados en la 'Sherezade' de Rimski-Korsakov, como una premonición del auge, del empuje que muchos años después, alcanzaría nuestra ciudad con el nacimiento del Festival Internacional de Música y Danza, cuyo sesenta y cinco cumpleaños celebramos ahora.

Diaghilev, su espíritu, su obra, su estreno en Londres del 'Sombrero de Tres Picos' con la aportación de otro mítico, el gran Ernest Ansermet, al frente de la orquesta de la Suisse Romande. Y la evocación viene de un programa donde están presentes grandes autores rusos como Chaikovski, Strawinski y Prokofiev, junto a los músicos del entorno de Falla o el mismo Falla del Sombrero, con una concesión - magnífica concesión- al romanticismo alemán con esa 'Invitación al Vals' o 'El espectro de la rosa', de Carl María von Weber, creando un clima precioso y preciosista que una vez más tiene como escenario afortunado el Teatro del Generalife.

Hubo anoche muchas variaciones en el programa sobre lo que se había anunciado inicialmente. Se empezó con dos obras de Stravinski, un Apollon musagéte, ballet en un acto donde destacó la elegancia sobria y mesurada de Artem Ovcharenko, bien acompañado por seis bailarinas muy eficientes y seguras. Iván Vasiliev dio una espléndida lección de danza, de expresión corporal con el breve monólogo de Petrushka. Y de pronto se abrió un paréntesis para el mejor romanticismo. El paso a dos del acto tercero de 'La bella durmiente', de Chaikovski dio lugar al legítimo lucimiento de Semyon Chudin y Alexandra Timofeeva.

Hubo otra concesión al romanticismo en el 'Espectro de la Rosa', deWeber, con la inteligente y bella coreografía de Fokine y la sobria versión de Igor Kolb y Anastasia Lomachenkova. De nuevo una coreografía que podría ser considerada romántica en 'La Sílfide' y se pasó de nuevo a Stravinski con un paso a dos del 'Pájaro de Fuego', muy logrado y efectista. De pronto, fuera del programa pero anunciado a medias por la megafonía -muy deficiente por cierto- la breve alusión a Saint Saens, con 'El Cisne', para terminar con la espléndida aportación del mejor Kachaturian, con 'Spartacus', donde de nuevo brilló Vasiliev bien acompañado por Marianna Ryzhkina. Una primera parte que se nos antojó demasiado larga, estableciendo un desequilibrio entre las dos partes del programa ya que se terminaba con la Sinfonía Clásica de Prokofiev, con cuerpo de baile y solistas. También especial mención mereció la buena coreografía de la farruca del Molinero del 'Sombrero de Tres Picos', de Falla, bien entendida por Andrei Merkuriev.

Gustó el Bolshoi en este primer encuentro con el público de Granada en esta edición del Festival de Música y Danza. La sombra, la inspiración de aquella figura irrepetible que fue Diaghilev paseó, por propio derecho, por el escenario, porlos cipreses, por los jardines del Generalife.

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