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José E. Cabrero
Domingo, 6 de julio 2014, 00:06
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Uno al cine, en verano, va para regodearse. Para refugiarse del calor infernal de la calle. Para disfrutar del fresquito de la butaca y de la dispersión mental de un entretenimiento básico. Que no lamentable. Básico, es decir: que entretiene de verdad. Qué quieren que les diga, me parece una situación maravillosa y envidiable a todas luces. A ver, que el buen cine, el cine mayúsculo, el que aspira al arte, siempre refresca de alguna manera; pero también se agradecen otras experiencias.
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