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Miembros de la Schola Gregoriana Hispana, en la presentación.
Al son de Fernando, el Rey Católico

Al son de Fernando, el Rey Católico

IBSClassical produce un disco con las músicas de su corte, tanto religiosas como profanas

José Antonio Muñoz

Lunes, 22 de mayo 2017, 01:56

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Fernando IIde Aragón, rey de las Españas por matrimonio con Isabel Ide Castilla, murió un 23 de enero de 1516 en Madrigalejo, Cáceres, relativamente lejos de una ciudad en la que vivió algunos de sus mejores momentos como monarca. El Rey Católico dejó en la ciudad una impronta que aún hoy pervive, siendo como es la última morada de sus despojos. Una ubicación elegida por él y respetada por sus sucesores. Una ciudad que, gracias a él y a su directo sucesor, su nieto el emperador Carlos, se convirtió en capital del mundo.

Más allá de la dimensión histórico-bélica del personaje, ahondar en la vida privada de Fernando en Granada es una tarea apasionante. A ella han contribuido diversos historiadores, apasionados por la figura de quien, se ha dicho con frecuencia, inspiró la obra El príncipe de Maquiavelo, por más que tal extremo esté en cuestión en nuestros días.

Precisamente, a conocer la dimensión musical de su vida privada contribuye un disco que, editado con la colaboración de la Universidad de Granada, se presentó el pasado viernes en el Palacio de la Madraza. La grabación responde al título de Fernando El Católico (1452-1516): músicas de la época, y se registró el pasado mes de julio por el Coro Manuel de Falla de la Universidad de Granada, dirigido por Jorge Rodríguez Morata, y la Schola Gregoriana Hispana, a cuyo frente estuvo Javier Lara, acompañados ambos por el percusionista David Ruiz.

Una de las particularidades que hacen de este trabajo, cuya realización técnica y producción ha corrido a cargo del exitoso sello granadino IBSClassical, fue el lugar de su grabación:el interior de la Capilla Real. Un espacio que, además del indudable componente simbólico que le otorga la presencia del gran protagonista del disco, se ha revelado como un entorno idóneo por su sonoridad exquisita.

La salud del Rey, mermada por una gota provocada por el consumo continuado de carnes rojas, le obligaba a estar sentado en ocasiones, y entonces gustaba de escuchar música para entretenerse. Durante sus tres estancias en Granada en el tiempo de la guerra, hasta junio de 1499 y luego de 1499 a 1501, Fernando e Isabel supieron rodearse de una corte en la que brillaron con luz propia, en lo musical, personajes como Pedro de Escobar o Juan del Encina, ambos presentes en esta grabación.

Continuidad

Jorge Rodríguez Morata, director del Coro Manuel de Falla de la Universidad de Granada, explica que «la génesis de este trabajo nos remite al que realizamos con ocasión del quinto centenario de la muerte de Isabel la Católica. El disco funcionó muy bien; de hecho, se sigue vendiendo. Y al llegar el centenario de Fernando, pensamos que dedicarle una grabación al consorte de Isabel».

El lugar elegido para la grabación fue, como ya se ha dicho, la Capilla Real, el mismo del registro anterior. «Dimos un paso más en este caso; hablamos con Manuel Reyes, capellán mayor, y además de grabar este disco allí, le propusimos hacer un concierto el mismo día en que se conmemoraba el quinto centenario de la muerte del rey, el 23 de enero. Aceptó encantado, y nos dio todas las facilidades posibles», comenta Rodríguez Morata.

Fina inteligencia, gran astucia, ganas de vivir

  • La estancia de Fernando El Católico en Granada no difirió excesivamente de las pautas que marcaron el resto de su existencia. Pocas personas la conocen tan bien como José Enrique López de Coca, catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Málaga desde 1981. El profesor López de Coca afirma que «Fernando llega a Granada en 1482 y cerca Loja, obteniendo un fracaso rotundo. Luego, según los cronistas, prendió ciencia, es decir, se dejó aconsejar por algunos nobles andaluces que conocían la guerra en la frontera, y cuando volvió cuatro años después sobre Loja, la conquistó en muy pocos días».

  • Aristócratas como Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz, o los Fernández de Córdoba, le guiaron en esta campaña. En 1487 se jugó la vida en Vélez, al caer su caballo herido. En 1488 un sufí de Djerba que vivía en Guadix le intentó asesinar en el cerco de Málaga, pero equivocó el blanco. Ello le costó a los sitiados ser condenados a la esclavitud. No se andaba con tonterías.

  • Fernando decidió que iba a ganar la guerra por agotamiento. Sitió diversas plazas Baza, Almería hasta conseguir rendirlas, con paciencia, sin causar destrozos que suponían diezmar su propio ejército. «La guerra estaba resultando cara no sólo en dinero sino en sangre. En 1490 empezaron a circular coplas anónimas arremetiendo contra la política del Rey», recuerda el catedrático.

  • Entre campaña y campaña, Fernando, que comenzó siendo sólo el marido de la reina propietaria, Isabel, fue tomando cada vez mayor protagonismo, «dado el alto grado de acuerdo que había entre ambos». El sustitutivo de las campañas era la caza. «Curiosamente, celebró la caída de Almería invitando a cazar al vencido, El Zagal. Nos puede parecer chocante, pero así fue».

  • Mientras Isabel supervisaba los abastecimientos y despachaba el resto de los asuntos del reino en retaguardia, Fernando ocupaba la primera línea de combate, muchas veces en sentido estricto. Desde 1486, sin embargo, Isabel y Fernando estarán juntos en todos los cercos, ofreciendo la imagen de unidad que tan del agrado era de sus súbditos. También dejaba entrever el mensaje de que la guerra no finalizaría hasta que cayese Granada.

  • Sin tener las inquietudes intelectuales de su mujer, Fernando era un buen lector, y no era extraño verle enfrascado en un libro. Hablaba latín, como la reina, y en la lengua de Plauto se entendía con muchos enviados extranjeros. «Fue, esencialmente, un rey de fina inteligencia, gran astucia, y muchas ganas de vivir. Por eso, otorgó capitulaciones generosas, porque quería terminar la guerra cuanto antes. Y por eso se enfadó tanto cuando los moros se levantaron en el Albayzín en 1499», afirma el profesor.

  • Con todo, Fernando también era un padre amoroso. Luchando en Ronda contra los mudéjares, en 1501, les otorgó una capitulación que no merecían por sus desmanes, con tal de volver a Granada para ver, por última vez, a su preferida, su hija Catalina, que partía para acabar siendo la primera y sufriente esposa de Enrique VIII.

En lo referente a la grabación, realizada en julio del pasado año, el director comenta que «fueron unas horas mágicas. El silencio absoluto del interior contrastaba con el bullir exterior de los músicos. Grabar un disco con el protagonista enterrado bajo nuestros pies fue una delicia. Quizá ese ambiente que se creó tenga mucho que ver en el resultado final del disco». Estamos ante un trabajo que, más allá de su relativa intención crematística, tiene como objetivo divulgar el patrimonio musical de la ciudad. Y no va a ser el último, a tenor de los planes de los artífices de este.

«Fernando h sido un personaje muy denostado, en ocasiones, sólo por la mera razón de su sobrenombre. Parece que nos pesa este periodo histórico y su difusión. El Católico formuló muchas preguntas que aún hoy siguen sin respuesta:su discurso de unidad nos sigue interrogando, tanto como la importancia que Isabel y él dieron a las artes en una época en que no eran muy tenidas en cuenta», afirma Jorge Rodríguez.

Y añade: «Si tuviéramos que buscar un paralelismo, tener una capilla musical como la que tenían los Reyes Católicos es como si hoy hubieran sido propietarios de un club de fútbol de los que ganan la Champions». Yaquí había jugadores de primera: el propio Pedro de Escobar, Juan de Anchieta, Juan del Encina... Siguiendo con el paralelismo balompédico, era práctica habitual robar músicos de unas capillas a otras, siempre buscando conformar la mejor plantilla. «Granada no vivió una Edad Media oscura:pasamos del brillante reino nazarí a ser la capital de facto en el naciente Estado que surge en el Renacimiento. Esto se refleja no sólo en lo político, sino también en lo artístico», comenta el director del Coro Manuel de Falla.

El disco, por dentro

El resultado de esta coyuntura es la existencia de una serie de grandes maestros de capilla, que han dejado su impronta en la colección documental que se custodia en la Capilla Real. «Lo de que la producción propia sea un valor añadido no es algo que hayan inventado los festivales modernos. La producción propia, la creación de piezas para festividades tan señaladas como la Navidad o el Corpus, daba la medida del peso que una agrupación musical cortesana era capaz de tener», asegura el músico. La liturgia religiosa tenía un valor determinante en la música, como la religión lo tenía en la vida diaria.

Es por ello que el disco se divide en tres partes bien diferenciadas.La primera, incluye cuatro coplas vinculadas a su tiempo: Viva el Gran Rey Don Fernando, de Carlo Verardi; Ques de ti desconsolado, llanto por la pérdida del infante; Triste España sin ventura y Levanta, Pascual, levanta que relata una conversación entre dos menestrales que parten a Granada en busca de fortuna, todas ellas de Juan del Encina.

En la segunda parte, es la música religiosa la gran protagonista, con Dios te salve, Cruz Preciosa, un Anónimo, tras el que se interpreta Virgen Bendita sin par, de Pedro de Escobar; Todos los bienes del mundo de Juan del Encina, y Popule meus de Tomás Luis de Victoria.

Sin desmerecer en absoluto las dos primeras, la tercera es la parte más alabada por Jorge Rodríguez Morata. Es la Liturgia de Difuntos con canto gregoriano y obras de Tomás Luis de Victoria. «El Lux aeterna o el In paradisum están muy logrados», comenta. Tras este esfuerzo, el futuro del Coro y la Orquesta de la UGR está por escribir, pero en su horizonte existe un proyecto lírico con danza incluida, que podría suponer un paso de gigante en la consideración de estas formaciones.

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