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Placebo, asignatura aprobada

Placebo, asignatura aprobada

La banda rememoró sus grandes éxitos clásicos en el Palacio de Deportes

Juan Jesús García

Viernes, 5 de mayo 2017, 02:09

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El grupo belga/sueco/inglés Placebo fue importante para la vida de muchas personas en la década de los noventa, esos estaban todos en el Palacio de Deportes, con los mismos años más acumulados que los miembros del grupo, veinte más. Para otros no representaron tanto en plena invasión del britpop, con bandas 'top' como Oasis, Blur u Ocean Colour Scene por un lado y bestias pardas como Godfathers (que por cierto vienen en dos meses) dando estopa, pero también estaban allí, puesto que Placebo es una muesca imprescindible en las cachas de cualquiera de su coetáneos. Una asignatura pendiente de aprobar para los que no estuvieron en Atarfe en su momento. Unas 3000 personas acudieron en un palacio que se quedó holgado a la llamada del grupo del glamouroso Brian Molko (con Matt Lunn en la batería, Nick Gavrilovic como segundo guitarrista y Fiona Brice en los teclados y violín, más un colaborador fuera de foco) y el mutitarea Stefan Olsdal.

Sería este último el que haciendo doblete saliera primero, con el proyecto que comparte junto al malagueño Miguel Mora, Digital XXI. Pionero desde los primeros 90 de la electrónica en nuestro país, Mora la ha llevado al directo como un francotirador del 'yomemiconmigomismo'. El malagueño también le tiene querencia a los dúos, así le vimos con Ana Curra y ahora comparte este proyecto con el sueco de Placebo, con quien colabora también en Hotel Persona. Situados ambos cara a cara en el centro justo del escenario, y simétricamente dispuesto atrás (y elevado) un cuarteto de cuerda, todos ellos se vieron retroiluminados por la pantalla gigante trasera del concierto (en modo 'telonero'), donde una descarga continua de imágenes ponía sentido visual y psicodélico a su rítmica creación sonora. En este caso las poderosas elaboraciones sintéticas de Miguel y Stephan tuvieron su contrapunto vivo y peliculero en la cuerda de las cuatro chicas. Abrieron la noche, pero ellos son ya en si mismos un concierto central de programa, para cerrarlo y mejor aún de sesión golfa.

Apenas le dio tiempo al bajista para secarse la frente y ponerse una chaqueta de cuero cuando ya tuvo que salir de nuevo a la señal de la sintonía 'Every you every me' (en formato vídeo-reportaje) para arrancar con 'Pure Morning' donde su riff manda callar y 'Loud like love', las dos piezas con la que abren esta gira de aniversario donde 'complacen peticiones del oyente' y tocan un cancionero de época.

Ajustados al centro del escenario con mucho aire por los lados, el formato Muse parece ser el preferido de numerosas bandas británicas para un público adulto: sonido espectacular, grandilocuente, pesado y con distorsión controlada, con maquillaje de cuerda y electrónica... una puesta en escena reforzada sobre lo grabado, menos contundente pero más detallista. A destacar en la primera mitad 'Jesus Son' con su punto rimmel (arañas de marte, como 'Exit wonder') o 'For what is worth', otros ejercicios de matizada fuerza sin perder la inmediatez de un ritmo de los que cortan la respiración.

En su caso tras ese arranque fornido los climas se fueron adueñando de la pista cambiando el color de la noche, a oscuro tirando a intenso. La 'angustia adolescente' y el impulso incontenible e imperfecto de aquellos años ha tornado en un show impecable donde todo, audio exquisito (sonar así y allí, merece paga extra para el técnico), primorosas luces, proyecciones deslumbrantes (lástima que no dejaran retratarlas)... todo está medido y funciona con el piloto automático. Según se fue imponiendo la melancolía (mas o menos tensa) sobre la parte física cobraron intención piezas como 'Lazarus', 'Too many friends' o '20 years' (muy orquestada), 'Protect me from what I want', o 'Without you Im nothing' (con imágenes del recientemente desaparecido David Bowie en las pantallas, protector, defensor, patrón de gira y colaborador en este tema del grupo). Más de una lágrima se derramó, sí y la ovación fue de record.

A la hora de escribir estas palabras mucho antes de que el grupo acabase de tocar/soplar dos docenas de canciones/velas, cabe añadir que el fin de fiesta habitualmente se los encomiendan a temas como 'Special-K', la emblemática y fundacional 'Teenage Angst', 'Nancy Boy' e 'Infra-red', despidiendo esta gira con la versión (autorizada por su dueña: Kate Bush) de 'Running Up That Hill'. Placebo, asignatura aprobada.

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