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Viñetas de un poeta en Nueva York

Viñetas de un poeta en Nueva York

Panini edita 'Lorca: un poeta en Nueva York', una novela gráfica en la que el artista valenciano reflexiona sobre las pasiones y las vivencias del granadino en Nueva York

Pablo Rodríguez

Miércoles, 7 de diciembre 2016, 01:15

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Los «cenicientos cristales de Broadway», las «lluvias bailarinas» y el «rumor atravesando troncos y ascensores» de una Nueva York que se batía entre la gloria y el duelo saludaron en 1929 a un Federico García Lorca que llegaba, hoy lo sabemos, en pleno descendimiento a los infiernos. Herido por el fracaso de algunas amistades -Salvador Dalí, Luis Buñuel y Emilio Aladrén principalmente-, alcanzó la metrópoli sumergido en una depresión que ejerció de catalizador para cumplir uno de los deseos más repetidos en sus cartas: abandonar España. Allí, imbuido por la matraca infernal de la Gran Manzana, pudo comprobar de primera mano la desazón de los nuevos tiempos y parió un poemario que aún hoy sigue helando la sangre, deteniendo los latidos de millones de lectores.

Uno de ellos, el dibujante Carles Esquembre (Valencia, 1985), acaba de publicar una novela gráfica en la que repasa las pasiones y las vivencias del escritor de Fuente Vaqueros en tierras americanas. Es 'Lorca: un poeta en Nueva York', un cómic que acaba de editar Panini y que emplea la materia lorquiana para reflexionar sobre una ciudad y un poeta en crisis.

El autor conoce bien el universo lorquiano. Cautivado a lo largo de los años por su obra y lo que él mismo denomina como «el pulso herido de Federico», Esquembre toma el testigo de otros dibujantes fascinados por el escritor de Fuente Vaqueros como Enrique Bonet, El Torres, Carlos Hernández, Javierre o Juanfran Carrera. Lo hace con una novela gráfica que se desenvuelve en una Nueva York en blanco y negro, una ciudad que mostraba ya los primeros signos de decadencia y en la que el autor conoció de cerca «las fatales consecuencias de la crisis financiera, el capitalismo, la mecanización de la sociedad moderna y el racismo».

Esos elementos y otros derivados -el jazz, la industralización, la prohibición y las multitudes- fueron la base de 'Poeta en Nueva York' y sirven también de cimiento a la obra de Carles Esquembre. «Me pareció que el periodo que abarca la escritura del poemario contenía los elementos perfectos para contar una historieta, es sin duda el mejor escenario para situar a un personaje como Lorca», explica.

El trabajo de documentación ha sido, pues, obligado. El dibujante explica que ha bebido de referencias clásicas, publicaciones como las de Manuel García Posada, Ian Gibson, Christopher Maurer y Andre A. Anderson, entre otros, así como en las sucesivas reediciones que 'Poeta en Nueva York' ha tenido desde que se publicara por primera vez en 1940. «La documentación ha sido el proceso más difícil, creo que ha sido un cómic más 'escrito' que 'dibujado'», señala el autor.

El resultado es una obra que parte de Federico y su experiencia, pero que evita convertirse en un 'biopic' al uso. No hay una serialización de imágenes inconexas entre sí con referencias lorquianas, sino que oscila entre las escenas costumbristas, el día a día de la ciudad estadounidense, e imágenes que beben del 'surrealismo' tan en boga en la época y que el autor trató bajo el término 'escritura espiritualista'. También hay retazos, explica el propio Esquembre, de libros como 'La ciudad automática', de Julio Camba, «que me han ayudado a convertir en viñetas parte del ambiente del Nueva York de finales de los años veinte».

Así surgen entre la niebla de las viñetas una ciudad magnética, orgullosa de su modernidad pero tocada de racismo y crisis; y un poeta, un Federico herido por las amistades, que grita «en el rumor atravesando troncos y ascensores», que se encuentra a sí mismo en los «cenicientos cristales de Broadway» y pare el poemario del siglo XX.

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