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Álvaro Holgado es una de las voces más interesantes de la escena poética joven de Granada.
«Me gusta cuando el poeta está en el límite y busca con sinceridad»

«Me gusta cuando el poeta está en el límite y busca con sinceridad»

poeta

Pablo Rodríguez

Lunes, 2 de mayo 2016, 00:16

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Es difícil no haber oído leer a Álvaro Holgado. El gaditano es, a pesar de su juventud, uno de los más interesantes dinamizadores poéticos de la ciudad. Ha sido alma máter de los encuentros literarios de La Tertulia -recogiendo el testigo ochentero de Luis, 'Quisquete' y Álvaro- en los últimos años, ha leído en el Festival de Poesía de Granada y es una de las voces más jóvenes de la ya famosa antología de autores granadinos editada por Esdrújula y también de la que Nieves Chillón ha dedicado a las más importantes promesas de la escena local. Mientras prepara el que será su libro debut, vuelve la mirada a su alrededor y revela su riquísima visión del ambiente poético de la capital.

La Poesía, el género minoritario, está conquistando las redes gracias a los nuevos autores jóvenes. ¿Cómo explica este éxito?

Está pasando algo curioso con la Poesía. En cierto modo se está empezando a comercializar de forma masiva. Es el momento más álgido, pero no es porque la gente esté dándose cuenta de que le encanta sino porque ha entrado dentro del discurso de mercado. Muchos de los autores jóvenes que están teniendo éxito ahora, hablo de Benavente porque es el caso que conozco personalmente, vienen de un pasado como cantautor que los acerca más a algo pop y siguen un discurso que es el que saben que atrae. No digo que esté mal, ojo, pero es un discurso que tiene más que ver con la industria cultural que con otra cosa.

¿Te gusta que la Poesía haya entrado en ese espacio?

Existe y ya está, forma parte del sistema y funciona así. A mí lo que me gusta es la gente que está en los límites. A lo mejor es gente que también entra dentro del discurso, pero lo hace por inercia. Me gusta cuando el poeta está en el límite, cuando busca con sinceridad. Te doy un nombre, Paula Bozalongo. Es un híbrido y me parece una persona muy sincera, muy honesta, que hace sus poemas. No necesita ser rimbombante.

García Montero ha matado a la Poesía en su último libro. ¿Tiene tan mala salud?

No creo que goce de mala salud a pesar de todo... Hay mucha gente escribiendo y me parece bien que sea así, otra cosa es que me guste lo que escriban. Tampoco es que lo que escribían otras generaciones me guste mucho. Javier Egea me flipa, pero hay muchos otros que no... No, la Poesía no está muerta.

¿Qué opinión tiene de la poesía que se hace ahora?

De la que se hace hoy en día y leo yo... Interesarme no me interesa mucho. Cuando iba a la Tertulia leía muchísimo de lo que allí se leía o de gente que me decían, pero he acabado aborreciéndolo mucho. Más que nada porque no les veo tanto bombo. También yo soy muy raro... (Risas) No me voy a poner a pontificar y que cada uno se busque lo suyo. De ahora leo a gente que me agrada, Bozalongo como te he dicho, y poco más.

¿Entonces vive con los clásicos?

-No. Se puede vivir perfectamente sin los clásicos, aunque también depende de los autores. Hay muchos que me gustan y no son considerados clásicos. Te diré cuatro nombres: Javier Egea, que fue el primero que me partió la cabeza; Oliverio Girondo, que es como muy mainstream pero a la vez tiene poemas apabullantes; Allen Gingsberg, que me pareció un hallazgo maravilloso y que me vinogenial en un momento muy concreto; y Pier Paolo Pasolini, que es una cosa impresionante, casi una obsesión mía porque me interesa todo de él: la poesía, el cine, el teatro, los artículos, las novelas, hasta las entrevistas... Es de las personas más brillantes que voy a leer nunca.

¿Qué busca en los poetas que lee?

Al final lo que uno busca es claridad y eso es complicadísimo. Tener lucidez con las cosas es difícil y ellos cuatro la tienen. Y honestidad, que lleven una búsqueda sincera de las cosas. Te diré lo que encuentro en la poesía. No ocurre muchas veces, pero encuentro sorpresa. Me gusta leer algo que me sorprenda. Y me gusta cuando, a pesar de tocar lugares comunes -que es inevitable porque hablamos siempre de lo mismo-, lo hace de una manera diferente y huyendo de lo habitual.

Pintora natural

¿Por qué escribe?

Escribiendo encuentro consuelo, tener la oportunidad de vomitar de alguna manera. (Risas) Vomito mucho hablando, pero escribiendo es de una manera diferente. A veces cuando crees que algo está terminado, aunque un poema nunca está acabado, te da la sensación de bienestar. En cierto modo te ves en lo que escribes y eso tiene una relación de amor-odio también.

¿Escribe a diario?

Yo no escribo todos los días, pero sí que es una necesidad para mí. Es, como te he dicho, como vomitar. Tengo esa necesidad de echarlo fuera.

Cuando escribe o vomita, ¿para quién lo hace?

Es una pregunta muy hija de puta en realidad. (Carcajadas) Es que el escribir en sí lo veo como algo muy personal, pero la cuestión de publicar o mostrar a los demás es diferente. Me gusta enseñarlo y ahí hay muchas cosas que se mueven: está el narciso, las inseguridades... Te da satisfacción porque haces del complejo virtud. Sí, es una tensión porque lo hago para mí y acabo mostrándolo. (Risas)

¿Qué destaca de la Poesía?

Para mí, que es una forma de compartir diferente. Es como esto que está sucediendo ahora entre tú y yo. Estamos hablando y con la Poesía la gente comunica. Eso me parece muy bonito. El hecho de sentarse y leer algo como la Poesía, que muchas veces es corto y exige implicación, me parece un gesto fantástico y esperanzador. No quiero decir que la Poesía vaya a cambiar el mundo, que no lo va a cambiar nunca, pero puede cambiar a personas.

¿Le ha cambiado?

Sí, sin duda. Ha hecho que me sienta bien.

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