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Pablo Rodríguez
Domingo, 19 de julio 2015, 00:29
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Olvide aquella boda que llenó telediarios en la que los comensales -familiares de los novios- se dieron de hostias por la cuestión vasca. Es poco comparado con la que está liando Laviebel este verano en el Palacio de Congresos. La compañía granadina lleva desde el día 8 montando 'Bodart', una obra de espíritu cabaretero ambientado durante en unos locos esponsales en la Costa.
El espectáculo se desarrolla durante dos horas en el antiguo anfiteatro del edificio, un espacio que ha sido reformado y que ahora se conoce como 'La nube'. Allí los espectadores pueden disfrutar del montaje con y sin cena, un elemento opcional que sirve de ambientación durante la historia.
Los espectadores se convierten así en verdaderos comensales de la boda entre Amanda y Ángel, dos 'tortolitos' que encargan a los desquiciados empleados de 'Bodart' -acrónimo de 'Bodas Organizadas Desordenadamente pero con Arte'- la organización de unas nupcias muy especiales por los orígenes de los contrayentes.
Ángel y Amanda son parte de los Alegre y los Cerrada, familias enfrentadas duramente desde hace décadas y cuyos miembros rechazan cualquier tipo de vinculación entre ellos. Ante esto, los organizadores de Bodart deciden invitar a los espectadores a la ceremonia, haciéndolos entrar en la historia y dándoles, a lo largo del montaje, un papel protagonista.
Cada asistente forma parte de una familia, los Cerrada o los Alegre. Así uno pasa a ser del clan de los 'pesetica' o de los 'punta-en-blanco', términos que definen a cada estirpe y que estos se arrojan mutuamente desde que una boda imposible, cincuenta años atrás, desembocara en una tragedia terrible de muerte y odio.
A lo largo del espectáculo son el 'cani' amable de Penélope, la moderna Atila, el galán torpe de Pulpo y la pícara Lady Dadá, miembros de esta agencia de boda terriblemente desordenada, los que van aportando los datos necesarios a los espectadores. Mientras estos degustan los platos (reales) de la cena, los cuatro actores hilvanan números de música y teatro en los que se dan a conocer detalles como la extrema avaricia de los Cerrada y el absoluto derroche de los Alegre.
Cabe destacar dos elementos en el montaje. Por un lado el humor hilarante de los diálogos, especialmente aquellos que nacen de la improvisación del elenco. Penélope, Atila, Dadá o Pulpo se agarran a cualquier comentario de los espectadores para desatar las risas. Por otro lado está la capacidad interpretativa de los actores. Asombra la modulación de las voces, geniales a la hora crear personalidades distintas, y la capacidad de generar escenarios, una habilidad que demuestran en ambientaciones en las que apenas emplean elementos en escena.
Humor
El espectáculo resulta así en un 'mix' que cuenta con los ingredientes habituales de Laviebel. Teatro, música, humor y participación, todo medido y con constantes referencias a la actualidad, conforman este exquisito cóctel al que solo se le puede poner un pero, la acústica. El sonido a veces es deficiente, pero no impide disfrutar de un espectáculo hilarante y sabroso.
Los granadinos podrán disfrutar de esta loca boda a lo largo del verano. Los novios se casarán 18 veces ante los granadinos que paguen los 19 euros -45 si incluye cena- que cuesta la invitación.
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