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Así es el barrio 'troglodita' y 'okupa' de Granada

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Así es el barrio 'troglodita' y 'okupa' de Granada V.S.C.

La barriada ‘troglodita’ pide comunicación directa con el Ayuntamiento de Granada

Los habitantes del cerro de San Miguel, con y sin documentación en regla, de sus cuevas defienden la particularidad de la zona

Vanessa Sánchez

Granada

Jueves, 25 de enero 2018, 12:58

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El Ayuntamiento ha anunciado el inicio del proceso que culminaría en la regulación de las cuevas de San Miguel o en su desalojo, según el caso. Los inquilinos de esta zona afirman que han encontrado esta información en los medios porque «la comunicación entre el Ayuntamiento y la gente de las cuevas es cero». Algunas vecinas entienden que corten los enganches eléctricos ilegales, y aseguran que si pudieran regularizar la situación de las cuevas que habitan podrían mejorar también el entorno.

«Para mí, el auténtico patrimonio de la Unesco es éste no ese», dice una de las inquilinas de San Miguel mientras señala Alhambra en último lugar. La misma vecina, de Barcelona, habla del miedo de muchos vecinos, «miedo a lo desconocido por no saber cómo puedes vivir, qué puedes hacer y qué no». «Esto podría ser un lugar que aún atraiga a más turismo y que esté bien cuidado, que es lo que quiere Granada y el propio vecindario», afirma. Ella alquila su cueva a una de las propietarias de los pocos inmuebles legales que hay.

Aunque no quiere ser fotografiada ni que se haga público su nombre se presta a hablar con este medio; otros no son tan receptivos y se muestran suspicaces ante las preguntas acerca de cómo han recibido la noticia. Son tajantes: «si vuelven a intentar desalojarnos volveremos a abrir las cuevas con la ayuda de 500 personas como la última vez», dice un chico francés que lleva viviendo en la zona desde hace once años, según han informado algunos de sus vecinos.

Buena convivencia

Los que sí han querido pronunciarse acerca del tema, hablan de la convivencia en la zona y de la baja incidencia de la criminalidad. Fuentes de la Policía Local señalaron a este periódico que se han registrado 36 intervenciones en esta zona, cuatro relacionadas con droga, y las demás por encganches ilegales, obras no autorizadas o incluso por un bar abierto sin licencia. También critican el gasto público que implica el desalojo de estas cuevas y que señalan que como en otras ocasiones «en pocos días será reocupado, pero que desestabiliza la zona, como la última vez porque se mete gente distinta”.

En la ladera de este cerro que se levanta sobre la ciudad y el barrio Albaicín, con espectaculares vistas hacia Granada, la Alhambra y la vega, convive un grupo heterogéneo y cosmopolita: gente que pasa temporadas, personas que viven de forma estable en las cuevas, de Granada, de Barcelona, de Italia y Francia; algunos senegaleses también.

Situación cultural particular

Elena vive en la zona desde hace dos años, pero ha cambiado muchas veces de cueva; ella tampoco ha recibido comunicación del Ayuntamiento. Tiene placas solares, por lo que es autónoma en ese sentido. “Siempre parece que está pasando o que va a pasar algo, creo que si dejan tranquila a la gente se puede hacer algo precioso, la gente no invierte ni dinero ni fuerzas en este sitio porque siempre hay este miedo”. Defiende que es una situación cultural particular, tiene un trasfondo histórico y antropológico peculiar, por lo que hay gente que ha trabajado más o menos en la zona, también dependiendo de su origen. En la asociación que han constituido dice que han acordado el compromiso de que cada habitante, ‘okupa’ o no de la cueva mantenga la zona lo mejor posible. Para Elena esta zona es una muestra de la “Granada real, la Granada de los gitanos, cuando llegan los turistas les gusta ver cómo se vive aquí, cómo cada cueva es diferente”.

Residente desde «siempre»

Casi en el límite con la muralla se encuentra uno de los inquilinos más antiguos, “vivo aquí desde el año 853”, afirma. “Tendrían que arreglarlas y dárselas a la gente que están viviendo, porque lo demás, siempre hacen lo mismo y no se va nadie, es un dinero que se van a gastar tontamente” dice, mientras su amigo, vecino de una de las casas que lindan con la zona ‘okupada’ se pregunta “si echan a estas criaturas ¿Dónde van a ir, a la calle?”. Ambos coinciden en que el barrio está mucho mejor en la actualidad que antes, que “hay mejor gente ahora”. Este aspecto lo reafirma un vecino que pasea con su hijo por la zona. Vive allí desde hace cuatro años, “me parece un abuso que se hable de yonquis, de estupefacientes, que puedes mirar el número de intervenciones de la Policía por robos, por delincuencia, eso es lo que quieren vender a la gente porque está claro que este sitio es muy jugoso para poder especular y sacar dinero de aquí“. “Esto estaba lleno de escombros, de ‘yonquis’ y de mierda y ahora vive gente normal, con hijos, muchos tenemos estudios universitarios y la convivencia es buena”.

“Esto estaba lleno de escombros, de ‘yonquis’ y de mierda y ahora vive gente normal, con hijos, muchos tenemos estudios universitarios y la convivencia es buena”

Vecino de las cuevas legales

Se queja de que se metan todas las cuevas “en el mismo saco”, hay algunas que “están en terreno privado”. Añade que entiende que el Ayuntamiento intervenga en las que están en terreno público: “tienen que actuar, que hay muchas cosas que no están bien, cuevas que están deterioradas, pero deben actuar para ponerlo bien no para destrozarlo”. Además señala que el consistorio es “el dueño legítimo de la zona desde 1989, no de antes y que siempre ha habido problemas con el papeleo, que si tiene que poner multas que lo haga” aunque expresa sus dudas: “A quién van multar si una persona no es titular de la cueva ¿Cómo le multas?”. Su cueva dice que está en la zona privada “propiedad de una señora que jamás se ha puesto en contacto” con los ‘okupas’. Apostilla que posee un certificado de la Escuela de Arquitectos de Granada que confirma que la cueva es perfectamente habitable y que no hay riesgo de derrumbe.

Este hombre espera que la nueva corporación opte por una solución definitiva y más social, “lo normal es que no hagan lo mismo de siempre porque no ha servido de nada”. La solución, dice este vecino, debe venir de la comunicación con los que habitan en las cuevas y confía en que sea de una forma sosegada “porque no pueden resolver en dos días un problema que no se ha resuelto en más de 20 años”.

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