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Mercedes Navarrete
Miércoles, 18 de enero 2017, 02:18
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Si el viento la respeta, Playa Granada es un pequeño paraíso donde jamás hace frío -ni siquiera en enero si brilla el sol-; se respira tranquilidad y se disfruta del mar. Un rincón absolutamente privilegiado de la costa andaluza. Y sin embargo, la zona turística de Motril está deshabitada durante prácticamente nueve meses al año. Solo de julio a septiembre la mayoría de sus 1.500 viviendas suben las persianas. A la estacionalidad propia de los destinos de playa se le suma, en este caso, un brutal déficit de servicios que impide que más residentes se queden a vivir de manera estable. Aunque teóricamente supera en población a más de cien pueblos de la provincia, Playa Granada no tiene ni supermercado de octubre a junio -en verano sí abre la única tienda existente-. Igualmente, los bares funcionan de forma intermitente -los fines de semana de buen tiempo-; salvo el restaurante y el campo de golf Los Moriscos o el Hoyo 19, que concentran la vida de la zona.
Si durante el verano tampoco es que sobren los servicios, en estos meses Playa Granada, directamente, hiberna. Lo poco que hay está cerrado. No se puede ni comprar un periódico y las barras de pan más cercanas están a varios kilómetros, en Salobreña o la Playa de Poniente.
«Es una pena ver cómo Nerja está llena de residentes extranjeros jubilados y Playa Granada, con el mismo clima, está vacía. Aquí no se genera riqueza. ¿Por qué? Porque aquí el 'pan bimbo' está a cinco kilómetros». La frase es de Francisco Álvarez de la Chica, presidente de la Autoridad Portuaria de Motril y residente en Playa Granada, pero la podría firmar cualquier propietario de la zona. Álvarez de la Chica pone el dedo en la llaga al culpar al propio Ayuntamiento de Motril de permitir un «desastre» de ordenación con urbanizaciones enteras de viviendas -y otras tantas pendientes que la crisis ha dejado por hacer- sin zonas comerciales y viales de capacidad alta para los coches sin, siquiera, un carril bici.
«El Ayuntamiento permitió una especulación infame», concluye. Y aún así, factores como el ambiente familiar que se respira, el lujo de algunas viviendas, el clima privilegiado y el ajuste de precios durante la crisis ha hecho que cada año sean más los vecinos que se aventuran a vivir de manera permanente en Playa Granada asumiendo el déficit de servicios. Desde la asociación de vecinos instan al Ayuntamiento motrileño a que mueva el suelo que permanece sin desarrollar para generar proyectos. En la zona hay reservados, por ejemplo, más de 70.000 metros cuadrados para equipamientos públicos y ocho mil de suelo comercial.
Sin misas
Lo que sí tiene Playa Granada, desde el año pasado, es su iglesia, tras la cesión de un terreno municipal al Arzobispado, que pagó con otro en La Garnatilla. Pero hasta el templo parece 'hibernar' ya que, a pesar de insistentes gestiones, IDEAL no ha logrado averiguar el horario de misas.
En cuanto a servicios básicos como la limpieza y la recogida de basura tampoco son diarios en la zona durante el invierno. Es la pescadilla que se muerde la cola. No vive gente porque no tiene servicios y viceversa. El cambio de cadena del hotel de Playa Granada, que ha anunciado que abrirá todo el año a partir de la próxima primavera, es una luz de esperanza para romper la estacionalidad. «Parece que no, pero cada vez hay más gente. Hay mucha más vida que otros años», comenta Valeriano Ferreira, que creó la asociación vecinal que en unos primeros años más reivindicativos consiguió mejoras para la zona.
Ratifica esta teoría de que los vecinos se ven poco pero sí que crecen otro buen conocedor de Playa Granada, el propietario de la inmobiliaria Adaix, uno de los pocos negocios que abre todo el año. Juan José Fernández, que lleva una década en la zona, empezó vendiendo por 630.000 euros los áticos que ahora se han quedado en 250.000. «Aquí cada año entran por lo menos 30 vecinos. Cada vez compra más gente, les gusta este ambiente pero sin servicios no tenemos futuro, nuestro problema es que no tenemos turismo extranjero», lamenta. «Aquí solo funciona la hostelería y en verano. ¿Qué negocio vas a abrir en los locales comerciales si no hay gente? Yo llevo años intentando buscarle vida a Playa Granada y no saco nada en claro», apunta este experto inmobiliario que ha adaptado su trabajo al ritmo de Playa Granada. En invierno se dedica a captar pisos y entre julio y agosto los vende. «Lo bueno -suspira- es que todos los años tienen un verano».
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