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De izquierda a derecha, los socios fundadores de la empresa, Pedro A. Álvarez, y Carolina Alonso, junto a la investigadora Ana Esther Ortiz.
Una de ortiguillas a la motrileña

Una de ortiguillas a la motrileña

Tres investigadores abren en la Costa la primera granja en España de anémonas, una codiciada 'delicatessen'

Javier García Martín

Martes, 29 de diciembre 2015, 00:19

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Quien haya viajado un poco ha tenido que toparse con ellas en algún momento. Servidas habitualmente fritas, un puñado de ortiguillas representa hoy un plato muy apreciado por la delicadez que exige su cocina. Con un pellejo urticante, hasta hace muy poco incapaces de reproducirse fuera del mar, de recolección manual y difícil conservación más allá de los entornos costeros y exquisitas por su sabor y textura, las anémonas son uno de los animales marinos (porque no son plantas, aunque lo parezcan) más caros que pueden pedirse en las casas de comidas más tradicionales de, por ejemplo, el litoral gaditano. Con un precio equiparable al que tienen otras delicias marinas como las ostras, el mercado de las ortiguillas ha comenzado su revolución. Y la culpa de todo está en plena Costa de Granada.

Tres investigadores acaban de abrir en el CADE de El Vadillo de Motril la primera granja de anémonas de España. Ellos, fundadores de iMare Natural, son los mismos que muy recientemente han logrado que esta especie se reproduzca por primera vez en cautividad. Su historia, como la de muchos visionarios, empieza en la universidad.

Pedro Antonio Álvarez, Carolina Alonso y Ana Esther Ortiz se conocieron hace unos años estudiando Ciencias del Mar en Cádiz y acaban de lanzarse a la senda del emprendimiento que, en su caso, tiende una pasarela desde el mundo de la investigación hasta el de la explotación comercial. «No hay ninguna otra piscifactoría a nivel nacional de estas características», señala a IDEAL Ortiz, investigadora responsable de controlar la planta. Ante ella se extiende una docena de grandes cubetas conectadas entre sí y pobladas por 400 de estos ejemplares, que se dejan mecer cómodamente por un ciclo cerrado de agua. «Hay espacio para otras 800», señala.

Viajes en el tiempo

Ella es la guardiana del sistema desarrollado por estos expertos y que, de forma pionera, permite a las ortiguillas de mar nacer, crecer, reproducirse y engordar al antojo humano. Todo el procedimiento es «limpio y responsable con el medio», destaca Álvarez, cofundador junto a Alonso y el único motrileño de un equipo cien por cien andaluz.

Su fábrica sirve, esencialmente, para la puesta a punto de las ideas que han desarrollado. En una parte del proceso, sus promotores son capaces incluso de viajar en el tiempo. «Empleamos un 'software' que manipula las condiciones lumínicas que hay sobre las cubetas, simulando el atardecer, la luz diurna o de la luna. Aumentando la velocidad de estos ciclos, hemos conseguido acelerar su maduración», explica Ortiz.

Junto a estos seres tentaculosos y capaces de merendarse crustáceos y peces, en los tanques de iMare también conviven otras dos suculentas especies marinas. La espardeña (o pepino de mar) y la salicornia (o espárrago de mar) se extienden también a sus anchas en la granja, aunque su explotación todavía está en fase beta. Su papel en esos tanques redunda en aquello de lo que más orgullosos se sienten los ocasionales granjeros: la aplicación de lo que denominan una «acuicultura integrada».

Vecinos ecológicos

Las tres especies conviven en un ecosistema autosuficiente en el que los desechos de una son reciclados y aprovechados para convertirse en fertilizantes o aportes nutricionales para otra. «Además, se incrementa la rentabilidad del proyecto, ya que la producción de espárrago de mar con este sistema adquiere un valor comercial mayor al ser considerados como producto ecológico libre de químicos como pesticidas o fertilizantes», explican. El agua, también, se depura por procesos naturales como la decantación o la actividad de unos organismos 'limpiafondos' que, a la postre, sirven de aperitivo para los propios huéspedes de la granja.

El proyecto de iMare es, por el momento, científico, pero el salto al mercado el próximo año es un paso natural, al menos de la mano de las ortiguillas. La diversificación de la acuicultura es uno de los grandes retos de este subsector del agroalimentario, según reconocen los promotores de esta empresa. Así, la novedad de su idea radica en que en sus cubetas se produce algo distinto a especies explotadas desde hace tiempo, como la dorada, la lubina, el rodaballo o los salmónidos.

Saludables

Los habitantes de su granja, además, son piezas de alto potencial económico, algo que, sobre el papel, permite sacar rentabilidad a su producción. En el plano alimenticio, además de su reconocido sabor, la empresa defiende la alta calidad nutricional de esta anémona, que sin aportar apenas calorías, «es considerada una de las más abundantes fuentes naturales de proteínas y ácidos grasos esenciales». En el terreno ecológico, cabe recordar que la creciente demanda de este plato puede llegar a convertirse en una amenaza para las colonias del litoral andaluz.

Por todo ello y por el momento, la idea ya ha llamado la atención de las autoridades políticas, que no faltaron a la inauguración de las instalaciones en el polígono motrileño hace unas semanas. No por azar, «su trabajo creador y su potencial innovador» -en palabras del delegado territorial de Economía, Innovación Ciencia y Empleo de la Junta, Juan José Martín- les ha hecho merecedores del trofeo granadino en la categoría 'Creación' de los premios 'Andalucía Emprende'.

Por su parte, el consejero del ramo, Antonio Ramírez de Arellano, aplaudió el esfuerzo de los investigadores por situar la ciencia «al servicio de un objetivo beneficioso para todos con una producción considerada ecológica y sostenible». La empresa, de hecho, forma parte de un proyecto europeo pionero en biotecnología marina. Hoy por hoy, los investigadores miran al 2016 con apetito. Esperan que el futuro se les sirva en bandeja, igual que una buena ración de ortiguillas.

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