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Lidia Merino muestra una foto de su hija María Fenety, de la que no tiene noticias desde principios de octubre.
«Solo quiero saber de ella, que nos llame y nos diga que está bien»

«Solo quiero saber de ella, que nos llame y nos diga que está bien»

Buscan en Barcelona a una joven motrileña que sufre epilepsia, que mintió sobre su trabajo y que «no frecuentaba buenas compañías»

CRISTINA BUSTOS

Miércoles, 29 de octubre 2014, 01:44

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Salió de Motril con apenas 25 años para buscar una vida mejor en Barcelona. Pero nadie pudo imaginar por aquel entonces cómo el destino le daría un revés a su vida. María Fenety Jiménez Medina desapareció el pasado 4 de octubre. El día anterior había cumplido 27 años de edad y telefoneó a casa para contar a su familia cómo había transcurrido la celebración. De repente comenzó a sentirse mal: temblores a causa de la epilepsia que sufre desde pequeña. Su madre, Lidia Medina, no podía imaginar que sería la última vez que escucharía la voz de su hija. 25 días más tarde continúa desaparecida y la Policía Nacional investiga el caso.

«Es un chica rebelde, nunca me gustó la gente con la que se juntaba», explica una madre desesperada que pasa los días en el trabajo pendiente de un llamada que le dé alguna pista sobre el paradero de su hija enferma. Todos se pensaban que María Fenety había tenido un golpe de suerte encontrando trabajo y una vida estable en una gran ciudad. Lo que no esperaban es que la joven motrileña pasó por Barcelona como un fantasma, sin dejar rastro ni dato alguno de empleo, vivienda o amistades.

El día de su desaparición, tras hablar por última vez con su madre, el teléfono de la joven motrileña perdió la conexión y hasta el día de hoy. No habían pasado ni 48 horas cuando Lidia presentó la denuncia en la comisaría de Policía Nacional de Motril que, de inmediato, se puso a trabajar de manera coordinada con sus homólogos en Barcelona así como con la policía autonómica catalana, los Mossos d'Esquadra.

Fue a partir de aquí cuando familiares y amigos descubrieron la gran mentira en la que la joven de 27 años había convertido su vida. Si bien contaba que trabajaba en un hotel no aparece registrada como empleada en ninguno de Barcelona: «Le contaba a su abuela cuántas camas hacía o cuánta gente había pasado por el comedor», se lamenta su madre.

Las investigaciones policiales desvelaron que no pasó por ningún centro médico u hospital y tampoco retiró su medicación de ninguna farmacia: «Debe tomarla todos los días y de por vida». El rastreo de su teléfono móvil llevó a los agentes a unas casas 'okupa' de Barcelona donde nadie supo identificarla.

Las lagunas en la relación entre madre e hija alejan aún más el reencuentro. La familia no conocía la dirección de la joven en Barcelona ni el nombre de su lugar de trabajo. Lidia Merino dio a luz a la niña siendo aún muy joven «y sus verdaderos padres han sido sus abuelos», aclara consciente de que «a veces nuestra relación no ha sido buena pero nunca habíamos llegado a esto».

No era la primera vez que la joven salía de su Motril natal para buscarse la vida. Años atrás estuvo en Valencia donde «conoció a un hombre mucho mayor que ella y con el que mantuvo una relación hasta que éste le propinó una paliza y la echó de casa», cuanta la madre angustiada. Volvió a Motril donde se celebró el juicio por malos tratos y todo volvió a la normalidad. Hasta que decidió salir de nuevo de casa.

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