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'Piliki' muestra un par de espetos en su chiringuito situado en la playa de San Cristóbal, en Almuñécar.
«'Piliki' es tan conocido en España como en el extranjero»

«'Piliki' es tan conocido en España como en el extranjero»

El popular maestro espetero Manuel Mingorance regenta, como cada verano desde hace ya cincuenta años, su chiringuito en la sexitana playa de San Cristóbal. Su oferta es reducida, pero vistosa: asequibles espetos de sardinas y una buena ración de humor a pie de playa

LOLE FRANCO

Jueves, 21 de agosto 2014, 01:09

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El aroma del pescado asado, el humo de unos troncos de olivo, el salitre del mar. El olor del verano. La boca se nos hace agua. Es difícil resistirse. Nos sentamos en la terraza de un chiringuito y ordenamos unos espetos de sardinas. Observas al espetero inmerso en su trabajo, el calor de las brasas deben de sofocarlo y aún así, con paciencia y dedicación, va girando las cañas para darle el toque justo al pescado. Que no se seque, que no quede crudo.

Llega el espeto a la mesa. El comensal lo rocía con unas gotitas de limón y disfruta arrebatando cada pedazo hasta dejar la espina limpia. Entonces lo sabes: cocinar un espeto así, en su punto, es una labor que requiere años de práctica, de un conocimiento profundo.

En estos tiempos de prefabricados, nos encontramos con una tradición que permite comer pescado fresco, asado sobre un lecho de arena a orillas del mar. Espetar es un arte, un elemento de nuestra cultura que se mantiene pese a las adversidades y que, sin duda, agradecemos.

En la playa sexitana de San Cristóbal nos encontramos con el gran maestro espetero, Manuel Mingorance, más conocido por el apodo de 'Piliki' por otra de sus grandes pasiones: el fútbol.

Cincuenta años lleva preparando este veraniego plato en el chiringuito que regenta junto a su esposa en el Rincón de la China. Testigo de ello es su piel curtida por las incesantes horas de trabajo bajo el sol, junto a las ascuas. Es lo más duro del trabajo, señala. De cinco a seis horas diarias junto al fuego con un calor que, como él bien dice, «mata». Aunque 'Piliki' ya está hecho a la lumbre. «Puedo cogerla con la mano y ya apenas siento el calor», afirma.

Lo mejor de su quehacer es el trato con los clientes. «Son maravillosos, son casi familiares», subraya 'Piliki'. Los asequibles precios -con espetos de sardinas a 3,5 euros y refrescos a un euro-, pero sobre todo la simpatía que despierta este espetero, hacen que cada verano sus clientes, muchos de ellos ya amigos, acudan a modo de peregrinaje a sentarse en su chiringuito para disfrutar de un sabroso plato de sardinas. «Cuando ellos están en la mesa, llego yo y les cuento un chiste para hacerlos sentir bien», detalla.

Y agrega: «Hemos tenido a muchos famosos en el chiringuito, el guitarrista Paco Cortés viene todos los años», nos cuenta.

Esta cercanía es uno de los aspectos más importantes para mantener el cariño que le profesan sus clientes. «Si a alguien no le gusta lo que se le ha puesto, se le quita y se le vuelve a poner. Pero todavía no ha sucedido. Intentamos darle el gusto al cliente siempre», sostiene 'Piliki'.

La fama de este espetero no solo abarca la costa granadina. Su nombre es conocido entre sus clientes españoles que acuden de distintos puntos de la Península (Jaén, Sevilla, Almería, Madrid.), pero también por aquellos que cada año viajan desde países como Italia o Alemania. «En el extranjero, 'Piliki' se conoce tanto como en España. Tengo mucha relación con algunos de ello. Vuelven siempre que pueden», asegura el maestro espetero.

Esta popularidad llega incluso a la red convirtiéndolo en todo un 'espetero 2.0'. 'Piliki' cuenta con su propia página de seguidores en Facebook, que agrupa ya 1.200 fans del 'gran espetero de la Costa granadina'. «Me parece estupendo porque ahí salen todas las fotos que hacen nuestros clientes de los platos», opina.

Como todo trabajo estival, la actividad se mantiene desde el mes de junio hasta septiembre. El resto del año, 'Piliki' dedica su tiempo a la pesca y a entrenar a un pequeño equipo de fútbol de Almuñécar. Aunque, él lo tiene claro, lo que más le apasiona es dirigir su chiringuito y que «todo marche bien», afirma.

La rutina diaria comienza alrededor de las once de la mañana, hora a la que empieza a encender la lumbre y los espetos se empiezan a poner a medida que van llegando los clientes. «Si los pones antes, entre la lumbre y el sol, se resecan», señala 'Piliki'. Un descanso y vuelta al trabajo cuando empieza a caer la noche.

A pesar de la sufrida labor del asador de sardinas, 'Piliki' disfruta preparando espetos y liderando su chiringuito junto a su familia. Asegura que le quedan fuerzas para rato. «Mientras el cuerpo aguante, estaremos aquí», afirma enérgicamente el 'gran espetero de la Costa granadina'.

Los clientes, también.

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