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Viernes, 6 de octubre 2017, 00:48
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Una joven condenada por tráfico de marihuana va a comprobar, por orden de la justicia, los daños que causa la adicción a esa droga. Es el final de una historia que comenzó en 2014. Por aquel entonces, la chica tenía 16 años y fue detenida en una vivienda de una localidad del Área Metropolitana de la capital granadina en la que había una plantación doméstica de 151 arbustos de marihuana (aunque no era una cantidad exagerada para lo que se estila en Granada, un 'potencia' en la materia, tampoco colaría como un 'jardincito' para el autoconsumo).
En la casa en cuestión también había un hombre de unos 30 años con el que la acusada mantenía una relación sentimental y que, según la joven, era el verdadero responsable del 'huerto' de droga (de hecho, ya ha sido juzgado y condenado por esos hechos). La muchacha incluso llegó a afirmar que no sabía que había 'maría' en el inmueble. Sin embargo, sus disculpas no convencieron ni a las fuerzas de seguridad ni a la Fiscalía de Menores, que abrió una investigación que concluyó con el procesamiento de la chica por la presunta comisión de un delito contra la salud pública, esto es, por tráfico de drogas.
El juicio ha tenido lugar esta pasada semana, y aunque la encausada volvió a reiterar que el propietario de la plantación era su exnovio, lo cierto es que se conformó con la petición del ministerio público y no fue necesario celebrar la vista oral. Así las cosas, ahora deberá cumplir una medida de 16 meses de libertad vigilada, un periodo durante el cual deberá cumplir una serie de objetivos sociales y educativos. En caso de no hacerlo, se arriesgaría a ser encerrada, con la agravante de que ya es mayor de edad, por lo que, si reincide, puede acabar en prisión.
Entre los contenidos de la libertad vigilada, hay uno que destaca sobre los demás: la chica está obligada a acudir a centros de rehabilitación de toxicómanos para comprobar los daños que causa el consumo de marihuana, sobre todo, entre los jóvenes.
Una vez que haya concluido las visitas a esos establecimientos, la sentencia ordena que la procesada redacte, a mano, un trabajo de cuarenta folios que explique los efectos nocivos del cannabis, una sustancia estupefaciente que, tradicionalmente, no ha tenido mala fama. Pero ese estado de opinión ya ha empezado a cambiar, porque la marihuana no es una droga inocua.
La comunidad científica considera ya una evidencia que el consumo de cannabis en la adolescencia puede desencadenar enfermedades mentales graves, caso de la esquizofrenia, brotes psicóticos, hiperactividad extrema o trastornos del espectro autista. Y hay miles de adolescentes que consumen la popular 'maría'. La droga precipitaría las crisis y haría emerger patologías que estaban latentes y que, de no ser por la marihuana, quizá nunca aflorarían.
En este sentido, el cannabis está causando estragos en provincias como Granada, que es una de las principales productoras de esta sustancia en España. Aproximadamente, el 10% de los jóvenes que atiende la oenegé Proyecto Hombre padecen problemas psiquiátricos derivados del consumo de 'maría'.
Y los centros de internamiento de menores infractores cada vez dedican más espacio en sus módulos terapéuticos a tratar a chavales que han delinquido porque la 'maría' les hizo perder la cabeza. Así las cosas, el cannabis suele estar detrás de muchos casos de violencia de padres a hijos.
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