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Lunes, 13 de noviembre 2017, 00:41
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El destino estaba escrito. La noticia hoy debería ser que el tabaco había desaparecido de la Vega de Granada. El Burley, la modalidad que se cosecha por estos pagos, registra una importante caída de la demanda frente al Virginia, por ejemplo, y los 1,40 euros que estaban cobrando los agricultores, con los que no cubrían ni los costes de explotación. Pero en la pasada primavera alguien decidió saltarse ese guión, la crónica de una muerte anunciada, y redactar otro final. Un final más feliz... por ahora. Ese alguien se llama Sociedad Agraria de Transformación (SAT) Tabacos Granada, que tomó la decisión de romper su vinculación histórica con Cetarsa, la empresa pública que determinaba cuánto había que cosechar en Granada y cuánto iba a pagar por ello, y mirar hacia el exterior. Concretamente hacia Bulgaria. Firmaron un contrato con Trading Company BG, vinculada a la americana Global Tobacco, por una campaña con la disposición de suscribir más en el futuro. Y le dijeron adiós a Cetarsa, que además había cerrado en mayo su punto de recepción en Fuente Vaqueros, lo que obligaba a transportar hasta Extremadura, con todos los gastos adicionales que ello conllevaba. Una estocada mortal.
¿Qué dice el contrato? Pues básicamente que Trading Company BG se compromete a adquirir un cupo de 450.000 kilogramos este año. Lo aportarán setenta y siete tabaqueros de varios municipios de la Vega que en estas semanas están terminando de secar las hojas. Una vez que se concluya este proceso, todo el material se almacenará en una nave que Tabacos Granada acaba de alquilar en el municipio de Chauchina. De ahí saldrán, a partir de la segunda quincena de octubre, dos o tres camiones semanales con destino a Sofía, la capital de Bulgaria, donde están las instalaciones de Trading Company BG. Allí se fermentará, procesará, batirá y se acondicionará el Burley de Granada. Posteriormente (lo más importante) se comercializará fundamentalmente en la propia Bulgaria, Rusia y Dubai. Éste es el quid de la cuestión y una de las grandes quejas de los cultivadores granadinos hacia Cetarsa, que no buscaba mercados. El otro factor clave es la cotización de las producciones. Frente a los 1,40 euros que ofrecía Cetarsa, el nuevo comprador está valorando unos cincuenta céntimos por encima. Entre 1,50 y 2,33 euros en función de la calidad. Una cantidad con la que sí salen las cuentas -teniendo en cuenta que el veinte por ciento de la renta viene de las ayudas de la Política Agraria Común-. Y que permite mirar hacia el futuro con algo de confianza.
El gerente de la SAT Tabacos Granada, Cristóbal Blanco, el gran impulsor del acuerdo con Trading Company BG, se ha mostrado satisfecho con las expectativas esperanzadoras para una actividad agrícola que dio de comer a 2.500 familias de Granada allá por los noventa. Veinte años después quedan menos de cien. «Estamos esperanzados; hemos frenado la caída», comenta Cristóbal Blanco, quien agrega que los 450.000 kilogramos comprometidos esta temporada suponen ya un incremento de 50.000 respecto a la anterior. «El objetivo para el año que viene es llegar a las 800.000 toneladas», afirma. De cumplirse todos estos planes, la consecuencia inmediata será que las necesidades de siembra serán mayores y se produzca un repunte en el número de cosecheros.
En esta misma dirección, Cristóbal Blanco resalta la relación de aprovisionamiento de Tabacos Granada con la valenciana Tabaco del Canal de Navarrés, especializada en la fabricación de puros. La SAT Tabacos Granada también ha tomado la decisión de diversificarse y aprovechar el potencial de la Vega. Entre otros proyectos, Tabacos Granada está lanzando un proyecto para producir ajo en polvo. Ya han establecido algún contacto con importadores internacionales.
El tabaco fue durante varias década el cultivo de referencia en la Vega. La mejor constatación de ello es el paisaje, salpicado por secaderos que poco a poco se han ido desmantelando. Ahora mismo apenas quedan trescientos en pie -llegaron a contabilizarse 1.200-, de los que aproximadamente la mitad están en desuso. En los tiempos buenos Granada llegó a producir casi diez millones de kilogramos, frente a los 450.000 actuales.
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