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José Antonio Aparicio.
Muere el dirigente socialista José Antonio Aparicio

Muere el dirigente socialista José Antonio Aparicio

Exconcejal en Granada y exdelegado de la Junta, el político almeriense ha fallecido a los 61 años víctima de una larga y penosa enfermedad

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Miércoles, 2 de septiembre 2015, 14:01

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Nunca dejaba indiferente. José Antonio Aparicio suscitaba pasiones, a favor y en contra, propias de un hombre que llevaba la política en la sangre. Su muerte deja un vacío importante en el PSOE granadino, en el que ha militado y en el que ha trabajado al frente de diferentes responsabilidades durante los últimos años.

José Antonio Aparicio se asoma de lleno al escenario público de la política por primera vez como responsable de campaña del candidato a la alcaldía, José Moratalla, con el que trabajaría estrechamente en su gobierno, el famoso gobierno tripartito junto a IU y Partido Andalucista en el que fue portavoz y en el que quedaría para la historia la decisión, su decisión, de colocar encima de la fachada del Ayuntamiento el caballo de Pérez Villalta. La polémica ciudadana con partidarios y detractores de aquella estatua que se colocó la madrugada del 13 de diciembre de 2002 perseguiría desde entonces a Aparicio.

Junto a su compañera de corporación, Asunción Jódar, defendió en todo momento la presencia del caballo El instante preciso en una etapa en la que no le importó fajarse contra la oposición o incluso contra miembros de la Academia de Bellas Artes Nuestra Señora de las Angustias con auténtica artillería verbal, la misma que empleaba con su habitual sonrisa socarrona y la ironía, un arma política que dominaba con destreza y en la que se movía con soltura.

El profesor de Lengua que se movía bien con los números

  • José Antonio Aparicio López (Tabernas, Almería, 1954), era licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Granada y profesor de Lengua y Literatura Española. Desde junio de 2011 desempeñaba el cargo de delegado provincial de la Consejería de Hacienda y Administración Pública de la Junta de Andalucía en Granada, cargo que dejó hace dos meses.

  • La trayectoria profesional de Aparicio López ha estado ligada a la capital granadina donde ha desempeñado, entre otros, los cargos de director del Centro de Estudios Municipales y de Cooperación Internacional de la Diputación de Granada (2005-11); teniente de alcalde delegado del Área de Desarrollo Local, Economía y Hacienda (1999-2003); consejero y secretario del Consejo Social de la Universidad de Granada (1997-99); director del Área de Cultura del Ayuntamiento (1990-95) y jefe del Servicio de Ordenación Educativa de la Delegación Provincial de Educación (1987-89). Ha sido miembro de la ejecutiva provincial del PSOE granadino, en donde ha ocupado diferentes cargos orgánicos desde que fuese responsable de la campaña electoral de José Moratalla para la alcaldía de Granada en 1999.

Aparicio era un dirigente político que defendía sus ideas con vehemencia y eso le valió más de un encontronazo con sus compañeros de partido y con los dirigentes de la oposición. Escribía el periodista Quico Chirino al valorar las cualidades políticas de Aparicio que se preciaba de «conocer los entresijos de la política, vista como si se tratara de un juego de estrategia y algo de eso debía de haber cuando la dirección socialista acabó recurriendo a él para los encargos imposibles. Francisco Álvarez de la Chica olvidó sobre la marcha los epítetos que le dedicó (le llamó cuatrero) y le reinsertó a nivel orgánico. En 2008 ofreció a Aparicio un puesto relevante en su ejecutiva y le encomendó precisamente que enderezara la crisis electoral de la capital. José Antonio Aparicio es de esas personas capaz de resolver un problema, de meterse transitoriamente en un lío y de las dos cosas al mismo tiempo. Y eso, en política, diferencia. Aparicio ha asumido que cada vez que habla tiene que llamar la atención y lo ejerce con algunos momentos de ingenio».

«Ni contigo ni sin ti...»

Lo cierto es que el dirigente socialista granadino no pasaba desapercibido. Tampoco en su partido, en el que durante algunos años vivió una historia que recordaba bastante a la letra de aquella canción: «Ni contigo ni sin tí tienen mis males remedio...» Esa era la sensación de los dirigentes en el comité provincial de enero de 2004, en el que los socialistas debían aprobar las listas de candidatos para las diferentes instituciones. La suya, la de José Antonio, fue la única voz crítica cuando comparó al PSOE con un club más que un partido de masas».

Su paso por el PSOE, por el Ayuntamiento de la capital o por la Junta de Andalucía como delegado provincial, lo recuerdan bien a los que se encontró en la oposición. No era de medias verdades, ni se mordía la lengua y cuando apuntaba solía dar.

Nadie pudo negarle nunca su enorme capacidad de trabajo, su constancia y su entrega en los cometidos que emprendía, todo ello quizás porque desde su infancia estaba acostumbrado a trabajar y lo hizo como albañil, electricista, camarero y hasta de extra en algún que otro espaguetti-western rodado en el desierto de Tabernas, donde se crío. Tras permanecer internado en Almería, vino a Granada, donde hizo la carrera, ganó unas oposiciones y consiguió plaza de profesor en Guadix. Cuando era concejal llegaba a la plaza del Carmen antes de las nueve de la mañana y, salvo un rato para comer, no se iba antes de las diez de la noche. Su primer contacto con la política lo tuvo en el PSP de Tierno Galván y de ahí se incorporó al PSOE a mediados de los 80 de la mano de José Olea y Virginia Correal, a los que conocía de la asociación del Zaidín. José Miguel Castillo lo convirtió en jefe del área de Cultura.

Cuando se le recriminaba su dureza como concejal advertía que no había ido al Ayuntamiento «para ejercer de senador consultivo, sino de tribuno de la plebe. Mi papel en esta obra es dar vueltas a la cerca y a la finca y ladrarle a todo el mundo menos al panadero y al tío del butano... ahora que si el ladrido despierta y molesta a los dueños, entonces no ladro más».

José Antonio Aparicio falleció ayer en Granada tras luchar contra una enfermedad que al final le pudo. Descanse en paz.

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