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C. MORÁN
Lunes, 29 de mayo 2017, 01:30
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El acoso se prolongó durante dos cursos escolares y la víctima acabó sufriendo estrés postraumático, una dolencia psíquica que, entre otros síntomas, produce pensamientos recurrentes, insomnio, irritabilidad, miedo y una intensa ansiedad a quien la padece. El móvil de esa terca persecución: que el chico afectado era «gordo».
Sucedió en un instituto de una localidad de la provincia de Granada entre 2014 y 2016 y los responsables del hostigamiento, cinco menores de edad, acaban de ser condenados por la comisión de un delito contra la integridad moral y otro de lesiones. En este sentido, y entre otras obligaciones, el fallo ordena que los agresores, junto a sus padres, indemnicen a su compañero de instituto con cuatro mil euros por el sufrimiento psicológico que todavía padece como consecuencia de lo ocurrido.
La sentencia es de conformidad, esto es, que los adolescentes reconocieron su culpa sin necesidad de que se celebrase la vista oral de juicio. Esa asunción de responsabilidades significa que los chicos admitieron haber humillado y acosado a la víctima de «forma sistemática y premeditada», según detalla la resolución judicial.
Collejas
Cuando el perjudicado se topaba con los acusados, recibía «collejas» y hasta «puñetazos». En alguna ocasión incluso le hicieron «masticar bolas de papel» al tiempo que le decían: «¿Gordo, quieres comer?».
También le arrebataban la mochila y se la tiraban por las escaleras del centro escolar. Otras veces, los acosadores se escupían en las manos y se las limpiaban en la cara de la víctima, «diciéndole reiteradamente 'gordo, vete para allá que podamos pasar, métete en el servicio para que podamos pasar, mariquita'», relata la sentencia la forma en que se desarrollaron los hechos que ahora ha zanjado la justicia.
Este asedio terminó por desquiciar al afectado, que estaba «atemorizado» y ya no quería ir al instituto.
Debido al acoso, el chaval «sufre una grave sintomatología ansiosa, comportamientos evitativos y pensamientos recurrentes» que le ocasionan «una ruptura del equilibrio psicológico y transtorno de estrés postraumático que requieren intervención psicológica». De ahí que la condena, además de castigar las humillaciones, contemple la existencia de un delito de lesiones.
En cuanto al atentado contra la integridad moral del muchacho, la resolución explica que, efectivamente, padeció un «trato degradante».
Así las cosas, el juzgado resuelve imponer a cada uno de los cinco acusados una medida «de setenta horas de prestación en beneficio de la comunidad (...) a desarrollar prioritariamente en colaboración con los servicios sociales de su zona, a ser posible» en la atención a niños defavorecidos.
Alejamiento
Además, y durante seis meses, los adolescentes encausados no podrán acercarse a menos de cien metros del damnificado, «así como de su lugar de residencia». También tienen prohibido comunicarse con la víctima y han de indemnizarla con cuatro mil euros. Ese dinero lo deberán abonar «los menores de forma solidaria entre sí y junto con sus padres», concluye la sentencia dictada por el Juzgado de Menores 1 de Granada.
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