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Javier F. Barrera
Viernes, 24 de marzo 2017, 12:10
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La 'Jirafa Cablejera' que pintara el graffitero El Niño de las Pinturas en la calle Molinos en el año 2002 -quince años han pasado ya-, que fue eliminada en enero del año pasado tras reaparecer fugazmente al ser vuelta a pintar al mes siguiente y que, tres meses después, en abril de 2016, se borrara definitivamente, ha renacido este mes de marzo una vez más en el barrio del Realejo de Granada. Su casa es ahora el mural infinito que circunda el colegio de Santo Domingo a lo largo de la Cuesta del Caidero que conecta con la Cuesta de Escoriaza. La travesía de muro a muro y del año pasado a este 2017, ha merecido la pena.
Es una buena noticia para todos. Para los vecinos de un barrio que convive desde hace ya dos décadas con unos graffitis maravillosos (y también con pintadas sin clase ni estilo que afean el barrio y que la semana que viene van a ser limpiadas por el Ayuntamiento-, para los universitarios patrios y para los extranjeros que se deleitan y no se cansan de fotografiar para compartir luego en sus redes sociales y, también, para una ciudad como Granada que es cuna de este movimiento artístico urbano por el que la ciudad es conocida ya en buena parte del mundo como una referencia, una potencia creativa, un genio con talento multicolor.
La historia de la Jirafa Cablejera es bien conocida. Estaba ubicada en la calle Molinos, al final, justo cuando la calle termina para bifurcarse en sentido ascendente hacia la Cuesta del Caidero o descendente hacia la Cuesta de Escoriaza. El Niño de las Pinturas aprovechó una caja eléctrica que estaba incrustada en una pared de la última casa que hay justo donde se ubica el primero de los tres semáforos de este tramo final de la vía para, tras utilizarlo como cabeza eléctrica, dibujar el cuerpo de una bella jirafa que rápidamente se ganó el cariño de todos los vecinos, de todos los que la contemplaban.
La esquina desnuda
Corría un frío 30 de enero de 2016 cuando las obras para acabar con las humedades de la fachada y la posterior imprimación amarilla cubrieron este icono del arte urbano. La imagen de la esquina, desnuda ya de su inquilino, recorrió las redes sociales desde que una usuaria que circulaba por la zona diera la voz de alarma a través de Facebook. Proponía entonces que "vayamos esta noche a poner velas, flores y cartas de despedida. Voy a proponerle al Coro de la Orquesta Ciudad de Granada que esta noche, después del ensayo, vayamos a cantar el Lacrimosa del Réquiem de Mozart".
Dicho y hecho. Acudieron miembros del coro, interpretaron la pieza, y el vídeo se hizo viral. La tarde siguiente, las velas y la flor que se utilizaron en este particular homenaje, seguían allí. También los operarios que cubrieron la pared, quienes explicaron que la mano de pintura se dio como parte de una reforma para evitar humedades. Lo confirmó también el propio Niño de las Pinturas, Raúl, que aseguraba que la jirafa "volvería si por los dueños del inmueble fuese. Una ley BIC de congelación de espacios públicos impide un permiso por parte del Ayuntamiento. Por tanto, la jirafa volverá como llegó..." Con este final enigmático, el autor aseguraba que los propietarios estaban de acuerdo con recuperar la 'Jirafa Cablejera', como la había bautizado.
Y como se fue... volvió
La desaparición de la Jirafa Cablejera aquél 28 de enero de 2016 fue tan solo el primero de cuatro episodios que de momento presentan un final feliz. El segundo capítulo fue que El Niño de las Pinturas, volvió a pintar su querida por él y por todos Jirafa Cablejera. En efecto, cuatro días después de su eliminación, el pinturero animal amaneció de nuevo bajo el cuadro eléctrico que hacía las veces de cabeza. El Niño de las Pinturas ya anunció la víspera, cuando desapareció la jirafa, que la obra volvería, ya que contaba con la aprobación del propietario del inmueble. El propio vecino confirmó que El Niño de las Pinturas había vuelto a dar vida al animal en la madrugada de aquél lunes.
¿Una marcha definitiva?
Llegamos ahora al mes de abril del año pasado, cuando un 30 de abril empieza el tercer episodio de la vida y obra de la Jirafa Cablejera. La historia de la jirafa en la calle Molinos iba camino de ser un cuento de nunca acabar. La popular pintada de volvía a ocultarse tras una capa amarilla de pintura, como ya ocurriera a finales del mes de enero de 2016.
Sana y salva
Parecía que el Realejo se iba a quedar sin su Jirafa Cablejera cuando, esta semana, se le ha visto asomar su largo cuello por el muro que circunda el colegio de Santo Domingo de la Cuesta del Caidero. Ha sido el último habitante de esta larga tapia que ha sido pintada y escrita por los graffiteros en una acción que tuvo lugar el pasado puente del Día de Andalucía.
El graffiti en Granada salió a la luz aquellos días de febrero y lo hizo con todas las bendiciones: jornada con conferencias y mesas redondas, exposiciones, presencia de una artista francés de talla internacional, apoyo total de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Granada y la realización de un mural colectivo, durante la jornada del Día de Andalucía, que reunió a un centenar de integrantes de este movimiento cultural.
El resultado son 250 metros de color y libertad que han convertido el muro del colegio Santo Domingo del Realejo en un lugar de expresión artística máxima con un resultado apoteósico. El recorrido entre la Cuesta del Caidero y la de Escoriaza supone media hora de gloria para los sentidos y la realidad de que el graffiti tiene su sitio en una ciudad como Granada, incluso, en un barrio histórico. Y es justo ahí, en el centro de la tapia, rodeado de todos los graffitis, donde la Jirafa Cablejera vuelve a otear el horizonte del Realejo y se deja ser observada y fotografiada. Tan sólo ha pasado un año. Y sólo se ha movido un centenar de metros. Magia.
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