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j. r. v. | c. m.
Sábado, 11 de marzo 2017, 02:00
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Los vecinos de los barrios de la Zona Norte de la ciudad de Granada, que son los más castigados por el desempleo y la droga, están espantados por la inquietante ola de violencia que soportan desde hace semanas. Ayer, en la calle Fray Juan Sánchez Cotán, el escenario del último tiroteo mortal, establecían comparaciones con lo que sucedía hace unos años en Colombia, cuando el mundo describía a aquel país como un narcoestado. «Esto parece ya Medellín», se lamentaba una mujer haciendo alusión a una urbe colombiana que, otrora, era noticia prácticamente a diario por las muertes originadas por el tráfico de cocaína.
Otros no se iban tan lejos y recordaban el conflictivo pasado de la Zona Norte. «Ni en los años ochenta, cuando la heroína, esto ha estado tan mal». Es verdad que estos comentarios se producían en caliente, cuando el cuerpo de la última víctima todavía estaba en la calle, pero el desasosiego de los vecinos era real. «Algún día le van a dar plomo a un niño y verás...», se lamentaba una mujer que apenas podía contener las lágrimas.
Diciembre de 2016
Esa sensación de inseguridad es lógica. En poco más de dos meses, la Zona Norte de la capital ha sido escenario de tres crímenes, de tres sucesos que se han cobrado otras tantas vidas. Yno es fácil encajar algo así.
La sucesión de homicidios comenzó el pasado 29 de diciembre de 2016, cuando Sara, una joven madre de 34 años que dejó tres huérfanos, recibió un tiro en el abdomen que acabó con su vida. La mujer fue atendida en primera instancia por la Policía Local, que llegó a la calle Alcalá la Real número 12 de Almanjáyar pocos minutos después de las diez de la noche. Al parecer, ella misma contó que vio un fogonazo en un jardín cercano, a pocos metros del contenedor de basura donde iba a depositar una bolsa.
La Policía Nacional detuvo a dos personas, uno era el compañero sentimental de Sara, por su presunta relación con los hechos. El juzgado decretó su ingreso cautelar en prisión.
La segunda muerte a tiros ocurrió el pasado 22 de febrero, cuando un joven de 27 años falleció tras recibir un balazo en la cabeza en la calle Soto de Rojas de la barriada de Cartuja. Fue poco antes de las ocho y media de la tarde. Ya había anochecido. Una testigo, según informaron las fuentes consultadas por este periódico, declaró que el proyectil partió de una furgoneta en marcha que se dio a la fuga. La víctima era José Manuel Martínez y era padre de una niña pequeña.
El homicidio se registró a pocos metros del domicilio donde residía con su familia en Cartuja, aunque él se había criado en la barriada de la Paz, donde era muy conocido y querido.
El supuesto asesino ya está identificado y la Policía Nacional trata de dar con su paradero para detenerlo, algo que, por el momento, no ha sucedido.
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