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Ana y Cristina se dirigen al trabajo desde el descampado en el que localizaron la cartera.
Más de mil euros de vuelta y una cena para celebrarlo

Más de mil euros de vuelta y una cena para celebrarlo

José Luis perdió su cartera al salir del coche tras la jornada de trabajo. Dos chicas la localizaron y se lanzaron a la búsqueda de su dueño

Javier Morales

Viernes, 9 de diciembre 2016, 02:21

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La de Cristina, Ana y José Luis es una de esas historias que acaban con un «todavía queda gente buena en este mundo». Ocurrió hace unas semanas, cuando José Luis salió del trabajo, un bar situado en el centro de la capital. Era de noche, abandonó el local antes de lo habitual e hizo parada en un local de comida rápida para recoger algo de cena para él y su pareja. Metió las bolsas en el coche y arrancó en dirección al pueblo de su novia.

Despreocupado, salió del vehículo: «Abrí una puerta del coche para sacar las bolsas, y parece que fue ahí cuando se me cayó la cartera». En efecto, sus pertenencias quedaron en el suelo, en el descampado de un pequeño municipio del Área Metropolitana que sirve como aparcamiento. Los protagonistas de este relato prefieren omitir sus apellidos, así como las localizaciones del bar y el aparcamiento. José Luis no se percató de que todos sus documentos y una recaudación de más de 1.200 euros quedaron bajo la puerta, en el suelo.

Fue al día siguiente cuando echó mano al bolsillo y la mochila, y no localizó su cartera. Él, que suele llevar sus pertenencias en el bolso, cayó en la cuenta al instante del punto en el que debió perder la cartera. Así que se apresuró a buscarla. Pero nada. Ni rastro del dinero, tampoco de la cartera. Pensó en llamar a la Policía, pero la casualidad jugó su rol y un coche pasó por allí, así que pudo poner en conocimiento de los agentes lo que había sucedido. Fue en vano.

Esa misma mañana, a las ocho, Cristina aparcó su vehículo, como cada día, frente a la constructora en la que trabaja. Abrió la puerta del coche y percibió el objeto en el suelo: «Tenía el DNI y todo, y debajo estaba el dinero». No se le pasó por la cabeza otra cosa que iniciar los trámites para devolverla a su legítimo propietario. La cogió y la llevó a la empresa, se lo comentó a su compañera y ambas se pusieron manos a la obra para localizar a José Luis. Lo intentaron a través de las redes sociales, tratando de contactar a través de Facebook. Pero no hubo forma de encontrar su perfil. Así que optaron por acudir directamente a la dirección que aparecía en el carnet de identidad, que en el GPS estaba señalada como un descampado. Cuando salieron del trabajo enfilaron el camino hasta la que pensaban que sería la casa de José Luis, pero las recibió su madre. Para evitar confusiones, sólo le dijeron que tenían la documentación, no el dinero. Pero al comprobar la preocupación de la señora, finalmente le dieron la noticia: tenían los 1.200 euros a buen recaudo y querían entregarlos. Para agradecer el gesto de las dos jóvenes, José Luis las invitó a cenar en su bar en el centro de Granada. No le faltan palabras de elogio hacia las chicas. Y es que Cristina y Ana no sólo escaparon a la tentación de quedarse con el dinero -una obviedad ciudadana que no siempre se cumple- sino que tomaron la iniciativa de ser ellas quienes localizaran al dueño, que insiste: «Todavía queda gente buena en el mundo».

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