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R.I.
Sábado, 26 de noviembre 2016, 20:20
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Cuando un ser querido desaparece la tristeza se apodera de todos los que lo han conocido. Sin embargo, cuando esta persona tiene dimensiones ciclópeas por su hacer, por su generosidad, por su encanto, por su ejemplo. la tristeza se muta en alegría y satisfacción por haber compartido con ella esta vida. Es el caso de Sor Teresa, una persona conocida y estimada en toda Granada. Aunque castellana, ha sido en Granada donde ha desarrollado sus ideales vitales y religiosos; y enamorada de la luz, de la sierra, de las gentes y de los encantos de Granada ha vivido entregada en el desarrollo de su enorme tarea.
Licenciada en Física y Química por la Complutense, llega a Granada en 1947. Su espíritu de servicio y su afán de hacer un mundo mejor fueron el punto de partida para desarrollar su labor misionera. Eran los años de la posguerra y ve con clarividencia que el antídoto inexcusable para vencer las dificultades económicas y sociales es la educación. Su preparación universitaria y su personalidad arrolladora le hacen ponerse al frente del Colegio Calderón, en la calle Recogidas.
Trae con 'beca' a niñas de zonas rurales. Forma bien al profesorado y funda también una residencia de Señoritas Universitarias, con cuyos ingresos podía cubrir gastos de las alumnas más necesitadas. Crea también una Escuela Universitaria de Magisterio y Escuela de Asistentes Sociales.
Le preocupa el chabolismo y la falta de formación en el barrio de La Virgencica. Participa en la creación de la cooperativa de viviendas San Vicente de Paúl. La Escuela de Magisterio se fusiona después con la masculina del Ave María.
En 1969, con criterios de expansión y con visión de futuro, está ya terminado el actual colegio de Regina Mundi. Sor Teresa en este tiempo es una fuente de inquietud, de desvelos, de negociaciones, de preocupación, de energía. Su fortaleza y su voluntad inquebrantable le aseguran un final feliz: ofrece a Granada un centro nuevo, moderno y de pronta inserción y acogida social.
Acogiéndose al marco jurídico que le posibilita la Ley Villar Palasí (1970) funda con otras personas de Granada las secciones filiales que, después de muchas dificultades y vicisitudes, se consolidan en Granada, en Andalucía y en muchos lugares de España. Con ellas se facilitó atender la demanda social que no podía ser cubierta por los centros públicos existentes. Sor Teresa es cofundadora de CECE que defiende los principios de educación integral, aportando su experiencia y sus firmes convicciones vicencianas.
A pesar de esta ingente y encomiable labor social y educativa, su mayor dedicación y entusiasmo han radicado siempre en la atención cotidiana y permanente a cada una de sus alumnas. Son decenas de generaciones las que han gozado y se han educado con su magisterio. Su obsesión era enseñar y aprender más para servir mejor. Persona auténtica, sin artificios, directa, guiada y limitada sólo por sus ideales evangélicos, supo encontrar en la educación un valor potenciador del Evangelio. Infinidad de familias la lloran, le reconocen su inmensa labor y se lo agradecen.
En ella han confluido unos valores de tesón, perseverancia, autenticidad, entrega y generosidad que la hacen merecedora de los mejores elogios. Su secreto era muy sencillo: se sabía hija de Dios y recorrió el camino de la vida con dignidad y alegría, sustentada en el bastón del Evangelio que la conduciría a la Montaña de la Eternidad, donde estará disfrutando ya del abrazo y de la misericordia de Dios.
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