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El activista por la paz descansa en el poyete de piedra de la Carrera del Darro.
Olmo García, al desnudo por un mundo en paz

Olmo García, al desnudo por un mundo en paz

El empresario granadino que camina sin ropa por la sostenibilidad humana y ambiental asegura no haber recibido denuncias a causa de su iniciativa

Javier Morales

Viernes, 18 de noviembre 2016, 02:43

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Cruzan Plaza Nueva avezados ejecutivos con maletín y corbata; abogadas con traje y tacón; turistas de chancla y cámara. Y entre los estereotipos apresurados, al fondo camina sosegado Olmo García. Desde lo lejos sobresale su vestimenta: sólo un pantalón azul chillón. Conforme se acerca, una barba y melena prominentes toman el protagonismo. A un metro, los restos de crema de aguacate que se aferran a su rostro y su pelo, una especie de 'aftersun' con el que este granadino de 33 años reconforta su piel tras los rigores de un sol que, alcanzando mediados de octubre, sigue empeñado en picar. Es primera hora de la mañana y Olmo lleva pantalones. Pero ya es bien conocido en toda la capital -y algún municipio metropolitano- por andar desnudo para «colaborar» con la paz en el mundo.

Y lo deja bien claro desde la primera toma de contacto: «No protesto, colaboro». Todo empezó este verano, después de un viaje que le llevó desde principios de año por las latitudes de Bahréin, Ecuador y Estados Unidos. El 13 de septiembre se dejó ver desnudo por las calles de Granada, y los granadinos que se cruzaron con él no dudaron en dejar su testimonio a través de las redes sociales. «Siempre había pensado en hacerlo, pero nunca había tenido valor y confianza». Fue la primera vez que supimos de él, pero no la última.

Sus inquietudes comenzaron a forjarse hace una década. Olmo se matriculó en la carrera de Química, pero los resultados académicos no acompañaron. Por aquella época se percató de que «muchos de los chavales que tenían éxito con las chicas iban al gimnasio, y tomaban proteínas». Y se puso manos a la obra para ser uno de ellos. Lo que pudo concluir como una anécdota, resultó ser la semilla de una empresa de alimentación para deportistas con tres sedes en la provincia. Olmo explica el nacimiento de la misma en la propia página web del negocio: «Empecé consumiendo estos productos, y cuando vi el precio de las materias primas, se me ocurrió vender». Tenía 21 años.

Sus indagaciones sobre la alimentación humana le llevaron a ahondar en la psicología: lo que nos mueve y nos preocupa, nuestras metas... Fijó su atención en la desnudez. Aficionado a salir en pijama a los márgenes de su río vecino, el Darro, este verano se armó de valor: «Ir desnudo tiene beneficios psicológicos para la persona».

En su argumentación se cruzan cuestiones como la bondad o el medio ambiente. Asegura, por ejemplo, que no consumir detergentes evitaría la contaminación con químicos nocivos. O que el sol, sobre nuestra piel, es todo un activador natural de las vitaminas que ingerimos. «Quería experimentar muchas cosas, pero no podía prever este revuelo -dice Olmo, sobre la expectación levantada entre los granadinos-, sabía que algo pasaría, pero no el qué».

Sin multas

Durante la entrevista con este periódico se viste para recorrer el Paseo de los Tristes, y no son pocos los vecinos que se detienen a saludar amables a su compañero de calle. Cuando lo hace desnudo despierta risas, rostros de extrañeza y algún que otro insulto. Un coche de la Policía Local pasa a unos centímetros y los agentes clavan su vista en él: aunque ahora vaya vestido, ya saben de quien se trata. «Me han parado cinco veces, entre la Policía y la Guardia Civil, en Cenes de la Vega, pero ni en el acto me han dado ningún papel ni a mi casa me ha llegado nada». Incide Olmo en que no se paró a repasar las normativas municipales antes de iniciar su colaboración con la paz.

¿Y cómo han reaccionado al revuelo sus allegados? En una de las tiendas de la marca de proteínas parecen acostumbrados a que pregunten por él. Pero afirma Olmo que su cruzada «les da inseguridad». También que su familia «se ha puesto nerviosa».

Planes de futuro

No obstante, anticipa que su idea es seguir paseando desnudo. Investiga para ello la adaptación del cuerpo humano a las bajas temperaturas que aguardan -aunque no lo parezca- a la vuelta del mes de octubre. «Es por curiosidad. En la Patagonia, por ejemplo, hay gente que aguanta desnuda».

Se lanzó a su periplo viajero para mejorarse a sí mismo y crecer, y pretende continuar con un peregrinaje a La Meca. Aclara que no se encasilla en ninguna religión concreta, «pero se puede aprender mucho picoteando de aquí y allá». Una de las constataciones que captaron su atención, por ejemplo, fue la desigualdad entre Ecuador y California. Cabría pensar que en el estado norteamericano, cuna de la revolución digital, la calidad de vida alcanza su tope. Pero no es así: «En Ecuador no recuerdo haber visto a ningún mendigo, pero en California había muchísimos».

Un ejemplo más del estilo de vida que Olmo defiende: sin estrés, sin rutinas, en contacto con la naturaleza. «La paz en el mundo, para mí, es la armonía, las buenas palabras, un planeta sin envejecimiento, un mundo sin muerte», señala reflexivo a los pies de la Alhambra.

Por lejano que pueda parecer este magno anhelo que le motiva a deambular despojado de ropajes, él contempla el futuro sin estereotipos -ni trajes, ni maletines, ni chanclas, ni cámaras...- desde cierta proximidad. «Pienso que va a ser fácil encontrar una manera de vivir en la que no haya enfermedades mentales, 'malos rollos', depresiones, estrés... Creo que vamos a obtener resultados maravillosos».

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