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Hasta los 65 y más allá

Hasta los 65 y más allá

Cerca de dos mil granadinos ya han cumplido la edad de jubilación, pero siguen trabajando. La dificultad para dar el relevo a negocios familiares, el deseo de mantener un sueldo superior a la pensión o, simplemente, las ganas de continuar en la brecha son las principales causas

carolina rodríguez

Lunes, 26 de septiembre 2016, 00:13

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Acomienzos de septiembre algo más de 100.000 granadinos cobraron su pensión de jubilación, un premio cada vez más preciado tras los años de servicio laboral. Sin embargo, en paralelo, hay un grupo de personas a los que la Seguridad Social no le tiene que pagar el sueldo a final de mes, a pesar de que ya han cumplido más de 65 años. Son 1.974 granadinos que de manera voluntaria han decidido seguir en el mercado laboral y ahorran a la maltrecha 'caja de las pensiones' un pellizco de 1,7 millones al mes. En todo el país, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre de 2016, suponen un 0,88% de la población que se encuentra trabajando.

Jesús Luque Moreno

  • más allá de los 65

  • Quiere apurar su vida laboral todo lo que pueda y más. Llegó a los 70 impartiendo clase en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada y, posteriormente, lo sigue haciendo como catedrático emérito de Filología Latina. «En su momento no me apetecía dejar la universidad, pero es que ahora, con el paso del tiempo, tampoco», apunta Luque. El profesor explica que para él es muy gratificante seguir en activo y mantener el contacto con el mundo universitario. «Me encuentro bien de salud así que no veo el momento de dejarlo. Además la experiencia es un grado y se nota en todo, a la hora de dar clases, comunicar los mensajes... en todo». Asegura que durante sus cuatro años de emérito -arrancaría ahora un quinto- siempre ha pesado más la satisfacción de trabajar por cuestiones personales y profesionales, que otras cuestiones como las económicas. De hecho asegura que si cambia la normativa universitaria y las aportaciones que se hacen a los docentes eméritos se modifican, él no tendría problema en seguir impartiendo clase en el grado o en el máster. «Mientras pueda, me gustaría seguir como siempre, impartiendo clases, me veo terminando mis días aquí... sólo necesito una silla en el despacho», relata con calma. Su amplia trayectoria laboral lo ha llevado por muchas aulas entre ellas por las de la Complutense de Madrid y las de la Universidad de Granada, durante todo este tiempo ha vivido grandes avances y cambios en el sistema educativo universitario, algo que lo ha llenado de experiencias. «No es que no hubiera ordenador -señala con gracia- es que cuando yo empecé a investigar ¡no había ni fotocopias!», apunta. Luque recuerda entre risas como cuando necesitaba un artículo o un determinado documento tenía que ir a la biblioteca y copiarlo a mano. «Ahora, desde mi ordenador puedo leer material que está en París o en cualquier sitio del mundo». Sin duda, su recorrido ha sido pleno y lo han llenado plenamente. «Trabajar como profesor en la universidad no es sólo enseñar, es también aprender». Y está claro que el profesor Luque de aprender, no se cansa nunca

Pero, ¿por qué hay cerca de dos mil personas que siguen trabajando sin estar obligados a hacerlo? Hay varios motivos. El más común hasta hace poco era la dificultad para dar el relevo a un negocio propio, en algunos casos familiar, que el propietario no quiere que eche la persiana. Pero en los últimos años ha tomado fuerza un colectivo de 'mayores' a los que no le salen las cuentas con la pensión que le pasaría el Estado y decide continuar -si se le permite- al frente de su puesto de trabajo. También están, por raro que parezca, quienes disfrutan más en el trabajo que en casa y no quieren dar el paso hacia el retiro.

Incentivos

Sea por un motivo u otro, la Seguridad Social cuenta con importantes incentivos para que este colectivo aumente con el tiempo. Al ministerio encargado de pagar las pensiones no le salen las cuentas desde que comenzó la crisis y cualquier ahorro es bueno. En un estudio reciente, el instituto Aviva, especializado en pensiones, detalló que cada vez más «parece menos posible que el Estado se pueda hacer cargo por completo de mantener un nivel de vida adecuado del creciente número de jubilados», por lo que se deben articular medidas que retrasen el final de la vida laboral.

Por lo pronto, tanto a autónomos como a asalariados se les permite ahorrarse la cuota que pagaban a la Seguridad Social. Esto vale a los autónomos para tener más dinero en su cuenta bancaria cuando termina el mes, mientras que para las empresas puede suponer un aliciente importante. El Estado, mientras tanto, va ahorrando mes a mes.

Pero además, para favorecer lo que se ha denominado como 'jubilación activa', se añade un porcentaje adicional a la pensión que dicha persona cobrará el día que decida jubilarse. La idea de la Seguridad Social es que quienes continúan trabajando más allá de los 65 años obtengan una pensión más alta. Este beneficio está tasado por el ministerio. Si se cuenta con 25 años de vida laboral, cada año extra aumentará la pensión un 2%. Con entre 25 y 37 años cotizados, el aumento de la pensión es del 2,75%. Y si antes de los 65 años se han cotizado 37 años, la tasa de aumento asciende hasta el 4%.

Ana María Vegas

  • más allá de los 65

  • Se codea a diario con gente joven. Es la directora-gerente de la Escuela Arte Granada y a sus 66 años no tiene perspectivas de abandonar el barco y pasar a otra vida, a la de jubilada, al menos a la de jubilada total porque ella es una de las que se ha acogido a la jubilación parcial. Esta posibilidad le permite cobrar parte de su pensión y su sueldo y alargar, así, su vida laboral algunos años más. «¡Me veo aquí con 70 años perfectamente!», cuenta con una sonrisa. La responsable de la escuela lo tiene tan claro porque dice que, hoy por hoy, hace lo que le gusta y «cuando te gusta tu trabajo, todo cuesta menos. No pesa» . Es quizás una de las premisas que ha aprendido en su larga trayectoria profesional ligada durante muchos años también a la administración dentro de la Seguridad Social. «Cualquier persona debe estudiar o trabajar en aquello en lo que realmente disfrute y así es como se rinde sin esfuerzo y se tiene la motivación para estar aprendiendo de manera constante». Vegas explica que el entorno en el que trabaja y el estar rodeada de jóvenes, o menos jóvenes, es un chute de energía diario y algo reconfortante cuando se ven los resultados. También juega con la baza de que ser la gerente le da la posibilidad de organizar sus horarios «para que todo sea más llevadero». En este sentido, contar con un buen equipo de trabajo es importante «y yo lo tengo». La mujer confiesa que en su grupo de amigas hay muchas que están ya jubiladas pero que, aún así, dedican su tiempo a hacer cosas. «Dedican el tiempo a cosas que antes no podían abarcar y tengo algunas de están estudiando hasta carreras. Jubilarte no significa parar». Las ganas de seguir en la brecha de esta santanderina, granadina de adopción, también se explican porque su trabajo en la Escuela Arte Granada le llegó en una segunda etapa laboral. La escuela se abrió en el 1989, pero ella era socia, fue en 2007 cuando se hizo con la gerencia « por lo que en los años que llevo no me ha dado tiempo a cansarme». Reconoce que, por ahora, sólo se plantea apartarse si enfermara. Y subraya «Teniendo en cuenta la situación laboral y global que tenemos, en realidad, trabajo por mí pero también por los que vienen, a los que les esperan tiempos inciertos... como a todos», declara.

Con un ejemplo se ve más claro. Imaginemos una persona que al cumplir los 65 años ha trabajado 37 años y tiene previsto cobrar una pensión de 1.000 euros. Sin embargo, decide demorar su jubilación trabajando hasta los 70. Percibe un 20% más de la pensión que tuviera establecida -la suma del 4% durante cinco años-, por lo que cuando se jubila cobra 1.200 euros en vez de lo que tenía tasado a los 65 años.

Jubilación parcial

En paralelo a estas dos medidas se están produciendo otras actuaciones desde la Seguridad Social, que también permite una jubilación 'parcial', con la que se establece una jornada de trabajo que puede oscilar entre el 25% o el 75%. Luego, tanto la Seguridad Social como la empresa para la que se trabaja se encargarán de realizar el abono mensual de la nómina. Además, este contrato lleva acompañado en la mayoría de los casos un 'contrato de relevo', encaminado a un cambio generacional dentro de las empresas y para fomentar el empleo.

La Seguridad Social asegura que estas fórmulas para compatibilizar el trabajo con la pensión o para continuar trabajando más allá de los 65 años están teniendo «un impacto bastante limitado». Sin embargo, la escasa influencia de las medidas viene derivada de «las dificultades actuales bien para mantener un empleo al alcanzar una edad relativamente alta, o bien para retornar a la vida laboral activa, una vez que la persona ya se ha jubilado». Como norma, los funcionarios pueden 'aguantar' hasta los 70 años para jubilarse. Los asalariados o autónomos tienen libertad para decidir cuando dejan de trabajar.

Pedro Moles, director general de Caja Granada Vida, explica que los últimos datos «reflejan un aumento considerable de esta tendencia». Moles expone que en España «tenemos una esperanza de vida mayor que en Europa, algo que es una buena noticia y genera un problema de sostenibilidad, que se ve agravado porque los jóvenes que entran en el mercado de trabajo lo hacen con un sueldo inferior al del jubilado que sale de él».

Por ello, añade Moles, la Seguridad Social está articulando mecanismos para garantizar la sostenibilidad del mercado de pensiones. Retrasar la jubilación con incentivos de este tipo es uno de ellos, por el ahorro, pero a la vez aporte, que obtiene el ministerio.

Otros casos

Concepción Villanueva

Conchi, para los amigos, conoce a su clientela por los pies. Desde que tiene memoria se recuerda detrás de un mostrador. Primero haciendo sus primeros pinitos en una perfumería granadina donde entraba de pequeña, como si fuera un juego de niños y se ponía a despachar; y luego, años más tarde, como mano derecha de su marido Salvador Maciá al frente de Calzados Maciá, uno de los comercios más veteranos de la ciudad. Después de 68 años al pie del cañón, no piensa en la retirada. «Venir a trabajar me da la vida y, además, es una forma de estar con los míos -que ahora están en el negocio- por lo que no es un problema», explica. A ella la hora de la jubilación le pilló trabajando y «hasta que Dios me lo permita seguiré haciéndolo». Conchi cuenta con la suerte de que al ser co-responsable del negocio puede flexibilizar su horario y compatibilizarlo con su vida personal. «Este trabajo es muy sacrificado pero he tenido la suerte de poder criar a mis hijos y volver al trabajo, que ahora comparto con parte de ellos». Llevar más de 20 años en el sector comercial le hace ser una enciclopedia viva de la evolución del mercado granadino y de la economía del sector. No en vano, sus hijos son ya la cuarta generación de comerciantes de esta saga familiar que fundó su primera zapatería en 1904. «Llevamos con orgullo haber sido los primeros comerciantes de calzado que trajeron a Granada el bottier, gracias al padre de mi suegro, y de apostar siempre por el calzado nacional». Desde entonces, explica, han intentado mantener la calidad y la exclusividad en su negocio. «Es un campo que ha evolucionado mucho porque ahora hay más oferta pero nosotros seguimos apostando por la calidad y estamos agradecidos de que tenemos una clientela fiel». La respuesta a la pregunta de cuándo piensa jubilarse es toda una incógnita. No es por dinero, trabaja por necesidad vital y aunque pueda resultar raro y muchos estén deseando tachar en el calendario el día que digan adiós al trabajo, no es su caso. «He disfrutado mucho en el mostrador y me encuentro bien física y anímicamente. Para mí la jubilación no es una meta», concluye convencida.

José Antonio Santandreu.

Se encuentra bien física y anímicamente y asegura que los años no han mermado, ni lo más mínimo, el interés por su trabajo, entonces, ¿para qué jubilarse? Es la sincera reflexión de José Antonio Santandreu, magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, que, a pesar, de llevar más de media vida trabajando no ve el final de sus días laborales. «Vivo mi profesión con la misma ilusión que al principio pero con el plus de tener más experiencia, formación y conocimiento, lo que me facilita mucho más el trabajo». Santandreu cuenta que lo único que le da el paso del tiempo es cierta nostalgia cuando echa la vista atrás. «Te das cuenta de que hay momentos que no van a volver y eres consciente de todo lo que has andado». El magistrado ha sido testigo la evolución que ha tenido su profesión a lo largo de los años. «Recuerdo la carencia de medios con la que trabajábamos y como todo se superaba con la ilusión que teníamos». En este sentido, explica que dilatar la trayectoria profesional -en la judicatura puede prolongarse hasta los 70 años - otorga la oportunidad de conocer cómo cambian las formas de trabajo, cómo se mecanizan e informatizan procesos e, incluso, cómo se modifican normativas dentro del mundo jurídico. Otro de los aspectos positivos que tiene el tener una segunda vida laboral es el poder convivir con las nuevas generaciones. «Llegan con un alto componente vocacional y se implican mucho en su trabajo. Uno de los aspectos que más destaca es el compromiso, algo que también se gana por los años de estudio y la dura oposición que tiene que pasar». Ellos llegan pisando fuerte pero Santandreu también asume retos en su día a día. El profesional lleva 24 años trabajando en la Sala de lo Contencioso Administrativo de Granada en la que está desempeñando, provisionalmente, el cargo de presidente. Probablemente, en breve lleguen nuevos cambios en su carrera pero los afronta con calma. Quizás, esperar lo que venga con tranquilidad es otra de las ventajas de jugar en la liga de los veteranos. Como es su caso.

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