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Dúplex en venta en el que residía Jacinto en la urbanización Abencerrajes, en La Herradura.
Un tipo «amable» y «educado» rebautizado como Jacinto

Un tipo «amable» y «educado» rebautizado como Jacinto

Integrado en la vida de La Herradura, el detenido se dejaba ver por el pueblo de forma regular y trabó amistad con vecinos, que señalan «su buen humor»

DAMIÁN RUIZ FÁJULA

Domingo, 28 de agosto 2016, 00:12

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Hace cinco semanas, el polaco Jacinto, como le llamaban sus vecinos, salió a dar una vuelta con su motocicleta por la mañana para realizar sus quehaceres cotidianos. Aunque normalmente vivía solo, en su domicilio, un dúplex alquilado ubicado en la urbanización Abencerrajes de La Herradura, en ese momento también se encontraban su sobrino y su hija. En torno a las dos de la tarde regresó, aparcó y entró en su casa esperando quizá un cálido abrazo. Pero lo que se encontró en su lugar fue algo bien distinto: una brigada de agentes especiales de la Guardia Civil que procedió a su detención y que se introdujo en el edificio media hora antes, cuando únicamente estaban sus dos familiares.

De aquel día ajetreado poco o nada queda ya. El domicilio, a falta de inquilino por causa de fuerza mayor, tiene un cartel en el que se anuncia su venta por parte de una inmobiliaria. Las ventanas y la terraza están cerradas a cal y canto, así como, obviamente, las puertas. En el porche, en donde hace un mes se encontraba una enorme sombrilla junto a un kit para realizar barbacoas, sólo quedan unos hierros incrustados en la pared que delatan un pasado que ya es historia. Ni rastro de actividad humana en una zona residencial en la que este miércoles, a primera hora de la tarde, muy pocos transitaban. No obstante, los pocos vecinos que se veían, al percatarse de la presencia de IDEAL, sonreían pícaramente: «Ya sabemos por qué estáis aquí».

Sin duda, este asunto ha sido la comidilla entre los residentes de la zona, los cuales confiesan que de primera hora sólo se enteraron de su arresto los que vivían cerca del dúplex de Jacinto. El resto fue haciéndolo después progresivamente. Y, por supuesto, les ha sorprendido, ya que se trataba de una persona bien acogida en el seno de la comunidad y que mantenía buenas relaciones con los lugareños. «Hacía vida normal y nunca le vimos nada raro; lo mismo de noche salía y dejaba la casa siempre abierta, por lo que le decíamos te van a robar y se reía», comenta una vecina que resalta «su buen humor». «Era un tío estupendo al que conocían muchos en La Herradura, en donde tenía su barco y su casa, en la que siempre había gente».

En ocasiones, aseguran los residentes cercanos, le veían con una chica. En otras, acompañado por dos hombres grandes y fuertes «como armarios empotrados a los que llamaba marineros y con quienes decía iba a emborracharse». Tenía su barbacoa y explicaba a sus más cercanos de sus intenciones de «deshacerse» de algunos de los inmuebles en los que estaba «porque le suponía mucho gasto y siempre estaba por aquí». «Era muy educado y amable, incluso nos arregló la puerta de casa, y le dábamos aguacates aunque él no quería pero daba igual porque se los lanzábamos», afirma uno de ellos.

Los días previos a la detención de Jacinto, como si lo intuyera, los vecinos le veían alicaído. «Llevaba aspecto cansado, decaído... y nos decía que estaba malo, que era debido a problemas de circulación», aseveran. «Ni nos imaginábamos todo esto, por lo visto se lió», detallan los residentes, cuyos rostros se tornaron en estupefacción al enterarse de todos los cargos a los que se enfrenta el detenido.

En el puerto deportivo de Marina del Este, lugar en el que la Guardia Civil situaba al barco como base de operaciones, nadie sabe nada -ni quiere hacerlo- del asunto. «Aquí no nos consta que haya atracado un bote con el nombre que se dice», indican desde la torre de control de la dársena. En una tienda especializada en alquiler de yates, una joven trabajadora le vio en un par de ocasiones y no le pasó inadvertido: «Me preguntaba cómo me llamaba, mi edad... era raro». Así era Jacinto, un tipo casi normal.

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