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Padres separados, niños y vacaciones: manual de instrucciones

Padres separados, niños y vacaciones: manual de instrucciones

La llegada del verano incrementa los problemas entre exparejas que han de planificar el tiempo de descanso teniendo en cuenta las necesidades de los menores... y los convenios reguladores

ANA PÉREZ-BRYAN

Jueves, 14 de julio 2016, 02:48

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Para muchos representa un tiempo ideal para la desconexión, el descanso y la recuperación del tiempo robado a los suyos durante el resto del año. Para otros, sin embargo pueden convertirse en una fuente de estrés y angustia si no se gestionan de la manera adecuada. Ocurre por ejemplo en estas fechas con los padres separados y el reparto de los hijos menores, un asunto que debería resolverse con la imprescindible dosis de sentido común entre adultos pero que, en la práctica, representa una importante fuente de conflicto cuando llega el verano. Y eso, teniendo en cuenta que España es uno de los países donde más rupturas se producen, con una tasa que supera ampliamente el 50% de los casos, es un fenómeno que cada vez afecta a más familias.

¿Cuál es el tiempo adecuado que un niño debe estar con su padre o con su madre teniendo en cuenta su edad? ¿Es conveniente que un progenitor mantenga el contacto telefónico con su hijo cuando éste pasa el tiempo de descanso con el otro? ¿Qué hacer si la expareja tiene en mente un viaje al extranjero con el menor? ¿Y si las vacaciones incluyen a la nueva pareja? ¿Hasta dónde se debe escuchar a los hijos? Las dudas que se generan a medida de proliferan los nuevos modelos de familia crecen de manera proporcional y los expertos en la materia constatan que, efectivamente, con la llegada del verano aumentan las consultas... y los problemas. Por eso resulta conveniente planificar las vacaciones y el tiempo de ocio teniendo en cuenta una realidad incontestable: si los padres viven con normalidad la situación, el niño la asumirá la convivencia por separado como algo natural. Y viceversa.

Planificar las vacaciones en el convenio regulador

Es una de las cuestiones fundamentales para evitar problemas en un futuro, aunque no siempre las cosas quedan tan claras en el acuerdo. Lo constata la abogada y mediadora Inmaculada Jiménez, que por su amplia experiencia profesional y como miembro de la Asociación de Mediación para la Solución de Conflictos Solucion@ observa que algunas parejas no entran a fondo en cómo organizar asuntos a medio plazo, como las vacaciones, «porque quieren cerrar un acuerdo rápido y salir cuanto antes de una situación que no es agradable para ninguno de los dos». Y eso es un error porque tarde o temprano hay que afrontarlo. En primer lugar, habría que tener en cuenta la edad del niño para fijar los tiempos que pasa con uno y con otro: aunque no está estipulado por ley, el sentido común recomienda periodos más cortos para los casos con niños muy pequeños (por semanas e incluso días alternos), que se pueden ir ampliando a la quincena cuando el menor llega a los 6 o 7 años. Cuando son mayores, la organización ya se puede hacer por meses asumiendo incluso que a partir de los 12 años «el niño ya va a ser escuchado» y, por lo tanto, existe la posibilidad de ser más flexible. Pero ojo: «No vale que porque el niño diga que no le apetece ya se vaya a crear un problema enorme entre los padres», advierte la especialista.

Recuerde: el niño quiere igual al padre y a la madre

Es una de las máximas que hay que manejar a la hora de planificar las vacaciones de los hijos. No es un tema menor, sobre todo teniendo en cuenta que a veces uno de los dos progenitores -en muchos casos las madres- experimenta tanta angustia y estrés por la separación que acaba contagiando su ansiedad al niño. «Imagínate que el niño es consciente de que los padres no se soportan. ¿Cómo se enfrenta al dilema de hacer ver que es feliz por pasar tiempo con el otro si sabe que el que se queda en casa sufre, que eso no le va a gustar a su mamá?», se plantea la psicóloga especialista en clínica Amparo Romero, que también es miembro de la asociación Solucion@. A su juicio, existe una tensión máxima para el menor cuando éste ve que a la hora del intercambio los padres no se saludan, o que no se ponen ni siquiera al teléfono para llegar a un acuerdo... Es lo que la especialista llama un «conflicto de lealtades»: «Los niños sienten que si se van de vacaciones con el otro dejan abandonada a la madre o al padre», expone Romero. Eso, unido a actitudes hacia el menor que se traducen en un amplio catálogo de recomendaciones o precauciones que ha de tomar el niño «como si fuera a un sitio peligroso» no ayudan a normalizar la situación. En caso contrario, tampoco es recomendable que el que pasa menos tiempo con él (normalmente los padres) le haga sentir culpable por el poco tiempo que disfrutan juntos o porque las vacaciones han sabido a poco.

¿Hasta qué punto es oportuno el contacto con el menor?

Cuando el niño está pasando su parte proporcional de las vacaciones con uno de los progenitores, el otro no puede verlo, pero sí ponerse en contacto con él por ejemplo a través del teléfono. Pero en este punto también hay que aplicar la mesura y el tacto. «Si el que no está con el niño en ese momento está acostumbrado, por ejemplo, a acostarlo todas las noches, se puede llamar a esa hora para ver cómo ha ido el día, o cómo van las vacaciones», explica Romero. Eso sí, la especialista es contundente a la hora de fijar los límites: «Lo que no se puede hacer es estar constantemente interrumpiendo y distorsionando el tiempo de ocio con el otro progenitor». Tampoco hacerle ver al niño que se le echa de menos en exceso o que su presencia es vital para el normal desarrollo de la vida cotidiana en casa. «El contacto, si se da, tiene que ser de calidad: no se puede proyectar la imagen de soledad ni de desvalimiento», añade Romero, quien achaca a esta actitud, precisamente, que muchos padres o madres se resistan al contacto telefónico con el ex mientras el niño está pasando las vacaciones con ellos.

El que tiene al niño es el responsable del niño

Parece una redundancia, pero es importante tenerlo en cuenta. Y además por eso es tan importante fijar las vacaciones en el convenio regulador (por ejemplo los meses de julio de los años pares, o los meses de agosto de los años impares...). Así el padre o la madre pueden organizar sus tiempos de descanso en función del niño. En este sentido, uno de los principales problemas que aborda Inmaculada Jiménez en su despacho está relacionado con el horario laboral de los padres. «Hay veces en que tú no tienes las vacaciones que has elegido y eso te obliga a buscar alternativas para atender a tu hijo», explica. Eso incluye dejarlo a cargo de algún familiar, una opción que molesta al otro progenitor que no ve con buenos ojos esa delegación de la responsabilidad. Pero no valen las excepciones. «El que tiene al niño es el que tiene que organizarse», insiste la letrada. Otra cosa es que entre los padres pudieran organizarse para cubrir las necesidades del menor: «En estos casos debería ser fácil ceder, pero no siempre es fácil, sobre todo si no hay una buena relación», lamenta.

El primer verano con los padres separados o con la nueva pareja

La separación de una pareja se ha convertido hoy en día en un asunto absolutamente habitual y cotidiano. Y los menores «se adaptan mejor de lo que creemos siempre que las cosas se hagan con cabeza», observa Romero. Eso no quiere decir que existan momentos puntuales que han de ser abordados con especial tacto: por ejemplo el primer verano que pasa con sus padres separados, o las primeras vacaciones con la nueva pareja de su padre o de su madre. «El primer verano en estas circunstancias puede ser complicado porque es algo nuevo para el niño y además las separaciones no suelen ser amistosas», constata la especialista, quien añade a renglón seguido una queja relacionada con la «excesiva judicialización de estos temas». Para abordarlos, existe una herramienta más que apreciable en la mediación; pero también existe la posibilidad de acudir a un psicólogo que aporte las pautas necesarias para que la transición se haga con naturalidad. En estos casos, la psicología no ha de verse como una terapia ante trastornos mentales, sino una alternativa que sirve como orientación y como refuerzo.

¿Qué hacer si el menor llora, o se muestra angustiado en exceso?

En estos casos hay que aplicar de nuevo la empatía. «El padre o la madre tiene que actuar con normalidad, dándole la importancia justa y sobre todo escuchándolo con afecto», explica la psicóloga especialista en clínica. Normalmente los menores se adaptan en seguida, pero a veces les cuesta más. Una buena opción es planificar actividades que mantengan distraído al niño. Si esta opción no funciona y los niños sufren mucho «hay que buscar otra causa, que normalmente está en los adultos», constata Romero. La experta insiste, sin embargo, en el hecho de que la sociedad está cada vez más habituada a las familias reconstituidas, por lo tanto los niños están habituados a esos nuevos modelos. De hecho Romero tira de experiencia y de datos y admite que en su consulta la mitad de los menores a los que atiende vienen de padres separados: «Y eso no es porque tengan un problema derivado de esa condición concreta, sino que es ya lo habitual en la sociedad». Y añade otro detalle: «En general la actitud de los chavales -sobre todo los adolescentes- es la de agradar y la de adaptarse a lo que hay, y no generar más problemas de los que tienen los adultos».

¿Cómo actuar si el otro progenitor plantea un viaje al extranjero?

Es sin duda uno de los temas más espinosos a la hora de planificar las vacaciones con los hijos. «Hay padres que tienen auténtico pavor a que los hijos se vayan al extranjero con el ex», confirma Inmaculada Jiménez. Por eso es importante que en la sentencia judicial de divorcio se especifique que el menor no puede hacer un viaje de estas características sin la autorización de ambos progenitores. En el caso de Europa (del territorio Schengen) no es sin embargo necesario y basta con que el niño tenga el regla el pasaporte. El problema surge «cuando uno de los dos progenitores lo tiene en su poder y no se lo da al otro para hacer el viaje», explica la letrada. Para los traslados más allá de las fronteras europeas «ya es necesario un visado con la autorización de los dos». En este punto del debate, la pregunta es inevitable: ¿Qué ocurre cuando un padre o una madre se va con el pequeño y no vuelve? Jiménez trata de aportar tranquilidad ante estos supuestos: «Hoy en día existen unos mecanismos judiciales internacionales que hacen que la situación se arregle con relativa rapidez». Ocurre por ejemplo en los casos de parejas mixtas con nacionales de países latinoamericanos. En el caso de otras culturas y religiones «sí es más complicado», admite la especialista.

¿Y si los niños son 'devueltos' a casa antes, o después, de tiempo?

Los acuerdos reguladores están para que ambas partes lo cumplan, pero puede darse el caso de que el menor regrese a casa antes de tiempo o incluso unos días después. En estos casos, y siempre que la alteración esté en los límites de lo razonable, «la única solución que hay es la del diálogo», confirma Jiménez. Antes existía la opción de acudir a un juzgado de guardia a interponer la correspondiente denuncia, pero hoy en día «habría que pedir la ejecución de la sentencia y a muchos padres no les merece la pena», zanja la letrada, quien insiste en la herramienta de la mediación para dar solución a los problemas que puedan generarse en este sentido. Al fin y al cabo, las vacaciones han de ser un tiempo para la desconexión y el descanso. Para todos.

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