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Manuela Martínez deja la secretaría general de UGT en unas semanas.
«Trabajar sin contrato no puede ser la única opción»

«Trabajar sin contrato no puede ser la única opción»

La todavía responsable sindical de UGT en la provincia pone fin a siete años como secretaria general con un mensaje para su sucesor: «Transparencia»

Antonio Sánchez

Lunes, 2 de mayo 2016, 00:16

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Manuel Martínez (Linares, 1959) vivirá este año su último 1 de mayo al frente del sindicato UGT en la provincia. Tras siete años como secretaria general, da un paso al lado convencida de que dos mandatos son los óptimos para cualquier cargo público. En unas semanas regresará a su puesto de trabajo, en el Servicio Andaluz de Empleo.

Terminan siete años al mando de la secretaría general de UGT en Granada. ¿Qué balance global hace?

Bastante positivo. Estos años han coincidido con la época más cruda de la crisis y lo puntúo al menos con notable. Hemos sabido hacer frente a los retos que teníamos por delante. Ha habido que multiplicarse porque los problemas en los centros de trabajo han aumentado y se han judicializado. Lo que antes se conseguía en la mesa de negociación, ahora se logra en el juzgado. Pero creo que se han superado bien las vicisitudes.

¿Está el sindicalismo -y el sindicato- en horas bajas?

Es cierto que en el último año -creo que motivado por los procesos electorales seguidos y sin gobierno-, el nivel de movilización ha bajado. La crisis afecta a toda la sociedad y ha caído la participación por el miedo a perder el empleo. El sindicato intenta neutralizarlo y hacer ver que si no se lucha por el despido de un compañero, mañana les puede tocar a otro. Pero no es fácil. Los sindicatos estamos ahí, pero necesitamos que haya trabajadores detrás denunciando lo que no se esté haciendo bien para no quedarnos solos. Y además hay gente que tiene miedo a la movilización. La 'Ley Mordaza' ha conseguido eso.

¿Ese miedo del que habla se ha podido transformar en resignación en los trabajadores, bajo el paraguas del 'esto es lo que hay'?

Esa frase me duele mucho. Podemos tacharlo de resignación, pero esto es lo que se ha intentado trasladar. Por desgracia, va calando como una lluvia fina la idea de que no quejarse es bueno porque hay gente que no tiene nada.

¿Los últimos siete años de gobierno, que incluyen el final de la era Rodríguez Zapatero y la actual del PP, han sido los peores de la democracia para los trabajadores?

Por supuesto. El año 2010, cuando se anuncian los primeros recortes y se aprueba una reforma laboral, marca el inicio y estos últimos cuatro años han sido nefastos. Un retroceso de 25 años en derechos. Han profundizado en la herida con una reforma laboral que es un arma de destrucción de empleo. El número de trabajadores que no pueden vivir con un empleo aumenta. Y eso no es un trabajo. Es casi una limosna. Ha sido años muy duros de recortes a todos los niveles, con un empeoramiento generalizado de los servicios públicos, que son una merma de salario 'diferido'.

¿Qué le pasa a Granada con el empleo?

Se ha hecho muy poco para cambiar el sistema productivo. Padecemos una estacionalidad sangrante, con trabajos de poca calidad. Si no se trabaja por un modelo productivo nuevo, que apueste por la industria y en especial la agroindustria, no vamos a ningún lado. Toda la provincia se tiene que beneficiar de una reactivación económica.

¿Qué se le dice a un trabajador que puede ganar más trabajando sin contrato?

Esto no debería existir. Y menos en el volumen escandaloso que hay en Granada. El Gobierno no ha tenido interés para recortarlo. Se necesita un cambio de cultura empresarial para que no se permita esto. Culpar al trabajador de que coja el único empleo que consigue cuando tiene que dar de comer a su familia es irse al eslabón más débil. Al trabajador no se le puede dar como única opción tener ese empleo, sino que sea tener un contrato. Esto también es corrupción. Se aceptan estas condiciones porque no se tienen otra cosa. Los sindicatos tenemos la labor de hacer ver a los trabajadores que no deben permitir esto, pero otra cosa es que alguien tengan necesidad de trabajar y no haya otra opción. No podría culpar a un trabajador que hace eso, necesitamos el apoyo mutuo.

¿Con qué momento de estos siete años se queda y cuál tira a la papelera?

Con cada momento en el que hemos salvado una situación negativa para un trabajador. Cualquier momento da para celebrarlo. La situación más dura, sin lugar a dudas, fue cuando vimos que compañeros del sindicato no podían seguir trabajando aquí al desaparecer los programas en los que se apoyaba UGT y tener que recortar.

Las encuestas no dan una buena nota a los sindicatos. ¿Por qué?

Esto no es nuevo. Los sindicatos somos bastante molestos, al querer que la voz de los trabajadores llegue a los órganos de decisión. Se ha transmitido una mala imagen de los sindicatos, cuando sólo somos empleados unidos velando por nuestros derechos. Han intentado enfrentarnos, pero no lo han conseguido. Nuestro termómetro son los trabajadores granadinos; siguen confiando en UGT, a pesar de todo lo que ha pasado. Y somos el primer sindicato de Granada, con un 38% de representación.

¿Qué tarea se queda sin hacer?

Aquí siempre queda trabajo por hacer. Estamos inmersos en una gran reforma. Se está produciendo un cambio social muy grande. Hemos apostado por la transparencia para que se sepa qué hacemos con el dinero público y las cuotas de los afiliados.

¿Cómo valora que el Parlamento actual no sea capaz de ponerse de acuerdo?

Es un fracaso de todos los partidos. Pongo a un lado al PP, con su inacción, pero el resto tampoco ha sabido. La sociedad ha dado un mensaje en las urnas y el Parlamento no lo ha entendido bien.

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