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La ilustradora, firmando uno de sus libros en una biblioteca.
«Mi cuento elimina la diferencia»

«Mi cuento elimina la diferencia»

La doctora del departamento de Dibujo de la UGR, Clara Luna, publica 'El soldadito de plomo' para que pueda ser comprendido por adultos y niños con y sin lenguaje, de diferentes capacidades e idiomas

Ángeles Peñalver

Domingo, 14 de febrero 2016, 02:06

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Clara Luna Rodríguez estudió Bellas Artes, obtuvo el Certificado de Aptitud Pedagógica, se doctoró en la Universidad de Granada y casi siempre tuvo claro que el medio artístico es fundamental en el desarrollo evolutivo y en el aprendizaje. Se forjó como ilustradora e investigadora en el departamento de Dibujo de la UGR, pero su pasión ha sido salir de los despachos para infiltrase en la vida real, por eso ha trabajado de monitora en colegios. Ese impulso vital la llevó a tomar contacto con Asprogrades, una asociación de personas con diversidad intelectual, y con Centilia, un taller de arte para ese alumnado. Y así se dio cuenta de que era necesario crear dibujos accesibles, que salieran de sus ágiles dedos para permitir a quienes carecen de un buen sistema de lectoescritura (por ejemplo, niños en fases prelectoescritoras, inmigrantes o mayores con problemas de demencia) a entender de manera universal una historia.

Nuestra protagonista, que hace unos años logró incluso una beca de investigación en México, se puso manos a la obra y desarrolló un lenguaje gráfico basado en imágenes ilustradas como único hilo narrativo. Escogió 'El soldadito de plomo'. Ese cuento de hadas del escritor y poeta danés Hans Christian Andersen. El de esa figurilla de plomo y la bailarina de papel que comparten la desdicha de tener sólo una pierna. «Era el cuento clásico que mejor entendían las personas con diversidad funcional con las que tuve el placer de trabajar. Al ser conocida, la sentían cercana. Pero no eran capaces de imaginar el intervalo existente entre una imagen y otra cuando se produce un salto temporal o espacial. Tienden a pensar que una imagen y otra cuentan historias diferentes. Por eso 'El soldadito de plomo' es circular -sin saltos en el tiempo, ni historias paralelas-. Las imágenes pueden seguir una secuencia lineal y la transición entre viñetas se hace más lógica y fácil. No existen apenas diálogos y eso beneficia la traducción de texto a imágenes», describe la artista.

En su investigación, Clara Luna probó su cuento en 97 personas con diversidad intelectual con edades de 6 a 66 años y capacidades muy diferentes, además de en 49 niños de 4 y 5 años. El trabajo con cada participante fue individual, usando alrededor de un cuarto de hora para que cada uno se enfrentara al relato de manera autónoma.

«La experiencia ha sido realmente enriquecedora. Si te acercas a un colectivo con la humildad de observar, escuchar y aprender siempre te llevas muchas más cosas de las que traes. Al iniciar esta investigación tenía muy claro hacia dónde quería dirigirme, pero realmente no sabía nada acerca del mundo de la diversidad. Me dediqué a intentar entender de qué manera ellos y ellas comprendían la realidad a través de la imagen. Me enseñaron muchísimo. Sin sus ideas, propuestas, dudas... hubiera sido imposible», agradece la joven doctora.

«No es que no tuvieran la capacidad de comprender: es que no se había creado el material adecuado para que pudieran hacerlo», concluye la protagonista, cuya obra se acaba de editar en una pequeña editorial de Barcelona llamada La Topera. En su página www.latoperaeditorial.com, se puede encargar el cuento. «Esperemos que a lo largo de este mes se termine la distribución para que se pueda encontrar en las librerías más importantes del país».

El lenguaje gráfico de Clara ha sido capaz de adaptarse y ajustarse a las capacidades y características propias de personas muy diferentes en edad y cognición. «La comprensión de la mayoría fue alta y positiva en correlación con las capacidades atribuidas en sus desempeños habituales. Sorprendió el gran nivel de varias de las personas con discapacidad intelectual grave participantes en el testeo, que no estaban contempladas inicialmente en el universo de posibles destinatarios debido a sus 'bajas' capacidades en determinados ámbitos», explica la ilustradora, quien agradece a los chicos y chicas de Asprogrades y Centilia que le dejaran comprender su universo.

«'El Soldadito de plomo' sólo es un ejemplo de cómo se puede hacer accesible una historia. Y creo que son muchísimos los textos y narraciones que se podrían hacer accesibles a través de la ilustración y de unas determinadas pautas de tratamiento. Hay que construir ese puente de comunicación que ayuda a la inclusión social y a un mejor acceso a la información de todas las personas», sentencia.

Las imágenes resultantes no son puramente ilustraciones o cómic, sino un lenguaje paralelo que aúna esas disciplinas valorando las exigencias que las personas con discapacidad consideraron necesarias para su mejor comprensión del contenido.

«Dirigido a todos»

«Va dirigido a todo el mundo que tenga ganas de disfrutar de un cuento sólo con ilustraciones. Si por algo es especial es justamente por eso, porque elimina la diferencia e incluye a personas (niñas y adultas) con diversidad intelectual y diferentes grados, niños en fases prelectoescritoras, individuos con problemas de comunicación, ancianos que han olvidado leer, migrantes con otra lengua... Estamos acostumbrados a ver en el mercado cuentos adaptados 'para'... cosa que está muy bien, porque se generan materiales válidos para determinados sectores y ayudan a acercar la información. Pero el mundo de la diversidad pide justamente que empiecen a crearse materiales accesibles para que se puedan trabajar en conjunto con sectores muy diferentes de la población. Se pueden crear materiales comprensibles para todos y la diferencia desaparece», se despide.

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