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La calle del muak

La calle del muak

La bella leyenda de la calle del Beso del Albaicín explica el amor de una madre y también se convierte en una metáfora de la propia supervivencia de un barrio único en todo el mundo

Javier F. Barrera

Domingo, 31 de enero 2016, 01:19

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El Albaicín se hace a partes iguales bello y secreto en los empedrados mágicos que nacen de la Cuesta de San Gregorio y bajan hasta San Juan de los Reyes. Algunos lo conocen como el barrio de San José, otros lo citan como el Bajo Albaicín. Muchos saben que ahí está el Carmen de los Cipreses, el Mirador de los Carvajales, la Placeta de Porras y, la calle del Beso. La vía se recorre en un suspiro, o mejor dicho, en un beso de intensidad media, ni poquito ni corto, ni de mariposa ni de tornillo. Eso sí, le da para un poquito de lengua. Sí señor. La calle del Beso tiene también todo lo que una persona puede desear en una vida completa: una leyenda y un cante flamenco. La leyenda bucea en los siglos y la canción es un disco de Manuel, el de Lole. La calle, rodeada de belleza por doquier, tiene sonoridad y laberinto, promesa y recompensa. Búsquenla y, caso de no encontrarla, por favor, bésense.

Apartamentos, tabernas, terrazas y vistas a la Alhambra

  • La calle del Beso del Albaicín no tiene comercios, no hay tiendas, ni asesorías, es una calle residencial donde, sin embargo, hay unos apartamentos con muy buenas pintas y mejores vistas que se anuncian por Internet. Se ofrecen a buenos precios y pese a lo angosto de la calle, las imágenes de las vistas que se cuelan por las ventanas y las que se aprecian desde la terracilla merecen el premio de pasar unos días en el viejo Albaicín. La calle del Beso tiene también su Taberna del Beso, que está cerrada por vacaciones desde el día 20 de enero hasta febrero. No está exactamente en la misma calle sino en la cuesta de las Arremangadas, que besa el extremo de la primera. El edificio, sin embargo, sí da por un lado a la cuesta, a otro a San Gregorio y a otro a la calle del Beso. Es un palacio mudéjar del siglo XVI que perteneció al Conde de Cabra, y que ahora es un bar con comedor y una asociación cultural, La Bóveda, que programa conciertos en su bello patio.

La leyenda, según se recoge en numerosos blogs que pululan por la red y que está recogida de forma resumida en una bonita pieza de cerámica que se ha puesto en la pared de la misma calle: «Esta callecita en el siglo XVIII aún se llamaba la calle del Conde de Cabra por el aristócrata que después de la conquista se apropió de la parte del Albaicín en la cual estamos. En esta casa vivía un matrimonio con su hermosa hija, una muchacha tan angelical que todos los vecinos la adoraban. Un día, cuando su madre le fue a despertar, encontró a la niña totalmente inerte. Horrorizada gritó: «Dios mío. Está muerta», llamando a los vecinos, que transformaron el barrio en un solo llanto. A la noche celebraron el velatorio, en clima de gran tragedia. Pero al día siguiente, cuando iban a cerrar el ataúd, y la madre acercó los labios para dar a su querida hija un desesperado beso, los ojos de la 'muchacha muerta' se abrieron lentamente...».

De la leyenda al flamenco, Manuel de Molina se quedó atrapado en la calle del Beso, compuso un disco entero con este nombre y una canción, que empieza, tipi tapa: «Por eso/Sólo por eso/Porque tus labios de miel y de escarcha, me dieron un beso/Por eso/Porque las golondrinas de tu alma se vengan a vivir bajo mi techo/Por eso se llama mi calle/La Calle del Beso».

Albaicín, conjuro y leyenda, besos y resurrección, Patrimonio de la Humanidad que, necesita un nuevo despertar, un beso de aliento para sobrevivir.

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