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Jorge Fernández, en su oficina de la calle Recogidas, en Granada capital.
«Por qué no podemos crear en Granada un Google o un Facebook»

«Por qué no podemos crear en Granada un Google o un Facebook»

Jorge Fernández se define como un comerciante digital que aspira a contribuir a un salto tecnológico en la sociedad en la que vive desde el espíritu emprendedor

Rafael Lamelas

Domingo, 24 de enero 2016, 00:53

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Con 16 años, Jorge Fernández encontró un lugar de inspiración en Palo Alto, la ciudad estadounidense donde nacieron algunas de las empresas tecnológicas más importantes del mundo. Comenzó de manera autodidacta a desarrollar portales hasta entrar en el mundo laboral a través de una empresa de iluminación. La crisis se llevó por delante su trabajo pero no su ilusión. Fundó ilamparas.com y, tras años de lucha, trata de buscar la vanguardia a través del comercio electrónico, con una visión: que hasta la panadería de la esquina tenga un portal para vender que sea sencillo.

Tiene la biografía de Steve Jobs junto a su mesa. Un póster de Einstein con una de sus citas. Parece que en su oficina cala el espíritu emprendedor.

Esto viene de hace tiempo. Con 16 años, debido a un familiar mío que hizo un doctorado en Stanford, me enviaron un mes de intercambio a Palo Alto. No sabía ni qué era aquello. La primera web que diseñé fue muy cutre, pero me sirvió para enseñar a aquella gente cómo era mi pueblo, Ogíjares. En Palo Alto hay algo 'especial', que atrae cosas diferentes, chulas. Por aquel entonces, allí crecía Google, por ejemplo.

La experiencia le marcó.

A raíz de aquello me percaté de que quería trabajar con estas cosas. La figura de Steve Jobs también me ha inspirado. Antes de crear ilamparas.com todo era un desastre en mi vida: me despidieron del trabajo, mi pareja me dejó y tuve un problema de salud, pero son esos momentos cuando más fuerzas de flaqueza sacas. Me guié por Jobs de alguna manera. Soy tan friki que he 'peregrinado' hasta su casa. Es un ídolo.

¿Cómo empezó ilamparas.com?

Estuve desde los 19 años en una empresa de iluminación, con un portal. En 2009 la coyuntura económica era mala y decidieron venderlo. Junto a otros 40 compañeros más, me fui al paro. A partir de ese momento me planteé qué hacía. En los cinco años que había estado allí adquirí conocimientos sobre el sector, así como de gestión y mantenimiento informático. En definitiva, lo bueno que hay que hacer y lo que no. Siempre quise ser emprendedor.

¿Fue fácil el arranque?

Para nada. Fui poco a poco, desde mi propio dormitorio. Tenía dos opciones: llevármelo a la cochera de mis padres como los pioneros de Silicon Valley -pero aquí en España no es factible porque te denuncian a la Seguridad Social-, o irnos a un piso. Nos alquilamos uno en Ogíjares, muy chulo, pero un piso al fin y al cabo. Estuvimos un año allí, pero me di cuenta de otro problema, consustancial al sector de la iluminación y el mueble: que es muy retrógrado. Seguían viendo a chavales de unos 25 años en un piso de vecinos, donde los niños juegan a la pelota. No tenían la conciencia de ver que lo que contábamos en un correo electrónico era sólido y tenía futuro. Hice una apuesta muy arriesgada y compré una oficina en Recogidas, en la que llevamos ya casi tres años.

Aquel riesgo parece darle con el tiempo la razón?

Sí, porque aquí nos hacen más caso los fabricantes y representantes. Lo que realmente nutre todo no está aquí, sino en el portal. A veces te rebanas la cabeza y piensas que si en vez de invertir tanto en 'suelo' lo hubiéramos hecho en cinco desarrolladores al año, cómo estaríamos ahora. A lo mejor tendríamos un portal diez veces mejor, pero ningún producto que vender.

¿A día de hoy podemos decir que están en un buen momento?

Tenemos la sintonía de que el comercio electrónico evoluciona a mejor. Planificamos estrategias que vienen de EE UU, que estamos seguros que pasarán aquí en unos años. En 2015 hemos podido vender unas 20.000 lámparas, con unos 3.500 pedidos, de Argentina a Nueva Zelanda, sin ponernos barreras. Facturamos un millón de euros en el último ejercicio.

Usted gestiona dos empresas. ilamparas.com, cuyo nombre es elocuente, e Iwos. ¿En qué consiste esta última?

Ilamparas.com ha ido creciendo y en paralelo el portal ha mejorado por nosotros, con nuestra tecnología. Nuestro programa de gestión interno está asociado al comercio electrónico y es integral. En una sociedad tan subdesarrollada en este aspecto como la granadina, un portal como el nuestro es referencia para cualquier consulta. Captamos que había frustración en otros empresarios. Las empresas encargan un proyecto a otras y estas le entregan el 'paquete'. A partir de ese momento, toda la experiencia y día a día no existe, arrancan de cero. Ante esas consultas, decidimos aprovechar nuestro propio departamento de desarrollo. Esto último lo llamamos Iwos. Ahora, ilamparas.com es un cliente de Iwos, en la que reposa todo el conocimiento de cómo hemos hecho el comercio electrónico. Replicamos nuestro modelo de negocio a cualquier empresa o sector. Unido a una consultoría y tutorización, además de poder sentarse aquí y ver qué dudas les asalten. Nos da el valor.

¿Cómo le va con Iwos?

Hemos gestionado unos 13.500 pedidos. Tenemos ya siete empresas granadinas bajo nuestro paraguas. Algunas llegaron desencantadas de otras experiencias. Vamos a crear también unas 'spin off' para generar otros portales. Pero si el cliente no le dedica un tiempo suficiente al portal, no sirve de nada.

¿Le da forma a los sueños?

Tengo siempre un planteamiento a corto, medio y largo plazo. No puedes guiarte sólo por la intuición. El principal es romper la barrera del comercio electrónico en España. Que las tiendas pequeñas superen las fronteras tecnológicas, culturales y de conocimiento. Por qué la panadería de abajo no puede tener eso sin que le suponga una inversión increíble y un tiempo excesivo. Por eso tratamos de hacer una plataforma buena y versátil, que sea bonita por fuera y por dentro. Fácil para el que compra y para el que vende. A la vez, darle un montón de ventajas competitivas. La idea es rasgar el universo y por qué no podemos crear en Granada un Google o un Facebook. No tenemos impedimiento. Sí de inversión, pero no de imaginación. Nos falta algo de cultura tecnológica.

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