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Orden en el gallinero

Esta campaña llega al ecuador, inusualmente, sin juego sucio. Todos quieren soltar el lastre de la vieja política y que parezca que sólo se pelean los ‘otros’. Hubo enfrentamiento pero los candidatos evitaron convertir el encuentro en un corral. Fue un debate a cuatro con discusiones a dos. Y algunas cuentas pendientes

Quico Chirino

Domingo, 13 de diciembre 2015, 19:46

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En las generales de 2008, populares y socialistas pactaron un cara a cara de fogueo entre sus cabezas de lista por la provincia. Era todo tan inofensivo que hasta ambas aparecieron vestidas prácticamente de la misma guisa; con una chaqueta roja antes de que Susana Díaz pusiera de moda la chaqueta roja.

Concha de Santa Ana (PP) acudió a aquel encuentro en el hotel Nazaríes sin ni tan siquiera haber ofrecido antes una rueda de prensa, mientras que Cándida Martínez (PSOE) venía de fajarse en la correosa Consejería de Educación. La candidata popular había irrumpido en política liderando la lista al Congreso y, lejos de amedrentares, calentó el ambiente con unas ácidas declaraciones en una entrevista en IDEAL: «Esta señora es el hazmerreír de España. A mí me daría vergüenza presentarme», criticó la trayectoria de Cándida Martínez en el gobierno andaluz. Pero fue como cuando los boxeadores teatralizan su odio delante de las cámaras y después se acarician en el combate: aquel cara a cara se pareció más a una entrevista de Bertín Osborne que a una confrontación entre dos adversarias políticas.

En ese debate de la campaña de 2008 llamó la atención que la debutante Concha de Santa Ana leyera todas sus intervenciones y no se desviara del guión aprendido, aunque Cándida Martínez le lanzara algunas preguntas para provocar. Tampoco muchas, sólo tres.

Dos campañas más tarde, nadie concebiría un debate como aquel del Nazaríes.

Ya no son dos, sino cuatro; y hasta los más inexpertos en política aprenden a manejarse con soltura en una tertulia antes que en un pleno.

Las apariciones mediáticas están marcando esta campaña; donde lo mismo se comenta un partido de fútbol que se juega al futbolín. Aunque algunos todavía añoren la esencia mitinera de los tiempos de Alfonso Guerra y el dale caña.

Teresa Jiménez, que acompaña a Elvira Ramón al #DebateIDEAL, llega con la adrenalina del mitin de José Luis Rodríguez Zapatero, y Susana Díaz. Y Luis Salvador celebra el éxito del paso de Albert Rivera por Granada. Carlos Rojas (PP) se está volcando en esta campaña; y a las diez de la mañana cuando se produce el encuentro ya ha asistido a un desayuno con empresarios.

EL DÍA QUE PEZZI REVENTÓ UNAS MUNICIPALES

Esta contienda es distinta. Lo nota Manuel Pezzi, encargado de la coordinación de la agenda socialista. Un experto y a mucha honra en reventar campañas que hasta los suyos daban por perdidas. En mayo de 1991, a 48 horas de la cita con las urnas, fue uno de los que apoyó que se filtrara que el aspirante del PP a la alcaldía, Gabriel Díaz Berbel, podía no estar al día con los impuestos municipales. Jesús Quero le retó a hacer pública su declaración de la renta para aclarar si «en los últimos tiempos había tenido algún problema con el Ayuntamiento». Al final, Quero mantuvo el margen suficiente para poder gobernar.

Extraño, pero en esta campaña tampoco hay todavía agitadores profesionales en ninguno de los bandos. Aunque sí algunas cuentas pendientes.

No quedan muy lejos las últimas elecciones municipales, cuando el PP lanzó una ofensiva para desprestigiar a Luis Salvador por sus antecedentes en el PSOE. El candidato de Ciudadanos llega a este debate a cuatro con las encuestas a favor y una estrategia diseñada desde arriba: diferenciarse del PP y del PSOE. La mayoría de sus intervenciones las arranca con alusiones a Carlos Rojas, pero el número uno del PP gasta una flema, a veces, incluso exasperante. Algunos lo achacan al carácter costero; otros a los trienios del motrileño en el Parlamento andaluz. Lo cierto es que Carlos Rojas puede provocar que parezca que su rival está discutiendo mientras que él anda haciendo amigos.

Luis Salvador ha derivado parte de la campaña intencionadamente, a la plaza del Carmen, tras descubrir que José Torres Hurtado coloca las carambolas mejor que los tiralevitas de Fernando VII. El PP le ha regalado el argumentario. En el debate a cuatro, uno de los momentos más tensos fue cuando, premeditadamente, Luis Salvador reclamó al representante popular la dimisión de la concejala Isabel Nieto.

Sin embargo, el PSOE no contribuyó a prolongar el careo. Elvira Ramón intentó diferenciarse como la única de los cuatro que conoce el funcionamiento del Congreso de los diputados y quizás fue la que armó el discurso en clave más nacional. Tampoco el líder de Ciudadanos avivó el enfrentamiento, cuando lo hubo, entre populares y socialistas. Y Ana Terrón eludió cualquier rifirrafe. Midió sus intervenciones, que las tenía previamente calculadas las clavó todas en torno al minuto, pero intentó que parecieran espontáneas y no quedó como un papagayo.

Todo estaba calculado por los asesores. Ahora se desvela el secreto...

MICRÓFONOS TRAICIONEROS

Ninguno de los cuatro parece percatarse, pero los micrófonos permanecen abiertos en las pausas entre bloques. No se percibe en la mesa de realización desafortunadamente ningún exabrupto mayúsculo pero sí la estrategia de cada candidato; como cuando las cámaras fisgan en los banquillos de los entrenadores en un tiempo muerto de baloncesto.

Limítate a exponer tus propuestas.

Sí, cuando me enfoquen comento lo del plan...

No entres en el debate cuando se enfrenten.

Claro. Yo, al margen. Todo recae sobre ellos.

Hubo cierto orden en el gallinero. Debate a cuatro, pero peleas a dos.

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