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Anfibios. Los gallipatos, Pleurodeles waltl, son endémicos de la península Ibérica y los mayores tritones europeos -llegan a 30 cms. de longitud- y son muy escasos debido a la desecación de albercas y charcas. Vivieron en la Alhambra desde la apertura de las acequias desde el Darro y desaparecieron a mediados del siglo XX.
Los gallipatos vuelven a la Alhambra

Los gallipatos vuelven a la Alhambra

Los lagartos de agua reconquistan parte de sus antiguos hábitats, tres estanques convertidos en avanzadilla para colonizar el Darro y su cuenca

Juan Enrique Gómez

Jueves, 10 de diciembre 2015, 00:59

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Son tímidos y solo se les puede ver en el crepúsculo y ya entrada la noche, cuando dejan sus refugios entre piedras y algas del fondo de albercas, acequias y estanques, para buscar larvas de mosquitos, insectos y materia orgánica de la que alimentarse. Se les conoce como gallipatos y también bajo la denominación de lagartos de agua por su parecido con los saurios. Son anfibios con cola, urodelos, que han logrado volver a vivir en los espacios acuáticos de la Alhambra, medio siglo después de haber sido dados por extinguidos en los ecosistemas nazaríes e incluso en gran parte de la cuenca del río Darro, de donde procedían los que hace más de 500 años colonizaron los cursos de agua del conjunto monumental a través de la Acequia Real.

Se habían convertido en un símbolo de la riqueza faunística de la Alhambra desde que se encontraron dibujos que los representaban en platos que formaban parte del ajuar de una casa morisca situada junto a los palacios nazaríes, pero tras la introducción de peces en las albercas, sobre todo carpas y carpines, habían desaparecido por completo. «Hace tres años decidimos iniciar la recuperación de algunas especies de anfibios en los ecosistemas acuáticos alhambreños, y lo hicimos con sapo partero bético, un endemismo del sureste ibérico, y con los gallipatos», afirma el biólogo Juan Ramón Fernández Cardenete, que coordina científicamente los trabajos sobre anfibios en el monumento puestos en marcha por el Patronato de la Alhambra y el Generalife. Los resultados han sido positivos con estas dos especies que se consideraban de difícil adaptación y que necesitan condiciones muy favorables, como aguas limpias y con bajos niveles de contaminación.

En los dos casos se han llegado a ver individuos adultos, lo que significa que las larvas reintroducidas se han convertido en juveniles y han llegado a la fase adulta. «En el caso de los gallipatos había un interés especial por el hecho de ser iconos de la Alhambra, por lo que se han elegido estanques y albercas donde podría garantizarse condiciones ambientales adecuadas». Ahora trabajan en la alberca del secano de la Alhambra, junto al Parador de San Francisco, el carmen de los Catalanes y en la alamedilla del Partal.

La reintroducción se ha realizado con ejemplares que se han traído desde puntos de la misma cuenca que forma el río Darro, que es desde donde los gallipatos, en su evolución natural llegaron a la Alhambra cuando se abrieron acequias y canales desde el río. «Hemos realizado sueltas de individuos en fase larvaria y algunos juveniles que pueden adaptarse a un nuevo espacio vital y desarrollar nuevas poblaciones. No hemos detectado aún la reproducción en los estanques de la Alhambra, pero sí que se desarrollan adecuadamente», indica Juan Ramón Fernández, que comenta que la última liberación de gallipatos fue de ejemplares que miembros de la Asociación Herpetológica Granadina, que colabora con este proyecto desde sus inicios, habían rescatado de charcas que iban a ser desecadas.

La primera medida que tuvo que tomarse en la Alhambra fue la retirada de ciprínidos, los conocidos como peces de colores, de los estanques, ya que contaminan el agua con sus excrementos y reducen el oxígeno, lo que impide el desarrollo de estos anfibios y otros seres vivos, insectos, moluscos e incluso de vegetación acuática autóctona que no puede desarrollarse en aguas eutrofizadas. «También hemos tenido que reducir la presencia de ninfas de libélulas que son grandes depredadoras y se comen las larvas de anfibios en sus fases más pequeñas, por lo que hemos buscado aguas que no estén estancadas y tengan algo de renovación», dice Fernández Cardenete, para quien la vuelta de los gallipatos a la Alhambra también supone un añadido de calidad ambiental a los estanques y acequias, ya que estos lagartos de agua son carnívoros y se alimentan de invertebrados, sobre todo insectos que habitan o caen en el agua, e incluso de animales muertos que acaban en el fondo de los estanques. «Se comen la totalidad de las larvas de mosquitos que haya en una alberca, lo que reduce las plagas, e incluso hacen una labor de limpieza de los estanques, ya que son necrófitos y pueden alimentarse de animales muertos. Con solo 5 gallipatos en la alberca, los mosquitos han desaparecido del carmen de los Catalanes».

Los gallipatos se encuentran en peligro de desaparición en sus lugares de origen, como la sierra de Huétor, desde donde llegaron a la Alhambra, y ahora, cinco siglos después, si logran afianzarse en la colina de la Sabika, podrán emprender el camino de vuelta para reconquistar sus territorios de origen.

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