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El Palacio de la Madraza, ahora sede de departamentos de la Universidad.
Trampantojo, el arte de engañar al ojo humano

Trampantojo, el arte de engañar al ojo humano

Numerosos edificios de Granada integran en sus fachadas pinturas que simulan columnas, ventanas o balcones

carmen marchena

Miércoles, 25 de noviembre 2015, 01:45

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Columnas, ventanas, balcones o cornisas que no son tales sino una mera ilusión óptica. Granada está llena de ellas que, al cumplir su función, pasan desapercibidas. Es el trampantojo trampa al ojo, una técnica de la época clásica que perdura hasta nuestros días hasta el punto de que numerosos edificios y monumentos de Granadala integran en sus fachadas.

Según datos del gestor cultural José Vallejo, esta técnica no entró en Granada hasta 1492, tras la toma de la ciudad por los Reyes Católicos. Los ejemplos de mayor antigüedad se localizan en La Cartuja, exactamente la Cruz del Refectorio, pintada por Sánchez Cotán. En el siglo XVII se realizan en la ciudad dos programas pictóricos de gran magnitud en los que el trampantojo juega un papel protagonista, son los ejemplos que se encuentran en San Juan de Dios y San Jerónimo.

La ilusión óptica hace pensar que verdaderamente los elementos columnas, cornisas, etc. están integrados en la ornamentación de la construcción, pero nada de eso, esta técnica que proviene del francés tromp loeil es una trampa al ojo que crea además de ilusión óptica, la sensación de relieve.

En el s.XIX existieron numerosas intervenciones de este tipo por los decorados teatrales durante las temporadas de recintos como el Cervantes, que en ocasiones decoraban las capillas mayores de iglesias como son la de San José o la de Santa Catalina. En las zonas urbanas más reconocibles, destacan las reformas de habitabilidad ejecutadas durante el mandato de Carlos V y con la llegada de dos pintores cultivados en la técnica italiana. Son Julio Aquiles y Alejandro Mainer quienes decoraron la Torre del Peinador. Destacados también los frescos de los años 60 en las Iglesias de Santo Domingo o Santa Micaela firmados por Maldonado.

Esta moda también llega a la casa de los señoritos pues tras la restauración de la carrera del Darro en los años noventa aparecieron muchos ejemplares de trampantojo bajo capas de cal que, a día de hoy, pueden verse al pasear por la zona . Esta técnica también se contempla en la Plaza de las Pasiegas e incluso se ha recuperado una Virgen en la puerta principal de la Alcaicería de la remodelación ya ejecutada en los años 40.

Esta técnica llegó a convertirse en moda y encuentra una muy reconocible ruta a lo largo del centro histórico de la ciudad. En primer lugar, el Palacio de La Madraza, en el que su ladrillo visto no es ladrillo sino trampantojo. No es casualidad ver a personas acariciando la pared como si de un gato de angora se tratase, corroborando que es superficie lisa y no ladrillo. Llamada por muchos la caja amarilla, la fachada posterior de un carmen del Albaicín es otro de los ejemplos más característicos. Perfectamente visible son las supuestas ventanas de su fachada desde la plaza del Triunfo o el Carril de la Lona.

'El Americano'

Entre los ejemplos más recientes que se encuentran en la ciudad figura el caso de el edificio El Americano, el edificio que se sitúa en la Gran Vía y que destaca por sus llamativos colores magenta y crema además de unos engalanados balcones. Pues bien, los ladrillos que se aprecian son puro trampantojo aunque con un estilo alejado de los que pueden verse en monumentos y edificaciones de mayor antigüedad.

Una trampa creada para el ojo

  • Trampantojo, una derivación del término francés 'tromp loeil' que se refiere a la técnica artística que pretende engañar al ojo por medio de la representación de espacios arquitectónicos o figuraciones que realmente no existen. Ilusiones ópticas. Una práctica procedente de la antigüedad clásica cuando los griegos y romanos trasladaban sus pinturas en fachadas de casas o villas. Existen cuatro estilos la imitación de incrustaciones de mármoles, el arquitectónico, el ornamental y el ilusionismo arquitectónico. Fue en el renacimiento, con la nueva valoración clásica, cuando se extenderá tanto en arquitectura, pintura y escultura, siendo la arquitectura figurada su tema más recurrido.

La Carrera del Darro es otro de los puntos clave para visualizar esta curiosa técnica. Numerosos palacetes del s.XIX, hoy día convertidos en hoteles, se encuentran adornados con este procedimiento, esta vez de manera más pictórica, pudiéndose complemplar incluso frescos reinterpretados. Sin alejarnos de esta ruta figuran la iglesia de Santa Ana frente a Plaza Nueva o la Iglesia de San Juan y San Pablo frente al Museo Arqueológico.

Otro de los modelos, reconocible gracias a la restauración a cargo de Gallego Burín, se encuentra en los edificos que componen la Plaza de las Pasiegas, a los pies de la Catedral. Todos los balcones se encuentran completamente adornados, solo que el de la Casa de los Canónigos (de tono amarillo) se encuentra más desgastado a causa de la erosión del tiempo.

Un mágica técnica que, como indica Vallejo, «la aparición de esta moda nunca extinguida permite, entre otras cosas, dignificar los errores urbanísticos como son medianas de los inmuebles que se quedan colgados y sin sucesión» y que continúa atrampantando al ojo del que mira, observa y del que mirará y observará.

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