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Varios jóvenes volcados en chatear con el móvil renuncian a conversar entre ellos, una escena habitual hoy en día.
La justicia alerta de casos de menores que se autolesionan si se les quita el móvil

La justicia alerta de casos de menores que se autolesionan si se les quita el móvil

Los psiquiatras advierten de que desengancharse del teléfono celular es tan difícil como dejar la cocaína

FERMÍN APEZTEGUÍA

Sábado, 17 de octubre 2015, 01:28

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La fiscalía y los juzgados de Menores de Granada ya han tenido que afrontar varios casos de adolescentes -principalmente niñas- que se han autolesionado después de que sus familias les quitasen los móviles. Llegan a las oficinas judiciales porque han cometido algún delito, pero en cuanto los expertos escarban un poco, aparecen los dramáticos efectos de la dependencia enfermiza de las nuevas tecnologías. Las autogresiones son la manifestación más extrema de un trastorno, la adicción a los teléfonos, que, aunque oficialmente no existe, parece que está causando estragos. Lo 'normal' -dentro de la anormalidad que supone este fenómeno- era que los yonquis de los celulares pegasen a sus padres cuando estos se decidían a prohibirles su utilización. Ahora, además de revolverse contra sus progenitores, se dañan a sí mismos. «Dicen que no pueden vivir sin sus teléfonos y que prefieren quitarse la vida, pero no son suicidas: son adictos. Y lo mismo ocurre con los que maltratan a sus padres: no son maltratadores, son adictos. Su verdadero problema es la adicción a los móviles y a Internet», avisa Emilio Calatayud, titular del Juzgado de Menores 1 de Granada.

El conocido jurista admite con pesar que no le sorprende que haya niños y jóvenes que estén tan enganchados que amenacen con matarse si se les confisca el móvil o la tableta. «Lo vengo advirtiendo desde hace años: las nuevas tecnologías son la cocaína y la heroína de nuestros días. El teléfono móvil es una droga. Y eso es algo que estamos fomentando desde las propias familias. Cuando llegan el tiempo de las comuniones y los Reyes, los móviles de última generación son para los niños y los antiguos, los que los chicos ya no quieren, son para el padre o la madre. Así nos va», reflexiona el magistrado.

No exagera el juez cuando equipara los móviles a la 'coca'. Los psiquiatras también lo tienen claro: superar la adicción al celular resulta tan complejo y tan duro como desengancharse de la cocaína o de la heroína. «El móvil no es una sustancia tóxica, pero produce los mismos niveles de adicción y dependencia que cualquiera de estos dos estupefacientes. Los síntomas que genera son los mismos que padecen quienes están enganchados a la 'coca' o al caballo... Es una necesidad absoluta de estar conectado y controlar todo lo que pasa en la red. Lo peor de todo es que cada vez atendemos en nuestras clínicas y hospitales más casos de niños que no pueden vivir sin él», explica el psiquiatra José Luis Pedreira.

Evite que se convierta en un 'moviladicto'

  • 1)

  • Dé ejemplo

  • . La actitud de los padres es la mejor educación que puede darse a los hijos. No esté con ellos permanentemente conectado al teléfono móvil.

  • 2)

  • Admita la realidad

  • . Los críos son más hábiles que usted con las nuevas tecnologías. Controlarlos requiere estar encima.

  • 3)

  • Tener un aparato electrónico conlleva condiciones.

  • Móviles y tabletas duermen en una habitación aparte.

  • 4)

  • Redes sociales

  • . Prohibidas hasta los 14 años. Alerte a sus hijos del ciberacoso y del anonimato con que actúan delincuentes y pederastas.

  • 5)

  • Hasta cumplir 14

  • , el móvil sólo puede usarse como teléfono y para mensajes de SMS.

  • 6)

  • En el colegio no hace falta

  • . Lo llevarán a la calle cuando salgan solos.

  • 7)

  • Con los padres no hay secretos

  • . Deben conocer las claves de acceso y, si el dispositivo tiene acceso a Internet, vigilar las páginas que se visitan.

  • 8)

  • Respeto

  • . Enséñeles a no colgar fotos que puedan comprometerles y a tratar a los demás como quieren que les traten a ellos.

¿Cuántos afectados hay? No hay datos definitivos, pero un trabajo reciente apunta a que uno de cada cinco chavales corre el riesgo de convertirse en un adicto a las nuevas tecnologías. En España, serían unos 857.000.

El Instituto Nacional de Estadística hace ya dos años que estimó que a los 15 prácticamente todos los chavales disponían ya de su propio dispositivo. Apenas el 5% de los adolescentes se salían entonces de la regla. Sus padres, que son quienes les equipan y costean sus aparatos, acostumbran a justificar su actitud con argumentos como que así se sienten más tranquilos («le tenemos localizado»); no darle un móvil a su hijo es tanto como aislarlo socialmente («Ya lo tenían todos sus amigos menos él»); o simplemente, en muchas ocasiones, estiman que ha llegado el momento de darles el 'premio' que tanto esperaban.

Para Pedreira, todos esos argumentos resultan, a su juicio, «una auténtica imbecilidad. Que los niños comiencen a tener su propio teléfono a partir de los diez años es sólo una prueba de lo imbéciles que nos hemos convertido los adultos; pero no podemos transmitir nuestro grado de imbecilidad a nuestros hijos. No vale con decir 'es que la sociedad actual no-sé-qué'. La sociedad actual no es un ente abstracto, lo somos todos, usted, yo y el vecino del quinto». El especialista, miembro del grupo español de Psiquiatría Basada en la Evidencia, está acostumbrado a tratar con niños y jóvenes, víctimas de las nuevas tecnologías. «No puede ser que un niño de diez años tenga un smartphone de última generación. Es absurdo», recalca; y añade un consejo: «Los hijos no deben tener móvil hasta que puedan pagárselo. ¿Cuándo tuvieron sus padres un coche? Lo mismo, cuando pudieron pagárselo», recomienda.

El juez Calatayud es de la misma opinión. «La edad ideal para que nuestros hijos tengan un móvil es los treinta años, que es cuando, si tienen suerte, pueden pagárselo ellos», indica el jurista.

Los inventores de los dispositivos no los quieren para sus hijos

  • La mayoría de los 30.000 vecinos de Los Altos, en el corazón de Silicon Valley (California), viven de la informática. Las grandes empresas del sector, como Apple y Google, tienen allí oficinas y laboratorios desde los que diseñan los equipos y programas con que el resto del mundo se pelea luego a diario. La gran mayoría de los hijos de todos ellos estudia en un centro, el colegio Waldorf, donde los alumnos no comienzan a familiarizarse con tabletas y ordenadores hasta los 14 años. Prefieren que los chavales se relacionen entre ellos y que desarrollen actividades manuales y psicológicas que les ayuden a desenvolverse con soltura en la vida, sin que ningún equipo electrónico se convierta en el centro de su existencia. Allí no hay ordenadores. Sólo tizas y pizarras. Algunas investigaciones apuntan a que este sistema de enseñanza, más cercano al tradicional, provoca menos fracaso escolar, menos obesidad infantil y menos trastornos del comportamiento.

La 'desintoxicación'

La 'movilmanía', agrega el psiquiatra José Luis Pedreira, modifica el carácter de los chavales. Cuando no están en contacto con sus dispositivos se vuelven irritables, les cambia el humor y, con el tiempo, ven dañada su autoestima. Sufren, además, carencias de afecto y también de seguridad en sí mismos, debido no sólo a la falta de relación entre iguales, sino al tipo de relación que se establece en el mundo de las redes sociales. «Las pantallas no son un entretenimiento inocuo», alerta Pedreira. «Tienen muchos peligros. Como padre, siguiendo las recomendaciones de la Policía, no permitiría que mis hijos se metieran en redes sociales al menos hasta que cumplan los 14 años», aconseja el experto en psiquiatría infantil y juvenil.

Los programas de 'desintoxicación' para 'moviladictos' son idénticos a los que se emplean con cocainómanos y heroinómanos. Según describe Pedreira, hay que separar al paciente de la sustancia adictiva -las pantallas-, enseñarle a limitar su uso y facilitar su reincorporación social. Las terapias buscan que los chavales aprenden de nuevo a disfrutar de la vida, «conectándoles con sus emociones y redescubriendo el valor de las interacciones personales, igual que hacemos con un yonqui».

Los padres deben recordar, añade, su obligación de tomar con responsabilidad decisiones constructivas, que protejan a la infancia y ayuden a los niños a madurar. «Con todo el respeto y el cariño del mundo, los padres de hoy somos un poco 'cagandurrias'. Cuando no se sabe algo, lo que hay que hacer es preguntar; y no pasa nada», concluye.

Herramientas para delinquir

En su condición de jurista, Calatayud recuerda también que, además de una droga muy adictiva, el teléfono celular es una herramienta muy útil para delinquir. «No me lo invento. En los juzgados vemos a diario casos en los que los móviles han servido, y sólo voy a referirme a las infracciones más habituales, para amenazar, coaccionar, calumniar, injuriar, revelar secretos, atentar contra la integridad moral o sexual, estafar, extorsionar... Todas estas cosas las hacen nuestros menores y, en los últimos años, los móviles siempre están de por medio. En mi opinión, y seguro que me dicen que soy un ingenuo y un antiguo, los teléfonos con conexión a Internet deberían incluir avisos que alerten de que esos aparatos pueden generar adicción y ser un instrumento para delinquir. Pero, claro, eso no interesa. No sería bueno para el negocio», se lamenta el magistrado.

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