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Los hosteleros, divividos ante las despedidas de solteros

Los hosteleros, divividos ante las despedidas de solteros

Buena parte de los hosteleros están en contra de estas visitas, pero hay otros negocios que viven casi exclusivamente de ellas

M. V. Cobo

Viernes, 11 de septiembre 2015, 01:10

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«A las despedidas de soltero les ofrecemos paseos turísticos sólo y exclusivamente por la zona de Carrera del Darro y Paseo de los Tristes. Evitamos calles de tráfico rodado y la zona del Ayuntamiento, según recomendaciones de la Policía Local».

Luis Bueno, gerente de una empresa de burro-taxi, explica que ellos tienen licencia municipal para esta actividad desde hace dos años y las despedidas les resultan rentables. «El negocio está activo de marzo a junio, principalmente, con el gasto que supone mantener a los animales. Aunque es rentable, nos gustaría poder ofrecer este servicio al turismo en general, como antiguamente, cuando se ofrecían subidas a la Alhambra», explica.

Bueno señala que iniciaron esta actividad por su «amor» a estos animales y en «homenaje» a este medio de transporte y asegura que todas sus cuadras son inspeccionadas regularmente. El gerente del negocio defiende que no suelen tener problemas con las despedidas: «Aunque no dejamos subir a dos personas a la vez, beber alcohol o usar megáfonos durante el paseo».

Bueno afirma tener constancia de que se identifica y denuncia constantemente a los turistas de las despedidas y añade que no hay que olvidar que muchas familias en Granada «viven de este turismo». «Nos parece bien que denuncien a quienes vienen con disfraces ofensivos o con megáfonos molestando a los demás turistas y residentes. Prohibir es fácil, pero tengan en cuenta que todo un sector vive de esto».

«Granada es una ciudad de estudiantes y de despedidas de soltero», afirma Sara Nalda, una joven de 28 años que se dedica a hacer striptease y que baila en discotecas y salas de fiesta.

Ella está en contra de que se prohíban:«Las despedidas dan dinero, son ruidosas, arman jaleo, pero dan dinero. Se benefician los restaurantes, los pubs y las discotecas, las empresas que las organizan y todos los que trabajan en ellas. A mí me dan dinero, el que luego me voy a gastar en comercios de ropa, tiendas o supermercados». Para la joven, si a Granada se le acaba el negocio que se mueve con estas celebraciones la «ciudad estará muerta».

La joven ha llegado a ganar 1.200 euros en un solo fin de semana desnudándose en despedidas de soltero, aunque lo normal es que ingrese entre 300 y 500 euros. Ella empezó en este negocio porque le gustaba mucho bailar. Cuando iba a las discotecas le llamaban la atención las gogós y así se inició en este trabajo.

«Siempre digo que en las despedidas soy como una profesora en un colegio, los tranquilizo y les doy órdenes para que se porten bien». Comenta Sara que, si hay algún chico que se pasa de la raya, son los propios amigos los que le frenan:«Me piden disculpas ysi no respetan paro el espectáculo». La chica trabaja desnudándose en despedidas desde hace seis años y los picos de demanda suelen producirse antes y después del verano, que es cuando llegan más grupos de este tipo a la ciudad.

Lola Pérez regenta un establecimiento de juguetes eróticos que abrió sus puertas en Buensuceso hace un par de meses. «Yo no vivo de ellas, aunque algunos de los productos que vendo acaban en despedidas de soltero y soltera», explica la mujer.

Ella apuesta por un tipo de turismo que esté más basado en la calidad, con precios que se ajusten a un buen servicio. «No se puede prohibir que la gente salga a la calle, no creo que sea fácil. Pero Granada tampoco puede vender a precios muy bajos, porque eso supone que no estás dando un buen servicio», afirma la granadina, que ofrece formación a gogós, como la técnica de baile en barra. «Hay que revalorizar un buen espectáculo. Pero eso no pasa si metes a trescientas personas en un mismo local y les vendes menú, barra libre y espectáculo a 25 euros por persona», lamenta Lola. Esa bajada de precios es la que está atrayendo a muchos jóvenes a la ciudad, donde hacen del alcohol uno de los ejes principales de la fiesta.

«Yo entiendo que los jóvenes, que son los que se casan, no tienen mucho poder adquisitivo, pero si suman lo que gastan en bebida antes y después del espectáculo, les resulta más rentable contratar un paquete algo más caro. Lo suyo es llevarse un buen recuerdo, no acabar tan borracho que no se acuerden de nada», dice la joven.

Desde su negocio se esfuerzan por ofrecer un servicio más profesional, y no ve mal que se intente regular el sector «porque hay demasiada gente que quiere sacar dinero de esto a cualquier precio. Sí a las despedidas, pero más profesionales y reguladas», asegura Pérez.

Hace un año que en este establecimiento no atienden desedidas de soltero. Tienen un amplio comedor en el que podrían dar cabida a grupos pero el jefe de cocina de la Taberna Salinas, David Salinas, lo tiene muy claro: «No es la clientela que nos interesa.

No saben comportarse. Hemos tenido grupos que al entrar aquí se han metido con todas las chicas que había en el local, entran con muñecas hinchables, armando jaleo a voces. Y si les dices que no les atienden se te encaran. Por eso hemos puesto el cartel en la calle».

El responsable del establecimiento explica que entre sus clientes hay familias con niños que no están cómodos compartiendo espacio con estos grupos de chicos y chicas jóvenes. «Seguro que habitualmente son personas estupendas, yo también soy joven, pero cuando se juntan parece que tienen patente de corso». Ellos están situados al final de calle Elvira, en la confluencia con Reyes Católicos, una de las zonas calientes para este tipo de eventos. «Nosotros no los atendemos, pero otros sí y, al final, el problema es el mismo, porque se genera un ambiente que devalúa toda la zona. Se lían a huevazos, obstaculizan la calle y no dejan pasar coches... esto es un caos». David Salinas ve con buenos ojos que se busque alguna medida para contener esta situación, aunque cree que la solución es sencilla: «Si a mí me multan si pongo una terraza sin permiso, también deberían multar a estos grupos que ocupan la vía pública bebiendo alcohol, usando bocinas o con instrumentos musicales».

La foto que hizo Vincent Morales desde su terraza del Albaicín corrió como la pólvora por internet hace unas semanas. Tres individuos haciendo sus necesidades en la calle, a plena luz del día, pero con vistas a la Alhambra. «Eran de una despedida de soltero. Estaba asomado a la terraza y aparecieron», explica Vincent Morales.

«El problema de estos grupos es que se desmadran. En el barrio, cuando cae la noche, se genera un efecto cañón y los gritos que dan estos grupos no te dejan dormir. Pero además, es que ves todo tipo de comportamientos a plena luz del día», lamenta el residente del barrio. «También suben con el burro a San Nicolás y, de madrugada, cuando vuelven de las discotecas del Sacromonte, la escena es dantesca, además de que van pegando gritos», señala el hombre.

Lola Boloix, presidenta de la asociación de vecinos del Bajo Albaicín, apunta a los mismos problemas de ruidos y suciedad. «Orinan en la calle, en cualquier sitio, en pleno barrio Patrimonio de la Humanidad». Boloix añade que, incluso, le han trasladado las quejas desde la asociación de bares y restaurantes del barrio, porque cuando uno de estos grupos tiene un mal comportamiento dentro del establecimiento «no los pueden echar porque se les encaran, y también se van con la cuenta sin pagar».

Desde la asociación de vecinos del Sacromonte explican que por allí también suelen pasar de madrugada para acudir a algunas de las discotecas y es habitual que armen jaleo de madrugada.

En calle Navas se extiende un sentimiento casi generalizado de temor a los fines de semana fuertes en despedidas de soltero. Hace ya algún tiempo que el burro-taxi no aparece por allí, pero el lío que se monta en la vía es notorio.

En Taberna Las Copas han optado por poner también un cartel advirtiendo de que no atenderán a despedidas «que no guarden la compostura y no respeten a los demás». Mari Carmen, encargada del local, explica: «Solemos advertirles antes de que se sienten, de que no les vamos a atender. Y no se lo toman bien, hemos tenido que llamar a la Policía que viene a mediar». La mujer añade que no todos los grupos son iguales, pero cuando hay un exceso de alcohol hace «imposible que puedan convivir con el resto de clientes;hemos puesto el cartel para no tener más problemas».

En la misma calle Navas, hasta los hoteles han cerrado su oferta a estos grupos. Francisco Aguilar es el gerente del bar Navas 14, que cuenta también con un hostal del mismo nombre. «Hemos optado por eliminar las ofertas de alojamiento para fines de semana. Y, aunque ahora no se identifican, si vemos que nos reservan muchas habitaciones juntas, tampoco los aceptamos porque son despedidas», apunta Aguilar, que tampoco atiende a estos grupos en el bar. Asegura el hostelero que desde hace un año «se han desmadrado las despedidas». «Con que uno solo de los locales de calle Navas los atienda, todos tenemos el problema; y cuando se juntan varias ya es terrible, porque bloquean la calle y no se puede ni andar por aquí», apostilla el afectado.

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