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'Huevazos' a un euro

'Huevazos' a un euro

Disfrazar al futuro contrayente con un atuendo que le haga pasar vergüenza no es suficiente. Llevar un megáfono para que toda la manzana se entere de que esos veinte individuos que van vestidos de espartanos no están rodando una película empieza a estar pasado de moda. Hay que ir un poco más lejos

M. V. Cobo

Jueves, 10 de septiembre 2015, 11:18

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En las últimas despedidas de soltero y soltera que se han celebrado en Granada se está implantando una nueva modalidad. Los amigos del contrayente se acercan a los viandantes o al resto de clientes del bar en el que riegan la feliz efeméride para ofrecerles una pringosa oportunidad: si abonan un euro, podrán lanzar un huevo al novio o la novia, que tendrá que aguantar estoicamente la humillación.

«No te imaginas la cantidad de dinero que sacaron con la tontería. Les sirve para conseguir unos euros y así seguir de bares, pero lo ponen todo perdido», explica Andrea Moreno, camarera del restaurante Hacienda Plaza, en Plaza Nueva. David Salinas, jefe de cocina de la Taberna Salinas, señala las manchas amarillas en la fachada de la iglesia del Corpus Christi, en calle Elvira. En su establecimiento han entrado con muñecas hinchables, los clásicos megáfonos y con unas bocinas de spray «que no hay quien las soporte».

Megáfonos

Un camarero de la calle Cetti Meriem, epicentro de las despedidas de soltero, afirma que en su bar han visto barbaridades. «Algunos sólo vienen disfrazados y se lo pasan bien, sin incordiar. Pero hay fines de semana que se juntan diez o doce despedidas de soltero y nos ha pasado de todo». El joven, que prefiere no dar su nombre, explica que se llevan todos los vasos y luego no pagan la cuenta. No faltan los episodios de tensión, cuando en algún momento han tenido que pedirles que se comportaran por respeto al resto de clientes. «Un día, unos chicos casi se lían conmigo a puñetazos porque decían que tardaba mucho en ponerles las cervezas», relata otro de los camareros, que apunta que no dudan en pedir las consumiciones dentro del bar con el dichoso megáfono, aunque estén a un metro del trabajador.

En pelota picada

Pero el momento más surrealista, sin duda, fue el día que tuvieron que frenar a una despedida de chicos que estaba dentro del bar. «Empezaron a desnudar al novio y lo dejaron en pelota picada para ponerle un tanga como los de Borat. Tuve que pedirles que se cortaran, aquello no era normal», dice el empleado.

En este bar, como en muchos otros de la zona Centro, suelen tener cuidado con los integrantes de estas fiestas. «Si vemos que están ya muy bebidos no les atendemos. Pero aunque nosotros no les sirvamos, se junta tanta gente en esta zona que el ambiente sigue siendo el mismo», resume.

La mayoría de los hosteleros consultados en la calles Navas, Elvira, Carrera del Darro y en plaza Nueva aseguran que hay grupos de despedidas que no dan problemas. Pero lamentablemente son un porcentaje cada vez menor.

Burros

Una de las imágenes más clásicas asociadas a este tipo de fiestas ha sido la del burro que se encarga de llevar en su lomo al protagonista del evento ataviado con los más dispares atuendos. Pero no siempre les reporta mucha diversión este animalillo. «Hay gente que cuando los ve les critica por el trato que le dan al animal. Y encima lo dejan en cualquier sitio y el animal, que no entiende, se hace sus cosas al lado de otros clientes. Además de que es peligroso porque puede liarse a dar coces en cualquier momento», explica David Álvarez, encargado de La Chicotá, en calle Navas.

Un paso de Semana Santa

Pero si el burro es uno de los clásicos junto al molesto megáfono, una de las despedidas más conseguidas que recuerdan en calle Navas fue una con aroma a incienso. Los amigos del novio se buscaron un atuendo muy cofrade y hasta construyeron un paso de Semana Santa al que subir al contrayente, que también exhibía cara de penitencia. «La verdad es que le habían dedicado horas al asunto. El novio iba camino del matadero, en lugar de camino a la cruz, y lo llevaron a hombros por todo el Centro», recuerdan en calle Navas y en Elvira.

Sanfermines

Otra de las despedidas que tienen grabadas los hosteleros es una que se ambientó en las conocidas corridas de los Sanfermines. «Al novio le plantaron un par de cuernos, el resto iban vestidos con el clásico pañuelo rojo y montaron una buena. De repente salían un montón de tíos corriendo por la calle y luego, cuando llegaba el toro-novio, la emprendían a periodicazos con él», explica Carmen, camarera en Navas.

Charangas y petardos

En La Fontana, situado en la emblemática Carrera del Darro, señalan una nueva moda: la de acompañarse durante toda la jornada de una charanga con todos sus instrumentos. «Ellos intentan que todo el mundo se entere de que la novia o el novio se va a casar y no dudan en contratar a toda la banda», explica Patricia Blanco, camarera del local. Además del megáfono, intentan entrar en los bares con todo el cortejo musical.

Quizá se deba a la acusada presencia de chicos y chicas del Levante español, pero los que sufren cada fin de semana estas despedidas también apuntan a que son habituales los petardos.

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