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En el coro del IES Cartuja cantan mujeres de todas las edades, bajo la dirección de los profesores Blanca y Francisco
Música a la hora del bocadillo

Música a la hora del bocadillo

Dos profesores del instituto Cartuja montan un coro cuyos ensayos celebran en los recreos con alumnos, madres y vecinas del barrio que mejoran su autoestima y acercan posturas gracias a esta iniciativa

Ángeles Peñalver

Miércoles, 15 de abril 2015, 01:08

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Paco, el único alumno masculino del coro del IES Cartuja, un centro de compensatoria donde hay una ratio de profesores más elevada de la media por las necesidades sociales de los estudiantes, corre al ensayo musical que se celebra en el recreo con el bocadillo en la mano y vestido en chándal. De pronto suelta el pan, coge un cajón y se integra en el grupo de adolescentes que alternan la merienda con la afinación que les exigen los profesores Blanca Ocón, de Música, y Francisco Rodríguez, de Lengua. La docente usa un teclado para orientar las voces de los asistentes y su compañero, una guitarra. Unos 30 estudiantes, junto a varias madres y algunas vecinas del barrio se reúnen todos los martes y los jueves (de 11.15 a 11.45 horas) en esta aula salpicada de pentagramas y decorada con un bonito fresco que retrata al maestro flamenco Enrique Morente, sobre quien se lee en grande la palabra Sacromonte.

Pasan unos minutos, el ambiente distendido se convierte en formal y los presentes cantan al unísono temas como La Tarara, Poetas Andaluces o La Rumbita del sano amor, de Rosa Zaragoza. Hace dos años que se inició esta aventura musical en las clases de este dinámico centro donde El Niño de las Pinturas está realizando un mural en la entrada para que la comunidad educativa aprenda a cuidar de su propia obra de arte. Para pagar al artista, los estudiantes unos 500 en total incluidos los de Formación Profesional están haciendo una colecta.

«Gracias al coro, por ejemplo, hemos resuelto algunos conflictos entre chicas. Llegaron enfadadas entre ellas, incluso una se negaba a participar en la iniciativa, y finalmente se arregló su relación», explica Blanca Ocón. Junto a ella, el director del centro, José Manuel Franco Amador, narra que tenían algunas aulas muy deterioradas y entre todos los alumnos decidieron cómo decorarlas. «Tal y como quisieron, las pintamos de verde y ahora las respetan más y están bien cuidadas».

Algo así pasa con el coro. «Cuando actuamos en el instituto, aunque no nos salga muy bien ese día, todos los asistentes nos respetan y mantienen silencio», apostilla la profesora Blanca.

Estela, de 14 años, estudia 3º de ESO, vive en Parque Nueva Granada y solo lleva un mes apuntada a la formación. «Me gusta porque me sirve para expresarme», dice ilusionada la chavala, quien asegura sacar buenas notas. Junto a ella, mientras esperan a que se abra la clase de música, Ana Alicia, de 15 años, cuenta que también se apuntó recientemente para canalizar su afición por el cante.

Frente a las recién llegadas, un grupo de mamás enfundadas en unas camisetas donde se lee IES Cartuja, confiesan que ellas fueron de las primeras en participar en el coro. Son las veteranas. El hijo de Juani está en el instituto pero no participa en la iniciativa musical. Eso no es impedimento para que ella acuda religiosamente desde el principio a los ensayos de los recreos y a los que se llevan a cabo por las tardes excepcionalmente.

Pepi, Sandra mamá de Aroa y de la pequeña María, que hoy se ha escapado unos minutos del colegio para salir en la fotografía del reportaje, ya que participa en los encuentros de las tardes y Bibi madre de Laura son las más curtidas de ese coro donde se respira ilusión, disciplina y esfuerzo grupal. Algunas chavalas no paran de darse muestras de amistad mientras cantan y las madres se quedan hablando en un agradable corrillo al final de la clase bajo la atenta mirada de la lechuza pintada y firmada por Sex en la fachada del centro.

Una vez acaba el ensayo, Paco, el único chico, suelta el cajón y dice: «Oiga, me gustaría contarle que yo también dirijo, junto a mi hermano, la única chirigota que hay en Granada capital.Aquí en el barrio. No soy muy buen estudiante (de hecho está repitiendo)... Pero la música me entretiene y me sirve para aprender. Soy aplicado en esto, nada de descarriarme». Eso lo saben los profesores y por eso están aquí llevando la batuta del coro.

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