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Cristina fue operada cuando estaba embarazada de dos meses a corazón abierto, mediante una técnica pionera en España
Cristina llegó a la vida a corazón abierto

Cristina llegó a la vida a corazón abierto

Una granadina de 38 años, con una enfermedad rara, es la primera andaluza operada de la aorta en el embarazo | Hace poco más de dos meses la mamá fue intervenida de nuevo con éxito para ponerle un conducto y una válvula

Ángeles Peñalver

Lunes, 6 de abril 2015, 00:27

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Cristina sostiene a su hija Cristina Victoria, de 17 meses, en brazos con la ayuda de su marido, Bernardino, en el patio de la casa familiar. Lo que parece una estampa común y feliz es en realidad un símbolo de la valentía de esta mujer de 38 años y del buen hacer del sistema sanitario andaluz. Si por la mamá fuera, el reportaje se ceñiría solamente a dar las gracias a todos los médicos y enfermeras de Granada y Málaga que se han volcado con ellos en los dos últimos años y que han contribuido a que tanto el bebé como su progenitora sigan en el mundo y disfrutando del día a día.

La protagonista llama a su cirujano «mi Carlos», refiriéndose al doctor Carlos Porras, del hospital universitario Virgen de la Victoria de Málaga, a cuya consulta llegó ella después de ser derivada desde Cardiología del Clínico de Granada en mayo de 2013. Desde entonces, ese médico malagueño y todo su equipo han tenido tres veces en sus manos el corazón de Cristina, a quien en abril de hace dos años cuando estaba embarazada de dos meses de su benjamina le diagnosticaron en San Cecilio una dilatación de la aorta motivada por una enfermedad rara al parecer congénita que comprometía seriamente el funcionamiento de su corazón.

Ante un caso tan complejo, se reunieron en una misma sesión clínica los cardiólogos granadinos, con Jesús Sánchez Ramos como doctor de la paciente y Concha Correa como jefa de ese servicio; las ginecólogas África Caño, Carmen Padilla y Francisca Molina; y los temerosos Cristina y Bernardino, a quien la ecocardio realizada por la doctora Pilar Martín ya les había dado pistas sobre la gravedad del asunto. Hubo sus debates, los porcentajes de éxito o no se pusieron sobre la mesa, el doctor Sánchez Ramos había buscado mucha literatura existente al respecto... pero la decisión de si la paciente seguía adelante con la gestación a pesar de la insuficiencia severa aórtica de la que tenía que ser operada sí o sí solo le correspondía a ella y a su marido.

«Yo lo tenía claro, mi hijo mayor tiene diez años y Cristina, que de segundo nombre es Victoria por el hospital donde me han operado las tres veces, era una niña muy deseada. Mi marido, que no se ha separado de mi en ningún momento, me decía que solo me preocupase de mí, pero las doctoras sabían por lo que yo estaba pasando y me comprendían como madres», narra emocionada la paciente, maestra de profesión, que no encuentra palabras de agradecimiento para todos los sanitarios y familiares que la han arropado en este duro trance.

Sin precedentes

Según la doctora Correa, apenas hay otro caso en Andalucía de una mujer joven no embarazada operada de una dilatación de la aorta semejante. «Como quisimos seguir adelante con el embarazo y someterme a la cirugía a corazón abierto a la vez, mi doctor Jesús Sánchez, junto a Juan Caballero, un especialista joven de hemodinámica formado en Málaga pero que trabaja en Granada, estudiaron todos los precedentes y se pusieron en contacto con mi Carlos, Carlos Porras, un profesional que opera en el Clínico de Málaga y que podía hacerlo muy bien, como así lo ha hecho, junto a Miguel Such, también experto en cirugía cardiovascular en aquel hospital», narra la paciente.

A Cristina madre mientras la pequeña Cristina estaba en su vientre con solo tres meses le practicaron con mil ojos pendientes de ellas la cirugía de Yacoub, que consiste en corregir la dilatación de la aorta y mejorar la funcionalidad del corazón. Cinco meses más tarde, en octubre, nació bajo la mirada atentísima de decenas de sanitarios granadinos expertos en ginecología y cardiología y por parto natural la niña, cuya llegada al mundo hace que la doctora Correa se muestre totalmente convencida de que la toma de decisiones importantes junto a los enfermos es la mejor salida en la práctica médica.

La familia estaba feliz por los resultados y la bebé rebosaba salud y energía.Pero las cosas se complicaron de nuevo cuando en diciembre de 2014, la mamá tuvo que ser operada de nuevo. «El 5 de diciembre mi Carlos me tuvo que intervenir de nuevo porque tenía una lesión severa en la válvula aórtica, ya sabíamos que mi enfermedad era una aortitis inflamatoria idopática, esto es de origen desconocido y autoinmune. Luego hice una infección en esa zona y hace apenas dos meses, el 27 de enero, me dieron una solución quirúrgica más drástica, me pusieron un nuevo conducto y una válvula de tejido orgánico (de animal) que reemplazó al mío original», apostilla la valiente Cristina, quien guarda como oro en paño la bata de lunares firmada con los mejores deseos para ella por el personal sanitario de la planta de Cardiología donde estuvo ingresada.

Y vuelve a decir con lágrimas en los ojos que no tiene palabras suficientes para agradecer al personal médico y de enfermería «hasta a las limpiadoras», matiza su marido, que es funcionario las atenciones recibidas, desde el mismo instante en que su doctor de cabecera miró el maldito electrocardiograma para tratar de averiguar por qué le burbujeaba el corazón y le daban tarquicardias a una mujer tan joven.

En estos dos años ha habido momentos durísimos, como los despertares tras las cirugías. Y la continua compañía del miedo, que ella se intenta quitar a zarpazos. «Trato de no pensar», sentencia la paciente, arropada por un marido que la mira con admiración y por dos hijos que son un torbellino de energía.

«He tenido mucha suerte con la sanidad pública, con que el doctor Caballero y Porras estudiasen juntos en Navarra y uno me llevase al otro. Me han tratado con exquisitez. No sé qué pasará a partir de ahora, pero por el momento no me puedo quejar. Solo deseo que me bajen mis niveles de inflamación (PCR), que aún están altos, y empezar con mi recuperación física», sentencia esta heroína cotidiana escoltada por su guerrera familia.

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