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El caballo que aguanta debates y embestidas

El caballo que aguanta debates y embestidas

Hace 13 años se encaramó contra viento y marea al tejado del Ayuntamiento y ya ha «encontrado su lugar», dice su autor

Ángeles Peñalver

Lunes, 23 de febrero 2015, 00:27

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Con nocturnidad y alevosía, así se colocó hace trece años en lo alto de la fachada del Ayuntamiento de Granada la estatua ecuestre diseñada por el tarifeño Guillermo Pérez Villalta (1948), Premio Nacional de Artes Plásticas. Los galardones del artista no sirvieron para apaciguar los ánimos de los concejales del Partido Popular, por entonces en la oposición, quienes criticaron ferozmente su coste (unos 20 millones de pesetas), su estética y su «escasa» relación con el edificio.

El puñado de ciudadanos que acudieron a la Plaza del Carmen el 12 de diciembre del 2002 a la una de la madrugada a ver cómo los operarios encaramaban el monumental caballo en el tejado del Ayuntamiento también tuvieron sentimientos encontrados. Desde la grandiosidad y la belleza hasta la fealdad hay un amplio espectro de adjetivos y todos sirvieron para calificar la obra.

Tampoco hubo demasiado consenso respecto al 'Instante preciso' -así se llama la pieza que en realidad ejecutó el escultor Ramiro Megías- entre los propios miembros del tripartito (IU, PSOE y PSA) que por entonces gobernaba Granada con José Enrique Moratalla a la cabeza. La obra de arte influyó en la elaboración de algunos nombres propios en las candidaturas de sus partidos, generó foros de debate y cegó a quienes, como el jinete con los ojos vendados que monta sin silla, hicieron del ornamento casi una cuestión de Estado.

Desde entonces ha habido amagos de retirarla que se han quedado en eso. Pero los granadinos ya no se imaginan la Plaza del Carmen sin su estatua. El 'Instante preciso' continúa ennobleciendo la fachada consistorial, pese a que Torres Hurtado incluyó su retirada entre las claves de su primer programa electoral.

La obra, según Pérez Villalta, simboliza un momento de felicidad plena y por eso se colocó en el 500 aniversario del Ayuntamiento, que dicho sea de paso se había celebrado dos años antes.

Han pasado trece años de todo aquello y el autor declara: «La sensación que he tenido cada vez que he ido a Granada es que se ha colocado en su sitio. Ha tomado la posesión de su lugar. Me agrada. Nunca hubo en ella un propósito escandaloso ni polémico».

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