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El doctor Miguel Botella, junto al Belén instalado en la Facultad de Medicina de Granada.
El ritual de los mejores propósitos

El ritual de los mejores propósitos

Miguel Botella López, catedrático de Antropología Física | El hombre es un ser necesitado de afecto que ha buscado en la Navidad y sus múltiples formas el rito de la paz, la hermandad y la unión

Juan Enrique Gómez

Lunes, 5 de enero 2015, 02:11

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Al profesor Miguel Botella, los huesos de momias y cadáveres le revelan los misterios de su existencia, cómo vivieron, disfrutaron y sufrieron. Conoce el camino de la humanidad, la evolución de una especie que a pesar de ser la protagonista indiscutible de la historia 'reciente' del planeta (solo los últimos seis millones de años) mantiene la necesidad de creer y practicar valores y tradiciones con una meta común: la comunión entre las personas. La Navidad es uno de esos ritos en los que «plasmamos nuestros mejores deseos».

La imagen que llega a la mente de Miguel Botella es de nostalgia, «sobre todo de la niñez, de cuando tenías menos preocupaciones, cuando pensabas en que llegaba el tiempo de la zambomba, la comida familiar, el olor de la comida, desplumar el pavo. Estaban todo el día preparando la cena de Nochebuena. Y la visión de la familia, la reunión. Es un recuerdo entrañable, incluso el frío. Hacía más frío entonces, quizás porque las casas estaban menos preparadas».

La primera Navidad que recuerda fue en Madrid, con su abuelo, «sin mi padre ni mi madre» alejado de su familia de Granada, «lo que me intensifica la nostalgia».

-¿Y un color?

-El amarillo. Lo asocio con la Navidad porque era el tono de las lámparas, que en aquella época tenían muy poca intensidad, pero te transmiten una idea de intimidad y proximidad familiar.

-¿Un sonido?

-La zambomba y los gritos, el jaleo que armábamos todos los primos juntos.

La Navidad ha cambiado, la tradición se ha revestido de modernidad y comercialidad. «Nos hemos olvidado de ciertas cosas porque la reunión familiar se hacía solo en la Pascua, la casa se adornaba en este momento, y la comida era especial. Ahora, en cambio, todo es más fácil y habitual, por lo que quizás le demos más importancia a aquello porque era algo extraordinario», afirma este investigador considerado como uno de los principales especialistas en Antropología Física de todo el mundo.

-¿Desde el punto de vista de las sociedades y la evolución humana, qué papel juega la Navidad?

-Es una recapitulación de las vivencias del año, y una parada en la vida cotidiana para prometerse ser mejor en el futuro próximo. Es una recapitulación, un ritual en el que todos plasmamos buenas intenciones. Es un ritual de buenas promesas.

Estar en contacto con la muerte, crímenes, momias, que vivieron hace cientos de años, intensifica las sensaciones. «Mis huesos hablan, y me cuentan la realidad de lo que vivieron, lo que comió y lo que sufrió, por lo que realmente relativizas la existencia. Te obliga a vivir con los pies en la tierra. Mi profesión te hace ser más humano, y en la Navidad, reafirmas los buenos deseos».

-Conoce muchas culturas y civilizaciones, ¿todas poseen rituales para la unidad entre los individuos?

-Sin duda, porque el hombre es un ser necesitado de afecto, y gran parte de su actividad tiene como objetivo último y fundamental la búsqueda afectiva.

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