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Sandra García en su despacho junto a una flor de pascua.
Un tiempo para el reencuentro

Un tiempo para el reencuentro

Para Sandra García, delegada de la Junta de Andalucía, la Navidad debe ser el momento para recuperar el contacto con la familia, para estar con los hijos y transmitir valores «que no debemos olvidar»

Juan Enrique Gómez

Lunes, 29 de diciembre 2014, 01:17

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A pesar de que no dispone de un minuto libre, cada día, Sandra García vuelve a su casa en Alhama para estar con su familia, «porque cree que la esencia de la vida está en lo que compartes y tu legado es lo que inculcas a los niños y trasmites a quienes te rodean». En una sociedad donde el consumismo marca estas fechas, intenta mantener el verdadero espíritu navideño: «Lo explico a mis hijas. Hay que hacer un esfuerzo para mantener la magia de la Navidad».

Sandra García es la delegada del Gobierno de la Junta de Andalucía en Granada, un cargo que le obliga a mantenerse en constante actividad, en el que asegura que «hay que estar de forma permanente al servicio de los ciudadanos». Pero eso no significa olvidarse de los valores y las tradiciones. «La Navidad me evoca a la familia, al reencuentro. Somos muchos, siete hermanos con más de 30 sobrinos, y con las parejas de unos y de otros nos juntamos más de cincuenta personas. El día 25 se ha convertido en el momento en el que todos nos vemos para comer y compartir vivencias».

No tiene nostalgias de otros tiempos, aunque recuerda sus navidades en la niñez con una doble sensación: «En mi infancia la Navidad estuvo tintada por la pena, porque mi padre estaba enfermo y marcaba mucho la dinámica de esas fechas. Yo no recuerdo días de fiestas y jarana, como ocurría en otras familias del entorno, pero sí la alegría de juntarnos en la comida navideña, contar nuestras cosas, disfrutar de estar juntos. Eso era lo importante».

Cree en las tradiciones, en la necesidad de transmitir la esencia de una fiesta asaltada por el consumismo, donde las compras y los regalos toman un protagonismo que considera desmedido. «Vivimos muchas mentiras. Nos hacemos creer que el consumo lleva a la felicidad y quizás olvidemos la esencia de la tradición».

¿Es cierto que hace lo posible para que la Navidad sea una fiesta especial en su casa?

Te cambia la perspectiva cuando tienes tu propia familia y veo la ilusión en la cara de mis hijas, y cuando te preguntan si vienen los Reyes, y ves cuando les surgen las dudas sobre quiénes son los Magos. Intento mantener la magia de la Navidad... les explicas qué significa, yo soy católica y quiero transmitirles los valores de familia. Lo intento, y la verdad es que no lo consigo del todo porque también caigo en eso de los regalos y el consumo. Tengo una verdadera obsesión en hacerles ver que lo importante es el reencuentro.

Le gustan las comidas con los compañeros y amigos y no es persona de grandes propósitos. «Esa idea de que al terminar un año nos proponemos ser mejores personas, o apuntarnos al gimnasio o voy a hacer tal o cual cosa... No creo en eso de las promesas. Lo importante es cómo actúa cada uno en su vida diaria, dormir tranquilo, no tener remordimientos porque no has hecho mal a nadie».

¿Cuál fue el regalo de su infancia?

La bicicleta tardó en llegar y no pudo ser hasta que se casó mi hermana, pero el gran regalo fue el muñeco 'Nenuco', era mi gran ilusión, lo deseaba, y cuando llegó no me lo podía creer, fue el gran juguete de mi niñez.

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