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Granada, primera productora nacional de 'maría'

Granada, primera productora nacional de 'maría'

La Guardia Civil alerta sobre la banalización del consumo: «Los chavales te dicen: 'Cómo va a ser mala esta droga si me la vende mi vecino'»

Carlos Morán

Lunes, 15 de diciembre 2014, 00:40

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En 2008, justo cuando la crisis económica empezó a sacar pecho, la 'industria' de la marihuana dejó de ser una 'sociedad limitada' en Granada para convertirse en el negocio ilegal más pujante de la provincia, en una 'sociedad (lógicamente) anónima' con maneras de multinacional. Seis años después, las peores expectativas se han cumplido: Granada es la primera productora nacional de 'maría'. Como es natural, no hay ningún papel oficial que lo diga -aunque, en teoría, el Instituto Nacional de Estadística ya 'mide' estas cosas-, pero sí existen cálculos indirectos que permiten establecer el liderato de Granada en el cultivo de esta droga: por ejemplo, el número de plantas incautadas por las fuerzas de seguridad. Pues bien, si se echa un vistazo a ese 'ranking', Granada estaría a la cabeza de España en la intervención de arbustos de 'maría', un trono que compartiría con Málaga, Murcia, Alicante y Valencia, según información del Ministerio del Interior referente a 2013. No obstante, fuentes de la Guardia Civil y la Policia Nacional consultadas por IDEAL indican que Granada es la 'primera de la fila': «Aquí al mes se pueden estar recogiendo una media de 1.500 plantas entre Guardia Civil y Policía Nacional», apunta una fuente consultada en Interior.

La razón es simple y contundente: la mercancía es aquí más barata y esto ocurre por la gran oferta existente. De hecho, ya se han detectado en Granada compradores llegados desde las provincias 'rivales', caso de Alicante, Murcia e incluso Málaga.

Círculo vicioso

El resultado es un círculo vicioso que inquieta a los servicios antidroga: «Cuanta más demanda hay, más se produce», indica un oficial granadino de la Guardia Civil que está especializado en la lucha contra el narcotráfico. El experto del instituto armado no se atreve a confirmar el liderato absoluto de Granada en el mercado nacional de la 'maría', pero su descripción de la situación es muy elocuente: «Aquí hay una barbaridad de marihuana».

Como quiera que España es uno de los países europeos que más 'maría' produce, resultaría que Granada sería prácticamente una potencia continental en la materia, un récord poco edificante.

Aparte de las impresiones de los profesionales y de las estadísticas indirectas, los noticieros y los periódicos también dan fe de que la 'infiltración' de la marihuana en la sociedad granadina tiene un carácter casi epidémico. No se puede hablar de un goteo de informaciones sobre las incautaciones de 'maría', porque es un auténtico chaparrón. Todo los días caen una o dos plantaciones en la provincia, pero la máquina no se detiene. Las fábricas de la empresa 'Marihuana sociedad anónima' siguen funcionando pese a los constantes golpes policiales. El revés más duro que ha sufrido esta 'industria' durante el presente ejercicio, y uno de los más grandes registrados en España, se dio el pasado lunes 1 de diciembre en una finca de Dúrcal donde agentes de la brigada de Estupefacientes de Motril se incautaron de 400 kilos de marihuana ya preparada para su venta. Nunca en Andalucía se había registrado una intervención de 'maría' de este volumen y, en España, quizá sea el segundo golpe más potente, tras un alijo de 2.750 kilos de marihuana seca registrado en la localidad murciana de Águilas en septiembre de 2011. La finca donde se encontraba esta droga, en Dúrcal, era un centro donde se compraban cosechas y posteriormente se vendían en grandes cantidades. Algo así como una cooperativa.

Desempleados

A estas alturas de la película, cualquiera puede ser un cultivador de 'maría'. Y no es una forma de hablar. El perfil del agricultor -ya sea 'autónomo' o 'trabajador por cuenta ajena', que de todo hay- es tan variado como la propia sociedad: hombres, mujeres, ancianos, menores de edad y hasta parejas homosexuales... Pero nada mejor que un ejemplo real para explicar la extensión de la 'econo-maría' en Granada: la Guardia Civil detuvo recientemente en una localidad de la provincia a un matrimonio que había instalado el 'huertecillo' de droga en la habitación de su pequeña, una niña de apenas diez años. La chiquilla se había tenido que mudar al dormitorio paterno para que el negocio floreciese. A esos extremos se está llegando... La proliferación de los cultivos de marihuana en la capital impulsó la creación de un grupo policial en diciembre del año 2010, dedicado casi en exclusiva a perseguir el cultivo y el tráfico de este tipo de drogas. «La gente que está detrás de estos cultivos obedece a un perfil muy abierto. Nosotros nos hemos encontrado desde estudiantes universitarios reincidentes, a familias que están en paro, hasta llegar a los traficantes de droga más peligrosos y conocidos», apuntan desde la Policía Nacional.

En bastantes casos, según confirman los especialistas de la Guardia Civil y la Policía Nacional consultados por este diario, los 'narcos' son desempleados que no han encontrado una salida legal a su situación. Si anualmente las fuerzas de seguridad de Granada detienen a un centenar y medio de personas por cultivar y vender droga, la mitad serían ladrones que se han pasado a la 'maría' porque es «menos peligroso -las penas son pequeñas- y más rentable» y el resto, parados que no pudieron o no supieron ganarse la vida de otra forma. «Cuando los detenemos, se resignan. Te dicen que estaban a punto de ser desahuciados y cosas así. Y suele ser verdad», explica un mando de la Guardia Civil que ha participado en infinidad de operaciones para combatir el tráfico de marihuana.

Lo malo es que la necesidad, avisa el oficial del instituto armado, pronto deja paso a la codicia. A fin de cuentas, el dinero es la droga más adictiva que existe. Un cultivador 'mediano-tirando a bajo' de marihuana puede ingresar al mes unos tres mil euros, una cantidad que difícilmente -y más aún en los tiempos de recortes que corren- podría ganar en la obra o poniendo copas. «Nosotros nos hemos encontrado con algún parado con una plantación en su casa que tenían un Audi-4 nuevo», ilustra otro miembro de la Benemérita.

Esta 'industria' también ha generado otro fenómeno cuanto menos curiosos. Las estadísticas del Ministerio del Interior vienen reflejando un descenso de los delitos y faltas cometidos en Granada desde hace más de un lustro y un alto mando de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado aporta una razón de peso: «Hay mucha gente que antes se dedicaba al atraco y al robo, y ahora ha encontrado en el cultivo y venta de marihuana «su fuente de financiación sin arriesgar tanto como hacían antes».

Son los 'efectos sociales secundarios' de una droga que, para desesperación de las fuerzas de seguridad y de los expertos en adicciones, tiene fama de 'blanda' y 'amable'. Craso error. La 'maría' no es inocua. Ni mucho menos. Puede causar serios problemas mentales. «Nos hemos creído que estamos en 'Mayo del 68' o en el 'Verano del amor', y nos estamos equivocando. Por los juzgados pasan con frecuencia chavales que no están en sus cabales de tanto fumar porros. Y eso tiene difícil arreglo», indica el juez de Menores de Granada Emilio Calatayud, que ya ha condenado a varios adolescentes de la provincia por cultivar y vender 'maría'.

En la Guardia Civil, coinciden con el conocido jurista. «Vas a dar una charla a un colegio para alertar de los peligros de la marihuana y los chicos te dicen: 'Cómo va ser mala esta droga si me la vende mi vecino, que es amigo de mis padres desde hace años'. Esto es muy preocupante».

Por su parte, el presidente de la asociación Proyecto Hombre de Granada, Manuel Mingorance, corrobora que está creciendo la demanda de ayuda de menores, adolescentes y jóvenes que, en su mayoría, tienen problemas de conducta asociados a los del consumo de cannabis y alcohol, preferentemente, una baja motivación y fracasos escolares. «Es difícil luchar ante el consumo de esta sustancia normalizada y aceptada a nivel social y que tiene una baja percepción de riesgo, más aún cuando coexisten alteraciones psicosociales y evidentes factores culturales y económicos de por medio», concluye.

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