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Parroquia de san Juan María Vianney donde ejercía el líder.
10 claves del 'caso Romanones'

10 claves del 'caso Romanones'

Sexo con menores en casas de curas, elevado nivel de vida de los sacerdotes imputados, un papa y un arzobispo que dan verosimilitud a la denuncia de abusos y la única prueba de peso, la palabra de Daniel...

José Ramón Villalba

Domingo, 30 de noviembre 2014, 00:28

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Daniel -nombre ficticio- ha querido cerrar el peor capítulo de su vida revelando los presuntos abusos y agresiones sexuales a las que fue sometido en los años más duros de su adolescencia. Conoció el infierno mientras 'los Romanones', el clan de sacerdotes y laicos, le vendían el cielo. Daniel ha tardado en denunciar, pero ha tenido la suficiente entereza moral y psicológica para hacerlo. El caso ha mantenido en vilo a los medios de comunicación en estas dos últimas semanas, ahora queda por ver cómo evoluciona la instrucción del 'caso Romanones'. Las claves son estas.

Clave 1: Monaguillos a los 7 años

Daniel y el segundo denunciante de los presuntos abusos sexuales entraron como monaguillos en la parroquia de san Juan María de Vianney del Zaidín con tan solo siete años. El padre Román, líder del grupo, les invitó a echarle una mano en misa. Ninguno de los dos se despegó de la parroquia, mes a mes, año tras año, los dos denunciantes iban familiarizándose más con el grupo de religiosos y laicos liderados por Román. En principio ejercían solo de monaguillos, después se quedaban a hacer los deberes, más tarde iban sumando su participación en otras actividades de la parroquia y así fueron creciendo. Nadie de sus familias podía sospechar absolutamente nada porque todas esas actividades y toda la ayuda en la iglesia no presentaba ningún elemento negativo del cual la familia de Daniel o la del otro denunciante pudieran dudar. ¿Por qué quebrantar esa confianza ganada con el paso de los años tras la llegada de la adolescencia?

Clave 2: El calvario

La carta escrita al Papa y el relato efectuado a la Policía Nacional por Daniel ubica los abusos en plena adolescencia. Lo peor entre los 14 y 17 años, aunque antes, a los trece años también denuncia tocamientos. Los escenarios son variados, pero en todos aparece el padre Román y en la mayoría los otros cuatro imputados -los sacerdotes Francisco C.M., Manuel M.M.-, así como el profesor de religión Sergio Q. Hay escenas descritas donde se practican masturbaciones en el salón de una vivienda y en las que presuntamente está Daniel, así como los otros imputados en el caso. El problema alcanzó su cenit cuando el líder de 'los Romanones', según consta en el auto del juez, le asegura a Daniel que tiene sobradas condiciones para convertirse en sacerdote y lo invita a participar más en la vida comunitaria de este clan, lo cual incluye dormir en la casa de los curas. En dos ocasiones, según consta en el auto, entre los años 2006 y 2007 el padre Román, tras un masaje previo, intentó agredirle sexualmente. Recibió un aviso de que «si no vivía la sexualidad con claridad de miras, tendría que dejar el grupo». Daniel le dio esquinazo al grupo. Puso tierra de por medio a su calvario. El otro denunciante habla de abuso: masajes, rozamientos, tocamientos en el periodo comprendido entre 1997 y 2004. Abandonó el barco antes que Daniel.

Clave 3: Un clan con elevado nivel de vida y muchas propiedades

Un sacerdote tiene un salario que no supera los mil euros netos. Cada trienio se premia con un plus de quince euros y solo aquellos que ocupan cargos de confianza, como los vicarios, reciben otro plus de 450 euros. No son profesiones para andar con demasiados lujos. Sin embargo, este grupo de religiosos gozaba de un buen número de propiedades. De hecho, los tres sacerdotes detenidos el miércoles figuran como copropietarios de varios inmuebles; entre ellos, el chalé que registró la Policía Judicial en la urbanización Los Pinillos de Pinos Genil. Titularidad que además comparten con otros sacerdotes aludidos también en el relato del joven dirigido al Papa. En el Registro de la Propiedad figuran los nombres de los tres señalados directamente por el testigo, aunque el nombre de Román V. es el que más se repite, al tener participación en 18 bienes inscritos. La mitad de esas propiedades están ubicadas en la zona Norte de la provincia, de donde proviene el sacerdote y donde su familia tenía una posición acomodada. Por su parte, Román es propietario al 100% de tres terrenos rústicos en Baza y Caniles, escriturados entre 1985 y principios del presente siglo. Aparentemente, este 50% del patrimonio de Román poco tiene que ver con 'los Romanones'. Pero queda la otra mitad. El líder del grupo posee un piso en Granada capital de 112 metros cuadrados. Según la inscripción que se hizo en el Registro a finales del año 2000, Román M.V. adquirió la octava parte de esta casa, participación que amplió dos años después. Entre el resto de copropietarios, en proporciones similares, también figuran los otros dos sacerdotes ahora imputados y otros cuatro titulares más, todos relacionados con el mismo círculo. Estos mismos propietarios, más otro sacerdote -ocho en total-, son los dueños de un dúplex de 144 metros cuadrados en Salobreña, cerca del paseo marítimo, también señalado por el denunciante. El líder del clan, además, es el único dueño de otro apartamento en este municipio turístico de la Costa.

Toda esta lista de propiedades es anterior a la herencia que los tres sacerdotes reciben de doña María, la farmacéutica de Órgiva. Dejó como donación su céntrica casa en el municipio a curas relacionados con el pueblo. Entre ellos están Román V. y Francisco C.M., también imputado. Son titulares al 33% de tres bienes, que en realidad son particiones del mismo inmueble: un piso de 128 metros cuadrados y dos locales. Tampoco debe pasar desapercibido cómo los cuatro imputados recurren a un despacho de abogados de Puerto Banús en Marbella (Málaga). Y cuando a Román le comunican que puede eludir la cárcel, abona sobre la marcha los 10.000 euros de la fianza. El juez en su auto se refiere a las «múltiples propiedades y alto nivel de vida» del grupo.

Clave 4: ¿Por qué tarda tanto en denunciar?

Revelar un problema tan íntimo no es fácil. «Las víctimas de violencia de género tardan años en salir a denunciar el calvario que pasan», señala una psicóloga que prefiere omitir su nombre. «Los abusos, las agresiones y las violaciones son peores. La mayoría no se denuncian por vergüenza». Allegados de Daniel han comentado a este periódico que lo ha «hecho cuando psicológicamente se ha visto fuerte», cuando ha sentido «aire fresco en el seno de la Iglesia gracias a la llegada del nuevo Papa» y cuando su vida ha dado un giro importante después de concluir sus estudios universitarios y comenzar a trabajar. «Se han unido muchos condicionantes que han coincidido en un punto que ha permitido a este joven afrontar la situación con valentía y dar un paso adelante», señala un conocido del joven. Daniel también se refirió en la carta dirigida al Papa que lo hacía por temor a que los abusos pudieran estar cometiéndose en estos momentos a otros menores. La otra parte, la de los acusados, no se ha pronunciado públicamente pero entre sus círculos se habla de complot preparado contra este grupo. Los hechos denunciados por Daniel ocurren entre 2004 y 2007, aunque en la carta los retrasa uno o dos años. El otro denunciante los sitúa entre 1997 y 2004. Los dos tardan siete y diez años respectivamente en denunciar.

Clave 5: ¿Por qué ante la Iglesia y no ante la Policía?

Daniel manda una carta al Papa y el 10 de agosto recibe la llama del pontífice, quien le invita a denunciar los hechos e informar de ello al arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez. No logra hablar con monseñor hasta el día 30 de agosto, pese a su insistencia. Y una vez establecido el contacto, según personas cercanas a Daniel, él cree que el arzobispo va a ir de la mano de la Policía en este caso. Y es cuando ve que la Iglesia granadina tarda en moverse y adoptar medidas, cuando decide acudir a fiscalía, que inicia la investigación el 14 de octubre. Un día después, el arzobispo suspende 'a divinis' a tres sacerdotes. Daniel se muestra molesto con el arzobispado porque ha levantado la liebre y entiende que este hecho entorpecerá la labor policial. Los acusados estaban ya avisados.

Clave 6: Obstáculos

La Policía inicia la investigación dos semanas después de que los curas hubieran sido separados el día 15 de octubre y de que conocieran el tema. Se dan los pasos propios de cualquier investigación: toma de declaraciones a presuntas víctimas citadas por Daniel en su denuncia y del entorno de los diez sacerdotes y dos laicos acusados, se hacen seguimientos... aparentemente no se encuentra nada importante, de peso. La principal prueba es el testimonio de Daniel, lo habitual en casos de abusos como el presente, en los que ha pasado mucho tiempo. Incluso el día de la detención de los cuatro imputados, todos estaban en la misma vivienda, daba la impresión, según fuentes consultadas, de que estaban esperando a ser detenidos.

Clave 7: El robo

El 28 de octubre se produce el robo de un ordenador, una tablet y una bolsa con monedas de la casa que tenían estos curas en Pinos Genil, casi dos semanas después de ser suspendidos y días antes de que comenzara la rueda de declaraciones ante la Policía. La Guardia Civil le quita plomo a ese robo, porque días antes se produjeron otros en viviendas de la misma urbanización.

Clave 8: Las pruebas

La principal prueba es el testimonio de Daniel al cual el Papa y el arzobispo le han otorgado «verosimilitud». En este tipo de casos, después de tanto tiempo, suele ser ese relato lo más importante. Desde Prodeni dicen que no incurrir en contradicciones es fundamental. Las fuentes consultadas por IDEAL hablan de un relato contundente y firme. Pero el juez, en el auto dictado, avisa de que en la declaración de Daniel hay «contradicciones» y recrimina la «tardanza» de presentar la denuncia.

Clave 9: Los cargos

El juez, Antonio Moreno, y el fiscal, Francisco Hernández, el primero a petición del segundo decretó prisión eludible con fianza al principal implicado, al sacerdote Román M.V. Los cargos son de indicios de delitos de abuso y agresión sexual continuados con prevalimiento (posición de superioridad sobre la víctima), además de «intimidación con suficiente intensidad y relevancia». Con el agravante de ser conductas de carácter «degradante y vejatorio». La condena superaría los diez años. Él como los otros tres imputados han declarado su inocencia.

Clave 10: La prescripción

La clave se presenta ahora en el desarrollo de la instrucción. Si solo se acusa finalmente de abusos, sin agravantes, al líder del clan, así como a los otros tres la causa quedaría prescrita y se archivaría. Solo si se contempla finalmente la agresión sexual o el abuso con acceso carnal, la causa seguiría el camino de juicio en la Audiencia, donde empezó con la denuncia en Fiscalía del TSJA.

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