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El acusado, de pie ante el tribunal de la Audiencia Provincial.
«Supe que nadie me oiría gritar y que tendría que hacer lo que él quisiera»

«Supe que nadie me oiría gritar y que tendría que hacer lo que él quisiera»

La fiscalía pide 14 años de prisión para el acusado de violar a una mujer en un paraje de Freila en noviembre de 2012

Manuel Pedreira

Martes, 28 de octubre 2014, 00:31

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La fiscalía provincial solicitó una condena de 14 años de cárcel para un hombre acusado de agredir sexualmente a una mujer en un paraje de Freila en noviembre de 2012. La sección segunda de la Audiencia Provincial celebró el lunes el juicio contra este hombre, un ciudadano rumano que responde a las iniciales D. R., al que tanto el ministerio público como la acusación particular le consideran autor de un delito de agresión sexual y una falta de lesiones, con la agravante de despoblado. La acusación particular, ejercida por la víctima, eleva la petición de condena a 15 años.

Los hechos ocurrieron la noche del 18 de noviembre de 2012 en un paraje aislado del municipio de Freila, en la zona norte de la provincia. Según el fiscal, el acusado atacó a su víctima con una barra de hierro y, tras llevarla hasta un olivar y quitarle la ropa, trató de penetrarla analmente y después lo consiguió por la vagina, además de obligarla a practicarle una felación. El procesado le tapó la boca con una cinta adhesiva y le causó lesiones físicas, además de unas secuelas psíquicas por las que ha necesitado recibir tratamiento psicológico.

El acusado explicó al tribunal que conocía a la víctima desde hacía tiempo y que nunca había tenido un problema con ella. Sobre la noche de los hechos, aseguró que fue a la casa de la mujer a hablar con ella y a contarle sus problemas matrimoniales pero que no ocurrió nada más.

El fiscal le recordó que tanto en su declaración ante la Guardia Civil como en el juzgado reconoció que habían mantenido relaciones sexuales pero el procesado lo negó y acusó a los guardias civiles de haberle obligado a hacer esa declaración.

La víctima, de nacionalidad inglesa y que declaró asistida por una intérprete, sostuvo que nunca había visto antes a su agresor y que lo reconoció después por sus ojos. Relató que aquella noche escuchó ladrar a un perro en el exterior de su vivienda, en la que se encontraba sola, y que al salir vio a un hombre junto al muro de la casa. «Corrió hacía mi y con la barra de hierro me golpeó y perdí la linterna. Después, me tiró al suelo y pensé que querría dinero, pero cuando me empezó a tocar por debajo de la ropa me di cuenta de que llevaba otras intenciones», indicó.

En un olivar

La víctima rememoró entre sollozos que el agresor la empujó hasta un olivar cercano y, tras bajarse el pantalón, le obligó a practicarle una felación. Después intentó penetrarla analmente, pero no lo consiguió. «Supe que nadie me oiría gritar y que tendría que hacer lo que él quisiera. Le dije entonces que me portaría bien y que cooperaría», precisó. La mujer le aseguró que no llamaría a la Policía y que podían verse al día siguiente. «Así logré que se marchase», finalizó.

Declararon también las psicólogas forenses que la examinaron tras los hechos, que aseguraron al tribunal que la mujer presentaba un «intenso malestar emocional» y que su testimonio fue totalmente compatible con el ataque que describió en la denuncia. «Tuvo que hacer grandes esfuerzos para serenarse porque sufrió una auténtica ruptura de su equilibrio. Lo ocurrido implicó un cambio en su estilo de vida ya que decidió irse de España y regresar a su país. Además, no entendía que le pudiera pasar algo así a una mujer de su edad. El delito fue doloroso pero no entenderlo, todavía más», concluyeron.

También prestaron declaración las médicas forenses que la atendieron, que describieron las lesiones que presentaba, así como un testigo que conocía a agresor y víctima, que negó cualquier relación previa entre ellos. El juicio quedó visto para sentencia.

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