Edición

Borrar
Perdonados

Perdonados

El Gobierno ha concedido el indulto a dos granadinos en lo que va de 2014

Carlos Morán

Miércoles, 20 de agosto 2014, 00:59

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Los indultos de M. N. Z. y J. M. L., los dos únicos granadinos que se han beneficiado de esa medida de gracia en lo que va de 2014, fueron dados por Juan Carlos R., es decir, por el anterior Rey de España, que es a quien la ley concede esa potestad. El primero se produjo en abril y el segundo, en mayo. Y don Juan Carlos abdicó el 19 de junio. A partir de esa fecha, los perdones llevan la rúbrica Felipe R.

Es un dato anecdótico, pero también histórico:los indultos de M. N. Z. y J. M. L. están entre los últimos que otorgó el padre de Felipe VI.

También es cierto que el papel del soberano en este procedimiento es más bien protocolario. Es el ministro de Justicia de turno, en la actualidad Alberto Ruiz Gallardón, el que propone los nombres de los reos que deben beneficiarse del olvido legal de las responsabilidades penales.

Desde principios de año y hasta ahora según la información recogida en el blog El indulto del día, Ruiz Gallardón solo ha señalado a dos granadinos: una motrileña acusada de tráfico de drogas y un vecino de la capital que robó cien euros a un hombre tras amenazarle con un cuchillo de «grandes dimensiones». Son M. N. Z. y J. M. L. y lo que sigue es el relato judicial de sus fechorías y de su redención.

Cocaína y heroína

La sentencia de la Audiencia Provincial de Granada que condenó a M. N. Z. es breve: solo dos folios. La razón es simple: la procesada, una joven que tenía 25 años cuando fue detenida por un delito contra la salud pública, reconoció los hechos sin necesidad de que se celebrara la vista oral del juicio. Aceptó «libremente y con conocimiento de sus consecuencias» una pena de dos años de cárcel y el pago de una multa de 4.526 euros por trapichear con drogas «que causan grave daño a la salud».

Al ser sorprendida por las fuerzas de seguridad, la mujer había arrojado desde su vivienda un bolso que contenía una «balanza de precisión» que se utilizan para pesar los estupefacientes, sesenta gramos de cocaína y otros catorce de heroína. El valor de esas sustancias en el mercado negro habría superado los cinco mil euros, según las estimaciones periciales.

Hace cuatro meses, el Gobierno dio su visto bueno al perdón de la joven en los siguientes términos. «Vengo en indultar a doña M. N. Z. la pena privativa de libertad pendiente de cumplimiento a condición de que no vuelva a cometer delito doloso en el plazo de dos años desde la publicación del real decreto», decía el solemne texto publicado, como es preceptivo, en el Boletín Oficial del Estado.

Un ladrón ebrio

Al otro indultado granadino, J. M. L., le perdieron el alcohol y los problemas económicos. Él mismo lo admitió. Cuando le llegó la hora de sentarse en el banquillo de los acusados por un robo con intimidación, ya estaba arrepentido de lo que había hecho y había procurado reparar el daño causado: devolvió a la víctima los cien euros que le había arrebatado de muy malas maneras.

El suceso ocurrió una madrugada de agosto de 2010 en un paso de peatones del Camino de Ronda y lo cierto es que el golpe fue un tanto rocambolesco. Tres individuos circulaban en un ciclomotor por esa zona de la ciudad y, en un momento dado, uno de ellos se apeó y se acercó, armado con un cuchillo, a un vecino que caminaba tranquilamente por la calle. El asaltante, que llevaba unas copas de más, colocó la hoja en el pecho de la víctima y le forzó a que le entregase la cartera, que contenía cien euros además de varias tarjetas bancarias y la documentación. Luego escapó en la misma moto en la que había llegado. Su fuga fue breve. Los policías que lo detuvieron corroboraron que el acusado estaba ebrio cuando perpetró el asalto. El juzgado así lo reconoció y le atenuó la pena.

J. M. L. también exculpó a las dos personas que iban con él en el ciclomotor la noche de autos. Confesó que los otros no conocían sus planes. Además, explicó que perpetró el delito acuciado por su mala situación económica. Total, que se comió él todo el marrón: un año y nueve meses de prisión por un delito de robo con intimidación agravado por el uso de un arma.

En mayo, Ruiz Gallardón, «atendiendo a las circunstancias del condenado», estimó que concurrían «razones de justicia y equidad» para «conmutar a don J. M. L. la pena privativa de libertad pendiente de cumplimiento por otra de un año de multa, que se satisfará en cuotas diarias de dos euros». Eso sí, con la condición de que «no vuelva a cometer delito en el plazo de dos años».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios